Los Zazous: Je suis Swing

“Les cheveux tout frisottés
Le col haut de dix huit pieds
Ah ! Ils sont zazous !”
Johnny Hess – Ils sont zazous

Como canta Fito Cabrales en “Garabatos”, «hay canciones que te dan de frente y te señalan el camino”. Eso les pasó a muchos jóvenes europeos antes de la Segunda Mundial con el Swing y el Jazz, estilos de música que supusieron un soplo de aire fresco frente al ambiente opresivo de los totalitarismos. Fueron catalogados como “degenerados” por el nazismo, fue un símbolo de resistencia mientras el Berlín de entreguerras se diluía entre delirios imperiales y racistas. Esa disidencia musical, que escuchaba ritmos “extranjeros creados por negros”, era, más que un estilo, una actitud vital.

A modo de la antesala de lo que fue el Rock primigenio en los años cincuenta, el swing musicó la rebeldía adolescente veinte años atrás. En Europa el fenómeno se dio en un contexto mucho más hostil. Sirva de ejemplo los “Swingjugend” (“Chicos Swing”) alemanes, a los que el Tercer Reich no tuvo miramientos para, bien condenar a los chavales a campos de concentración, bien llevarlos a primera línea del frente para combatir. Un movimiento juvenil y cultural que quedó bien reflejado en 1993 en la película “Rebeldes del Swing” (“Swing Kids”) de Thomas Carter.


“Le doigt comme ça en l’air
Le veston qui traine par terre
Ah ! Ils sont zazous !”

No solo en Alemania se dio este fenómeno. En Francia también tuvo su eco, con sus artistas atutóctonos, entre los que destacan el gran Django Reinhardt, Charles Trénet o Johnny Hess, entre otros. Artistas que pusieron banda sonora a esa resistencia adolescente frente a lo que implicaba estar en toda Francia, ya fuera en la zona ocupada o la colaboracionista con Berlín. Una resistencia cultural y estética fueron los Zazous, así se denominaban en el país galo a los fans del Swing. Una actitud individual frente a la opresión y propaganda totalitaria, que devino en un posicionamiento vital y de compromiso político conforme las autoridades intentaron estrangular la corriente estética juvenil. Llevando a muchos a situarse en los pequeños grupos de resistencia que iban floreciendo clandestinamente a lo largo y ancho de aquella Francia derrotada por el Tercer Reich.

“ Ils ont des pantalons d’une coupe inouïe
Qui arrive un peu au dessous des genoux
Et qu’il pleuve ou qu’il vente ils ont un parapluie
Des grosses lunettes noires et puis surtout
Ils ont l’air dégouté
Tous ces petits agités
Ah ! Ils sont zazous !”

En ese contexto histórico se sitúa “Los Zazous. Swing contra el nazismo”, el nuevo tebeo de Salva Rubio y Danide, recién editado por Norma. Nada más abrir sus páginas entramos de lleno en París el 14 de junio 1940, con la “ciudad de la luz” bajo el dominio del III Reich. Ahí conoceremos a Frankie, un joven que intenta sobrevivir como carterista, consiguiendo de esa manera los recursos para que puedan malvivir tanto él como su hermana pequeña.

El azar, transformado en “las fuerzas del orden”, lo llevarán a conocer un grupo de zazous. Uno tan variopinto como representativo. Donde detrás de los alias anglo de cada integrante hay un nutrido grupo que representa varios estratos de la juventud parisina de esa Francia ocupada. Una que buscaba en la música y el estilo la huida ante ese mundo oprimido por el nazismo y la pleitesía humillante de Pétain. Una juventud que, en un corto espacio de tiempo, se vio entre la espada totalitaria y la pared. Muchos se resignaron y se cortaron el pelo, siguiendo la corriente dominante. Otros, en cambio, tomaron conciencia al ver a sus colegas ser victimas de linchamientos, detenciones o asesinatos. Ya fuera por la policía colaboracionista o por las bandas de extrema derecha formadas una vez la esvástica ondeó en la Torre Eiffel.

La ficción ideada por Salva Rubio tiene sabor a verdad. Excelentemente documentada, refleja los usos y costumbres de aquella época oscura. Una en la que descubrimos a los Zazous a la vez que el protagonista de la obra, Frankie. Donde conforme la historia avanza, crece y se hace más rica en matices, huyendo de dicotomías simplistas y mostrando un amplio mosaico de personas que viviran esos años de ocupación, rebeldía adolescente, resistencia clandestina y combate a frente abierto. Todo en una aventura de una pieza, fiel en cuanto a documentación y sólida como relato de ficción. Que sirve tanto para entretener como para que conozcamos una época oscura aún reciente y latente.

Junto a Rubio, el arte de Danide hace fluir el relato de forma notable con un trazo que dota personalidad a cada uno de los integrantes protagonistas, llevándonos a las calles del París ocupado, dando una sensación de veracidad en cada viñeta. Consiguiendo un resultado orgánico, donde el color aplicado es un elemento esencial para que todo fluya en unas composiciones de página adictivas, consiguiendo una narrativa gráfica tan ágil como precisa. De esas que retienes en la memoria tras acabar su lectura.


Publicado en tres volúmenes («Les Zazous 1: All too son», «Les Zazous 2: You don´t know what love is» y «Les Zazous 3: Every time we say goodbye”) en el mercado franco belga por Glènat, Norma ha optado por presentar la obra directamente en formato integral. Con un estupendo prólogo firmado por Servando Rocha y acompañada de un “cahier” histórico de Salva Rubio, que sirve para que podamos ahondar más en el contexto histórico; las 192 páginas que componen “Los Zazous” arrojan un resultado tan compacto como fresco. Una oda a la libertad y la rebeldía frente al totalitarismo, mientras de fondo suenan las voces de, entre otros, Johnny Hess, Charles Trenet y la guitarra inmortal de Django Reinhardt, alternadas con clásicos de Duke Ellington.

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