Spiderman: La Sombra del Duende Verde. El pasado de la familia

Hay algo especial en las historias de los inicios de Peter Parker. No me refiero al clásico “me picó una araña radioactiva y ahora puede subirme por las paredes”, sino a esas historias donde Peter todavía está aprendiendo a ser Spider-Man, mientras lidia con el duelo, la pobreza, la presión social, los trabajos basura, y, cómo no, con la colección de villanos más neuróticos y peculiares del universo Marvel. En «Spiderman: La Sombra del Duende Verde» («Spider-Man: Shadow of the Green Goblin«), el incombustible J.M. DeMatteis vuelve a demostrar que conoce a la perfección la psicología de Peter Parker. Con el arte de Michael Sta. Maria y coloreado por Chris Sotomayor, asistimos a uno de los momentos más difíciles y más humanos del joven superhéroe arácnido. Este es un Peter que aún no ha encontrado el equilibrio, el humor es casi una máscara, y lo único que no se tambalea en su vida… son sus telarañas. ¿Qué tenemos aquí? Aparte de traumas y duelos, claro. Pues a un nuevo (viejo) monstruo: Neils van Adder, el Proto-Duende, un pobre tipo que decidió aceptar ser la cobaya de Norman Osborn, y terminó siendo un grotesco prototipo de lo que llegaría a ser el Duende Verde.

Estos 4 números nos llevan a los primeros días de Peter Parker como Spider-Man. Aún está tambaleándose, como un acróbata sin red, apenas unos meses después de la muerte del Tío Ben. Está intentando entender quién es, mientras lidia con ese pequeño detalle de ser el amigable vecino Spider-Man. Por otro lado, tenemos a Harry Osborn y Gwen Stacy, quienes están intentando mantener sus mundos personales en pie mientras los cimientos familiares se les desmoronan. Pero la vida, que nunca se detiene ni para los superhéroes ni para los adolescentes atribulados, decide que aparezca ese monstruo en su camino: el primer sujeto de pruebas del suero de Norman Osborn, y ahora una criatura deformada por su mutación que solo busca venganza.

En estos tebeos da la sensación de que DeMatteis nos preguntara: «¿Creías conocer a Spider-Man?» Pues siéntate que esto se va a poner interesante. Y es que, sorpresa: este es un cómic de Spider-Man que mantiene cierta continuidad. Después de años de tramas de multiversos enloquecidos, clones o spidermans superiores este cómic llega como un respiro. Una historia sencilla, humana. Una historia donde Spider-Man hace lo que mejor sabe hacer: intentar salvar a todos, incluso cuando el mundo lo destroza a él por dentro. Porque este Peter todavía lleva el alma en carne viva. Todavía está lamiéndose las heridas de su mayor fracaso. Todavía ve la cara del tío Ben cada vez que cierra los ojos. Y eso en estas páginas se siente. Se palpa en cada pensamiento narrado, en cada golpe que lanza con rabia, en cada momento donde intenta aparentar que todo va bien con sus bromas mientras por dentro se está desmoronando. Es Peter Parker en su estado más puro: quebrado, pero decidido.

Uno de los momentos más tiernos, y a la vez demoledores, llega cuando Peter acude como Spider-Man a una fiesta de cumpleaños infantil. El niño en cuestión lo odia, lo llama «falso», le arruina el espectáculo. Y Peter, harto, está a punto de marcharse hasta que la madre le cuenta que el pequeño está de duelo por su padre. ¿Y qué hace nuestro héroe? Lo lleva a volar por toda Nueva York, le regala una experiencia inolvidable. Porque Spider-Man es eso: un tipo que, incluso cuando está hecho trizas por dentro, decide hacer del mundo un lugar mejor para los demás. Aunque sea por cinco minutos. Y eso es lo que más brilla en este tebeo: su humanidad. Peter. Gwen. Harry. Todos están muy mal, todos están peleando sus propias batallas, muchos sin saberlo. La sombra de Norman Osborn es esa neblina tóxica que lo infecta todo, incluso antes de que se ponga la máscara de Duende Verde. Y sí, Norman aún no se ha transformado en ese demonio volador que todos conocemos, pero ya se insinúa en cada gesto, en cada decisión, en cada puñalada por la espalda que da. Su veneno ya corre por las venas de su historia.

Luego está Neils van Adder. Transformado en el Proto-Duende, una abominación de musculo y rabia. Manipulado, claro, por alguien que nunca esperarías. El resultado es una tragedia personal donde, en medio del conflicto entre padres monstruosos y niños rotos, Spider-Man intenta atar cabos. Porque sí, esta historia nos la cuenta un Peter mucho más adulto, que ha ido descubriendo con el tiempo lo que en realidad estaba pasando mientras él solo veía la superficie. Esto es lo fascinante de este comic: es una historia que parece construirse como un puzle a posteriori. El lector sabe lo que Peter no sabía entonces. La historia se mueve entre los hechos y su reinterpretación posterior, como si Peter estuviera investigando su propio pasado. Esto le da un aire casi detectivesco, sin perder la esencia emocional.

En lo gráfico, Michael Sta. Maria cumple a la perfección con su trabajo. Mezcla el tono vibrante de Spider-Man con una textura más sucia, más realista. Es como si estuviéramos viendo a nuestro amigo arácnido saltar por un Nueva York gris, lleno de cicatrices. Los diseños de los villanos son brutales, con los suficientes detalles para que guste tanto al lector clásico como al nuevo aficionado que se acerque al trepamuros. El trabajo de Chris Sotomayor en el color es el pegamento que une todo este mundo gráfico con coherencia. Un gran equilibrio entre luz y sombra, entre lo juvenil y lo monstruoso.

Pero eso no es todo, en este tomo llega el complemento perfecto: «Peter Parker: Spider-Man Minus One«, guionizado por el siempre fiable Howard Mackie y dibujado por Dan Fraga junto con Scott Hanna y Gregory Wright. Una obra realizada en 1997 donde tenemos otro vistazo a los días anteriores a que Peter se convierta en Spider-Man, con un enfoque algo más clásico, pero no por ello menos efectivo. Después de leer este relato está claro que de aquí surgió la idea de la serie anterior. Donde veremos poco a Peter y mucho tanto a Norman como a Neils van Adder. Al igual que la aparición del padre de Gwen y su relación con el loco del Duende Verde.

Editado por Panini, con traducción de Santiago García, este volumen es como abrir un álbum viejo de fotos y darte cuenta de que tu superhéroe favorito ha pasado por más de lo que creías. Y sin embargo, aunque Peter está lanzando telarañas, sufriendo, creciendo, tratando de no romperse mientras el mundo le exige que sea adulto a la fuerza, la verdadera tragedia, el auténtico eje de esta historia es Neils van Adder. Un hombre convertido en monstruo. Un sujeto cualquiera que, por cruzarse con Norman Osborn y su locura empresarial de poder, fue transformado en algo que ni él mismo puede entender. Esta historia no es sobre el héroe que salva el día. Es sobre el hombre que perdió su humanidad, su cuerpo, su futuro y su familia por confiar en las personas equivocadas. Un hombre que solo quería ser curado, ser amado, ser libre… y terminó siendo un peón a «la sombra del Duende Verde«.

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