El club de las Canguro 13. ¡Qué mala suerte, Mary Anne!: supersticiones adolescentes

Mary Anne, la secretaria del club, ha recibido una de esas cartas en cadena. De esas que indican que el remitente vuelva a enviarla a varias personas para continuar y amplificar la serie de cartas. De lo contrario, ya se sabe, tendrá mala suerte. Mary Anne, contra todo pronóstico, decide no enviar ninguna carta. Pasan los días y una serie de acontecimientos tienen lugar: accidentes domésticos, cosas que salen mal. Y no solo a ella, sino a otras miembros del club. ¿Será una cuestión de mala suerte? ¿Tendrá algo que ver con la dichosa cadena postal a la Mary Jane no quiso dar continuidad?

La respuesta espera en “El Club de las Canguro 13: ¡Que mala suerte, Mary Jane!” (“The Baby-sitters Club – Mary Anne’s Bad Luck Mystery”), el último cómic editado por Maeva de la célebre serie creada por Ann M. Martin. En esta ocasión contando con Cynthia Yuan Cheng para adaptarlo a las viñetas, junto al color de Branden Lamb y Hank Jones.

Como suele ser habitual en esta serie, “¡Qué mala suerte, Mary Anne!”, se antoja una lectura ideal para esa época en la que la infancia se va abandonando para la entrada de la adolescencia. En estas páginas, las jóvenes lectoras encontraran una nueva aventura de las protagonistas del club. Una peripecia bañada en cotidianidad y con ese punto de identificación que conectará con sus receptoras,

En esta ocasión el arte está a cargo de Cynthia Yuan Cheng, con un estilo más sintético que alguna de sus predecesoras, pero igualmente efectivo. Pues se mantiene, a grandes rasgos, el tono de la serie, mientras que dota de unas viñetas ágiles en lo referente a narrativa. El color, a cargo de Branden Lamb y Hank Jones, mantiene los tonos de anteriores volúmenes, dando en lo cromático una sensación de continuidad al resultado final.

A lo largo de sus 176 páginas, traducidas por Ana Belén Fletes Varela, se configura este cómic. Plagado de supersticiones, ya desde el número de la colección, (¡El 13!) y misterios. Pero con el saludable tono “marca de la casa” de la serie. Un tono ideal para esas lecturas de final de infancia, justo antes de ser adolescente. De cuando se buscan lecturas sobre la siguiente etapa de la vida. Lecturas que son, en esencia, didácticas, por los valores que llevan implícitos sus viñetas, y a la vez divertidas. Quizá sea ese el misterio que tiene “El Club de las Canguro” para mantenerse en la brecha década tras década.

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