No es por mí, es por Ti(nder): el amor y las apps.

Hay personas que por más que intenten fingir, las moscas que las rodean delatan la mierda

Félix Barrachina no dibuja personajes, dibuja espejos. No retrata historias, retrata un estado mental. «No es por ti, es por Ti(nder)» no es solo un tebeo, sino una tragicomedia donde el drama sentimental se codea con el absurdo digital, y donde el corazón late al ritmo de notificaciones muy ruidosas.

La protagonista de esta historia se llama Eme, una joven con la lucidez de quien ha aprendido a base de golpes de realidad. Eme posee la ironía de quien se ha reído de sus propias tragedias sentimentales tantas veces que ya podría poner un bar de tapas de amores vacíos. Eme sabe que está en una relación con fecha de caducidad, como un yogurt olvidado en el fondo de la nevera. Y lejos de resignarse, decide hacer lo que hacen millones de personas en pleno siglo XXI: abrir Tinder. Porque sí, ya no se conoce gente en la cola del súper ni en la biblioteca. Ahora se chatea. Hacia la derecha si te gusta. Hacia la izquierda si no. Todo tan simple como superficial. O tan superficial como profundamente complejo.

Nunca falta la sardina con aires de caviar

Barrachina nos mete de cabeza en ese universo digital de los perfiles con filtros, las biografías enigmáticas y las conversaciones que empiezan con «Hola, ¿qué tal?» y terminan, irónicamente, en la nada más absoluta. Pero el autor no cae en el cinismo barato. Aquí no hay sermones ni moralejas tipo «las apps nos están deshumanizando». Lo que hay es observación aguda, experiencia vivida (o al menos, excelentemente fingida) y una capacidad demoledora para captar el espíritu de una época donde encontrar el amor es tan difícil como elegir solo una serie para ver en Netflix.

En lo gráfico, el trazo de Barrachina es limpio, directo, sin florituras innecesarias. El dibujo acompaña con precisión a la trama: caricaturesco cuando toca burlarse del absurdo, expresivo cuando toca poner la lupa sobre las emociones. Los personajes secundarios, o más bien, los pretendientes de Eme, no son solo arquetipos: son fauna urbana con patas, una colección de criaturas entrañables y patéticas, tiernas y ridículas. Hay de todo en la viña del señor, como muchos decimos: desde gurús economistas hasta machos Alpha que se creen el centro del universo. Pero este comic no se queda solo en el gag fácil o en la anécdota sexual. Lo que lo convierte en una lectura entretenida es el viaje interior de Eme, una evolución que se cuece a fuego lento entre citas fallidas, sexo sin sustancia, descubrimientos y nuevas posturas hasta aparatos de toda índole y color. Porque Eme no busca solo sexo, ni siquiera amor. Busca conocerse. Y eso, en una sociedad como la actual, cada vez es más difícil de conseguir.

El vacío, que conceptualmente puede confundirse con la nada, es en realidad la reserva de infinitas posibilidades

Cada capítulo es una pequeña joya de observación contemporánea. A veces hilarante, a veces triste, a veces ambas cosas a la vez. Barrachina tiene ese don de los grandes cronistas de lo cotidiano: convierte la rutina en material literario, y lo hace sin pretensiones. Porque sí, ir a una cita con un tipo que solo habla de criptomonedas puede parecer una pérdida de tiempo, pero en manos del autor se transforma en una escena de comedia ácida digna de Woody Allen en sus mejores tiempos

A nivel de ritmo, el cómic no decae en ningún momento. Las viñetas fluyen como una conversación entre amigos con una copa de vino en la mano. Eso es parte de su magia: te ríes, asientes, te incomodas, y antes de que te des cuenta, estás leyendo sobre tus propias inseguridades a través de los ojos de Eme. Además, el título: «No es por ti, es por Ti(nder)» es una genialidad en sí misma. Una reformulación perfecta de la típica excusa cortante de ruptura, actualizada a la era del algoritmo de las aplicaciones de móvil. Porque, efectivamente, muchas veces no es por la otra persona. Es por el entorno. Es por el agotamiento de tener que gustar. Es por la presión de ser deseable. Es por el miedo a la intimidad. Es por las expectativas rotas, los likes que no llevan a nada y los perfiles que son pura fantasía pasado por un filtro de Photoshop. Es por el ruido. Y también por el silencio.

La magia aparece cuando la conversación se convierte en una danza peligrosa de miradas y deseo

La gran baza del cómic es que, al final, consigue lo más difícil: emocionar sin empalagar. Hacer reír sin cinismo. Y hablar de sexo sin caer en la vulgaridad. Es un retrato generacional que no se avergüenza de sus contradicciones, sino que las abraza. Y eso lo convierte en algo más que una historia de citas: es un manifiesto para toda una generación atrapada entre la inmediatez de la pantalla y el anhelo de una conexión real. Porque Eme, en su búsqueda aparentemente banal de placer y compañía, nos recuerda algo fundamental: que conocerse a uno mismo también implica perderse, equivocarse, dejarse llevar y, a veces, quedarse solo.

Este tebeo, editado por Tengu Ediciones, no da respuestas. Pero sí lanza muchas preguntas. ¿Quién soy cuando no encuentro conexión con nadie? ¿Qué busco realmente? ¿Dónde termina el juego y empieza lo real? ¿Y si el amor no estuviera al final del camino, sino en el propio trayecto? Al terminar «No es por ti, es por Ti(nder)«, uno no cierra solo un cómic: cierra una ventana a sí mismo. A su versión más neurótica, más esperanzada, más torpe, más sexy, más solitaria, más viva. Porque lo que hace Félix Barrachina con Eme no es simplemente contar una historia de citas, es ponerle nombre y cara al vértigo de sentir que no estás donde deberías estar, pero tampoco sabes dónde quieres ir. Y eso… eso somos todos, ¿no?.

No te rías, tú también estás en Tinder

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