A bocajarro: Thriller urgente

De acuerdo con el Diccionario de la lengua española, se entiende “a bocajarro” como la locución adverbial que indica por un lado, proximidad y, por otro, algo que ocurre de improviso, de repente. Igualmente, en criminalística, es el contacto con el cuerpo sobre el que se dispara. El tebeo que hoy nos ocupa, “A bocajarro (Rud & Lola)”, de David Braña, Jordi Zapata y Adrián Monferrer, reúne en su título las tres acepciones que hemos citado. Pues su historia nos habla de algo cercano, como pueda ser un relato que ocurre en cualquier extrarradio de carretera, entre polígonos industriales y luces de neón. Donde lo sórdido es terreno para negocios para quien no tenga escrúpulos.

En ese escenario aparecerá el protagonista, Rud. Un hombre que cumple cuarenta años envuelto en la rutina que le ha llevado por la vida. Una rutina que está a punto de verse quebrada la noche de su aniversario. Pues lo peor está por llegar, irrumpiendo de repente. Como un catalizador de los peores temores, pero a la vez como una señal que, más allá del shock, servirá para despertar del letargo. Mientras tanto, el protagonista se verá envuelto en una situación que, a priori, le supera. Poniendo en jaque su lánguido estatus quo, dejando todo alterado. Esos cambios se pueden personificar en Lola, la otra protagonista. Causa y motor del cambio, pero a la vez víctima de un sistema explotador en el sentido más contundente del término.

De forma tan inesperada como efectiva, el tebeo nos mete de lleno en la trama, como una bala contra la piel. Dejando la atención cautiva hasta la última página, David Braña firma un guion absorbente donde maneja con oficio los resortes del noir. A su lado, Jordi Zapata dibuja con certera agilidad gráfica las páginas con el ritmo preciso que demanda este relato. Bañado por los colores de Adrián Monferrer, que potencian esta “Noche de acción” en cada uno de sus instantes.

Como un disparo en medio del silencio, captando la atención de todo aquel que lo oye. Así se presenta este cómic. Con los elementos propios del buen género negro. Con los recursos gráficos de un relato bien plasmado en páginas y viñetas al servicio de lo que cuenta. Con sabor urbano y un desarrollo veraz, el recorrido que propone es uno muy grato de leer. Por lo bien medidos y expuestos que están los recursos y elementos sembrados en su senda. Tanto los gráficos como los literarios. Incluyendo la rotulación de El Torres, que nos recuerda porque “poner texto en unos bocadillos” sigue siendo un arte que puede hacer más grande el relato que se rotula.


Sus 64 páginas, envueltas en la solvente edición en cartoné de Cartem, conforman pues un efectivo noir, un thriller urgente. De los que resultan de una pieza. Llenos de ese oficio y encanto que imposibilitan no dejar de leerlos hasta llegar al final. Esa es la fortaleza de la historia de Rud y Lola, que irrumpe de repente y, a la vez, atrapa a quien es testigo de ella, penetrando, metafóricamente, en la piel. Y lo hace como su título indica: “A bocajarro”.

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