
Decía Carlos Giménez, en una entrevista concedida a El País en 2015, que la finalidad de muchos de sus tebeos era dar voz a aquellos a los que nunca preguntan y contar, desde sus vivencias y anécdotas, esas vidas que a menudo quedan fuera de la Historia oficial. Elaborando relatos desde lo cercano, lo propio y lo vivido (incluso por el mismo), consiguió hacer tebeos que son pura memoria de un país. De esa forma ha conseguido, a lo largo de su carrera llegar a ser una suerte de cronista de épocas y lugares determinados de la historia del siglo XX español. Ahí están series tan reconocidas como “Los Profesionales”, donde retrató a esos dibujantes españoles que desde los años sesenta producían páginas innovadoras que tuvieron más acogida en mercados extranjeros que en aquella España en blanco y negro. O sus crónicas sociales en “Barrio”, dibujando las vidas humildes de las zonas urbanas populares a mediados del siglo XX español. Todo nació desde sus propia experiencia personal, una materia prima con la que Giménez dio un solvente halo de veracidad a lo plasmado en cada viñeta. Pues sus personajes bebían de la realidad de la calle. Una característica que hace de sus tebeos algo inalterable al paso del tiempo, pues la fuerza de sus páginas se mantiene intacta.

De todas sus obras, la más reconocida y premiada es, por méritos propios “Paracuellos”. A lo largo de su vida editorial ha sido galardonada en varias ocasiones: Premio a la mejor obra en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona en el año 2000; y en Angoulême fue distinguida dos veces: en 1981 con el Premio al mejor álbum y en el 2001 con el Premio del Patrimonio del Festival, cuando Fluide Glacial publicó el recopilatorio que compilaba las dos primeras etapas de la serie la realizada a caballo entre los ’80 y ’90 y la segunda parte a finales del siglo XX. Aún quedaba una tercera, publicada entre 2016 y 2022, donde Giménez volvería a la serie para cerrarla desde la madurez con títulos como “Hombres del mañana”, “Las madres no tienen la culpa” y “Un “hogar” no es una casa”, que supuso el final de la serie.
Una serie que supone quizá la obra más importante del autor madrileño y que mañana se publicará la “edición total” de la misma a cargo de Reservoir Books en un cuidado volumen integral que comprende los nueve títulos que consta esta serie. La gran obra-río se presentará en un único tomo en formato álbum europeo de 596 páginas. Toda una vida en viñetas. La del niño que fue Carlos Giménez cuando pasó su infancia en varios hogares del Auxilio Social de la España de posguerra de mediados del siglo XX. Una España gris, dura y violenta en la que los niños de clases humildes y huérfanos iban a esos internados regidos por la moral del régimen y la crueldad de sus métodos.
Ese fue el entorno de los niños que crecieron en los Auxilios Sociales de la época. Uno en el que ha pesar de la dureza y los castigos corporales, se forjaron amistades inquebrantables y se vivieron anécdotas. De ellas se ha nutrido Carlos Giménez, de las que vivió el mismo y sus compañeros y amigos. Son las que ha ido contando durante estos casi cincuenta años en estos tebeos. Dibujadas con precisión y narradas desde la cercanía.

Así se conforma esta suerte de pedazo de memoria colectiva de la historia reciente de España. Las “historias de niños pobres” (como en algún momento se refirieron a las primeras historietas publicadas de la serie) han calado en varias generaciones que las han leído. Por la realidad intrínseca que transmite cada una de sus viñetas, por las sensaciones que desprende lo que se vivió en esa época en esos hogares: donde la infancia “se cuidó” con disciplina marcial y castigos severos, exponente de una época gris, dura y violenta, donde las heridas de la Guerra Civil Española aún estaban cicatrizando. Vestido con el trazo de un artista único: Carlos Giménez. Quizá el más grande de cuantos se han dedicado al cómic en España.

Estas 596 páginas suponen pues todo un retrato de época. Preciso y certero. Realizadas con magistral eficacia por Carlos Giménez desde 1976 hasta 2022. cuando que vio la luz su último álbum: “Un “hogar” no es una casa”. Un material que, en esta edición, ha cuidado Carlos González Pérez, el cual también escribe un acertado epílogo que brinda contexto a la obra, junto a otros textos del propio Carlos Giménez. Conviene pues acercarse a este “Paracuellos” con la atención que merece, por lo cuidada de esta edición cincuenta aniversario. Por lo que encierran sus adentros: quizá el mejor tebeo español.
