“Un hombre hace lo que debe hacer a pesar de las consecuencias personales, a pesar de obstáculos, peligros y presiones. Y esa es la base de toda moral humana”
John Fitzgerald Kennedy
Si hay algo que todos los aficionados del cómic podemos reconocer, es que el Capitán América ha tenido más etapas que un festival de música, pero pocas tan memorables como las que nos dejaron Roger Stern y John Byrne. Con apenas un puñado de números, esta dupla legendaria nos entregó una de las versiones más queridas del Centinela de la Libertad, combinando acción, personajes icónicos y un desarrollo que, aunque breve, dejó huella en el corazón de los lectores. Este Marvel Gold publicado por Panini Comics, que recopila los números Captain America #247-266 y el Annual #5, es la muestra de ello.

Desde el primer número de su etapa, Stern y Byrne deciden no perder el tiempo y nos lanzan al ruedo con la irrupción de un enemigo de los de toda la vida: el temible Barón Strucker. Pero como no es suficiente con un villano reciclado, también aparecen el Hombre Dragón y el Forjador de Máquinas, porque si algo necesita el Capi, son más problemas. La genialidad de Stern radica en atar cabos sueltos y aclarar algunas de las incoherencias que habían quedado en el camino. Si alguien puede hacer que la historia de Steve Rogers tenga más sentido, es este guionista. Y hablando de cosas que podrían no tener sentido, tenemos un punto muy curioso de esta etapa: el intento de Steve Rogers de convertirse en dibujante autónomo. Sí, así como lo lees. En un intento por llevar una vida más normal, nuestro héroe decide probar suerte como ilustrador freelance. También conoceremos a su nueva pareja sentimental, Bernie Rosenthal, que no tuvo precisamente el impacto de otros personajes en la vida de Steve.
Si hay una historia que destaca en esta etapa, es sin duda la del número #250. En este mítico cómic, el líder del Nuevo Partido Populista tiene una idea tan brillante como absurda: convencer al Capitán América de que se postule como presidente de los Estados Unidos. ¿Un superhéroe como comandante en jefe? En su momento parecía algo muy peculiar pero el desarrollo de la trama es simplemente magistral. Vemos a diferentes personajes reaccionar ante la posibilidad, desde sus compañeros Vengadores hasta el siempre «encantador» J .Jonah Jameson, quien probablemente ya tenía un titular sensacionalista preparado. Por supuesto, al final Steve rechaza la oferta con una gran frase de John Fitzgerald Kennedy , porque si vas a declinar la presidencia, al menos hazlo con estilo. Lo curioso es que, aunque esta historia pudo parecer descabellada en su momento, en la actualidad no nos sorprendería ver a un famoso youtuber o a una estrella de cine en la Casa Blanca.

Después de todo el revuelo presidencial, tenemos un enfrentamiento bastante ligero con Batroc y Mister Hyde, que, aunque no es el punto más alto de la etapa, nos da unas buenas dosis de acción y patadas voladoras. Sin embargo, las cosas vuelven a ponerse interesantes cuando el Capi se une a Union Jack para enfrentarse al Barón Sangre. Y aquí viene la parte que nos hace preguntarnos «¿por qué no hicieron esto antes?»: un Capitán América vampiro. ¿Te imaginas? Lamentablemente, no nos dejaron verlo convertido en criatura de la noche, pero el tono oscuro de esta historia le da un aire esas historias de monstruos clásicos que se agradecen. Cuando Stern y Byrne abandonan el barco, la serie entra en una fase de transición con un desfile de autores. Gene Colan nos ofrece un relato fantasmagórico, Mike W. Barr pone al Capi contra Hulk (como si no tuviera suficientes problemas), Chris Claremont lo baja a la realidad con historias más terrenales, Jim Shooter nos mete de lleno en el problema de los nazis modernos y Al Milgrom decide que sería divertido poner al Centinela de la Libertad en la cárcel. Es una montaña rusa de historias sin una dirección clara, pero algunas tienen su encanto. Y eso siempre es de agradecer.
En las últimas páginas del tomo aparecen J. M. DeMatteis y Mike Zeck, quienes le imprimen a la serie una personalidad más definida. Ponen los puntos sobre las íes en su primera viñeta. Presentan al Halcón con el Capitán en un estado más que cuestionable, pero hay que admitir que marca el tono de lo que vendrá: una etapa en la que el desarrollo personal de los personajes juega un papel clave. Y como no podía faltar un gran villano, aquí tenemos al temible Cráneo Rojo dominando la escena, acompañado de otros conocidos como el Ameridroide y Nómada. El componente nazi en esta fase se intensifica, dándole a las historias un aire más serio y oscuro. Sin embargo, tras unos números interesante, la serie vuelve a entrar en una zona de altibajos cuando David Anthony Kraft se une a Zeck para cerrar el volumen.

La combinación de Stern y Byrne, seguida por DeMatteis y Zeck, nos deja con un periodo del Capitán América que, si bien no es el más largo ni el más trascendental a nivel argumental, sí es uno de los más disfrutables, como bien explica Raimon Fonseca en la introducción del tomo. Desde enfrentamientos clásicos hasta momentos que nos hacen reflexionar sobre la naturaleza del héroe, este volumen con traducción de Eduardo Braun y Gonzalo Quesada, tiene todo lo que hace grande al personaje. Porque al final del día, el Capitán América no es solo un tipo con un escudo y un traje de barras y estrellas. Es un símbolo de resiliencia, justicia y honor. Es el héroe que nunca se rinde, el que siempre está dispuesto a levantarse después de cada golpe. Ya sea enfrentando a Cráneo Rojo, rechazando la presidencia o simplemente tratando de pagar las cuentas con su efímera carrera como dibujante, Steve Rogers representa la lucha constante por hacer lo correcto en un mundo que muchas veces no lo es. Y si eso no es el espíritu del verdadero héroe, entonces no sé lo que será.
