Archivos Expiatorios. ¿has probado con homeopatía?

“Todo eran risas hasta que el cambio climático nos dejó sin chistes de náufragos”

No todos los tebeos te cambian la vida. Algunos solo te la señalan con el dedo, se ríen de ti, y luego te dan un abrazo irónico como diciendo: “tranqui, a todos nos pasa”. Archivos Expiatorios, el cierre glorioso de la colección de Flavita Banana, es precisamente eso: un espejo empañado de humor negro, ternura desencantada y verdades incómodas que no sabías que necesitabas leer… hasta que te hacen reír con la mandíbula torcida. Porque reírse con Flavita nunca es simple carcajada. Es una risa que viene con un pequeño nudo en la garganta, con esa punzada extraña que aparece cuando alguien te dice exactamente lo que no querías admitir.

Ahí es donde radica su genio. Flavita no inventa mundos, no crea dragones ni futuros distópicos: solo toma el bisturí del humor gráfico y disecciona la vida real, esa que huele a relaciones que se estiran como chicle, a feminismos en plena batalla cotidiana, a autoengaños en bucle y a pequeños fracasos envueltos en memes. Si alguna vez has dicho “estoy bien” mientras te desplomabas por dentro, este libro te entiende. Si alguna vez has vuelto con tu ex porque “ya qué más da”, este libro te representa. Y si alguna vez te has mirado al espejo pensando “¿por qué soy así?” mientras te reías, este libro es tu alma gemela en papel.

“Preferimos el concepto “dientes de bebida de avena””

En más de 200 páginas, reúne las viñetas más recientes de una Flavita en estado de gracia, que ya no necesita demostrar nada y se permite jugar, golpear, acariciar y punzar con una libertad maravillosa. Aquí no hay filtros ni dulzuras innecesarias: solo una lucidez brutal disfrazada de trazo simple. Y es precisamente esa economía de medios, líneas limpias, expresiones mínimas, poco color y mínimas florituras lo que convierte cada viñeta en un pequeño misil. Porque cuando todo sobra, lo que queda es lo que importa. Y lo que importa, en este caso, es cómo nos retrata. Mejor dicho: cómo nos desenmascara. La fórmula es aparentemente sencilla: una página, una imagen, una frase. Pero el efecto es profundo. Una tras otra, las viñetas construyen una sinfonía de ironía y ternura, de sarcasmo y melancolía. Un teatro de lo cotidiano en el que no hay héroes ni heroínas, solo personas atrapadas entre el deseo y la culpa, entre el la teoría y la realidad de tener que explicar por qué no quieres hijos, entre la independencia proclamada y la necesidad urgente de que alguien te conteste ese maldito mensaje. Flavita es una cronista de la vulnerabilidad moderna. Lo suyo no es solo humor gráfico, es antropología con lápiz fino. No necesitas conocer su vida para entenderla: con cada viñeta, parece que te conoce a ti. Y eso es lo que resulta tan mágico como perturbador. Porque no solo hace reír: hace que esa risa te atragante un poco. Que te deje pensando. Que digas “uy, eso soy yo” y luego sigas pasando páginas como quien hurga en su propia herida con gusto masoquista.

Riki Blanco, en el prólogo del libro, lo define con una lucidez que no necesita muchos rodeos: “Empieza con la risa, sigue con euforia y desconcierto, y termina con la certeza de haber asistido a la síntesis de un conflicto universal”. No le falta razón. Porque Flavita ha logrado algo que pocos logran: convertir el caos contemporáneo en un lenguaje compartido. Uno donde caben la rabia, el amor, el fastidio, la culpa, la alegría fugaz, el miedo a estar solo y las ganas de que alguien nos entienda… todo en una viñeta. Todo en una frase. Todo en un gesto mínimo.

“¿Horca, hoguera o cancelación”

La edición de Astiberri, como ya es habitual, está cuidada con mimo: un formato cómodo, resistente, pero con la elegancia justa para dejar que el contenido brille por sí solo. Las 208 páginas se deslizan con la ligereza de quien hojea algo divertido, pero se quedan como quien ha leído algo importante. Es un libro que puedes dejar en la mesita, regalar con cariño o consultar como si fuera un manual sobre la risa. Como detalle comentar que muchas de las viñetas incluidas en el libro fueron publicadas en el periódico El País.

Este tebeo pone broche final a una colección que ha crecido con sus lectores, que ha evolucionado con los años y que se despide no con pompa ni lágrimas, sino con una última carcajada. Pero no se va del todo. Porque este libro, como todos los buenos libros, se queda. Te persigue. Te visita en momentos raros. Te viene a la cabeza cuando ves un comportamiento absurdo (tuyo o ajeno) y piensas “esto lo habría dibujado Flavita”. Y entonces sonríes. Porque eso es también «Archivos expiatorios«: un registro portátil de consuelo irónico, empaquetado con la sobriedad editorial de quien sabe que a veces lo más potente no necesita gritar. Solo una línea, una mirada, y el resto… ya lo pones tú.

“A veces quien calla no otorga: se documenta”

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