2025 está trayendo consigo varios trabajos de Loquillo en varios frentes. Si marzo fue el momento de que por fin el disco centrado en el poemario de Julio Martínez Mesanza, “Europa”, fuera realidad tangible en un cuidado vinilo, abril fue el mes elegido para que “Paseo de gracia”, su última novela, viera la luz. Y no lo hizo sola, pues se reeditó su primera incursión literaria, “El chico de la bomba”, junto a la posterior trilogía de juventud compuesta de “Barcelona Ciudad”, “En las calles de Madrid” y “Chanel, cocaína y Don Perignon”: tres títulos cuya nueva vida editorial es compartida en un solo volumen donde habitan: “Memoria de jóvenes airados”.
Sin apenas dar descanso a sus fans, desde abril ya está anunciado también, “Corazones Legendarios”, trabajo de duetos da nombre también a la ambiciosa gira que comenzará en agosto, calentando el terreno para que los clásicos del Loco tomen nueva vida en un trabajo producido por Josu García donde el Loco interpreta su repertorio al lado de colegas de profesión como Bunbury, Coque Malla, Miguel Poveda, Nacho Vegas, Manolo García, Carlos Segarra o, entre otros, unos resucitados Pereza, donde Rubén y Leiva se reencontraron para esta colaboración.

Será en septiembre cuando disco y gira, cuyo nombre es todo un homenaje a la canción de Lou Reed, sean una realidad. Mientras tanto, el frente literario, como ya hemos dicho, lo ha dejado el Loco bastante bien cubierto con la reedición de todas sus obras y la aparición de una nueva: “Paseo de gracia”. En ella nos centraremos por lo que supone: una suerte de novela urgente donde José María Sanz se reencuentra con Barcelona en un viaje fugaz.
Una ciudad condal en la que lugares, personas y personajes conviven en el texto de la novela. Marcado por un enfoque directo, el Loco nos lleva a la Barcelona que fue, pero también a la que es hoy en día. Por el camino, reflexiones viscerales de un hombre maduro sobre el entorno en el que creció. A nivel íntimo en ocasiones, hablando de familiares y amigos, exponiendo temas duros y otros entrañables. En otras, haciendo una personal radiografía a la evolución política, cultural y social de la ciudad.
Por el medio, la historia reciente se camina junto a la personal en unas páginas que, como una buena canción de Lou Reed, parece que te hablan al oído, revelando a su paso hechos de un pasado que conforman el presente. Todo en un viaje fugaz a la ciudad que fue mientras se pisan las calles de hoy. Supone por momentos una reflexión existencial del autor, que va conformando un retrato a lo largo un camino donde lo mundano y lo cosmopolita se entrecruzan. Mostrando o sugiriendo según lo pide cada pasaje escrito, conforman un mosaico atractivo de pasado reciente y ácido y lúcido presente.

Ese es el paseo propuesto por Loquillo en “Paseo de gracia”. Un recorrido casi generacional de un tiempo y ciudad, pero también un itinerario emocional. Que lleva al pasado sin nostalgia, pero con fines reveladores. Con esencia cinematográfica, pues muchos de sus pasajes nos meten de lleno en cada momento que se describe. Donde la reflexión, lo mundano y los recuerdos conviven. Queda así conformada esta novela urgente, con formas viscerales, con sus luces y sombras. Con voz propia. La de Loquillo.
