La Guerra de Charley. Compañeros de Armas: La crudeza de las trincheras

“Tengo un trabajito para ustedes esta noche.
Contar los muertos en tierra de nadie…”

Cartem cómics continúa recuperando “La Guerra de Charley” para el mercado español. Tras “El chico soldado”, que ya ha contado con una reedición, llega el segundo volumen que compila la serie de Pat Mills y Joe Colquhoun publicada en el Reino Unido entre 1979 y 1986 y que está considerado como uno de los primeros cómics que aplica un tratamiento descarnado a los horrores de la guerra.

Situado en la Primera Guerra Mundial y protagonizado por un joven soldado que se alista por ideales, somos testigos en sus páginas de lo dantesco que fue ese conflicto. Donde los soldados no eran más de carne de cañón en campos de batalla con olor a gas y a cadáver. Donde la obediencia necia condujo a muchos a la muerte y donde la necedad de muchos mandos condenó a sus tropas.

Así lo vimos en el primer volumen, mientras Charley iba descubriendo que, en la guerra no hay épica, solo muerte y destrucción. Más que una aventura, este es un tebeo de supervivencia en un mundo hostil, y las 336 páginas de “La Guerra de Charley. Compañeros de armas” (“Charley´s War. Brothers in arms”) mantienen con firmeza ese leitmotiv.

Si en el primer volumen la batalla de Somme (1916) marca el punto de inflexión, en este caso el punto álgido es la cruenta batalla de Verdún del mismo año. Contada por un desertor, Azul, a Charley mientras éste está de permiso en Londres. Todo un logro de Pat Mills el de crear a este personaje y caracterizarlo con unos rasgos más descreídos que los que tiene el ingenuo joven soldado, cuya inocencia ya está tocada al haberla manchado ya del barro y sangre de las trincheras.

Durante varias entregas de la serie el protagonismo fue compartido, logrando quizá uno de los (muchos) puntos álgidos de la serie. Esta saga permitió, además de adentrarse en la mente de un desertor y comprender sus motivaciones, ver las miserias de la población civil en tiempos de guerra, pues Mills retrata a la perfección esos días de bombardeos y carencias de la clase popular. Mientras que en las calles, la policía militar busca desertores y los desaprensivos buscan oportunidades de hacer dinero rápido a costa de las desgracias de muchos. Todo esto aparece de forma orgánica en el relato, dando mayor contexto y amplitud a lo contado.

En lo gráfico, Joe Colquhoun siguió manteniendo el nivel de excelencia en estas entregas que fueron semanales. Perfilando no solo el horror bélico, sino la miseria humana en muchas acepciones. Tanto la evidente de la guerra como la soterrada de retaguardia. Dotando de humanidad a cada uno de los personajes que dibujaba y una sobria expresividad perfilada en unas tintas que mantienen toda su fuerza sin necesidad de color. De hecho, las páginas que se colorearon en su momento, y que aquí aparecen igualmente a color, quizá le resten intensidad al dibujo. Y es que Colquhoun ya llegaba al máximo con las tintas, no necesitaba de colores que diluyeran su fuerza. Por suerte la mayoría de páginas del volumen se publicaron así y en esta edición las podemos disfrutar.

Las 336 páginas de “La Guerra de Charley. Compañeros de Armas, traducidas por Víctor M. García de Isusi, recorren todo el material publicado entre el 1 de noviembre de 1980 y el 17 de julio de 1981 en “Battle Action”, repartido en entregas de cuatro páginas. Si bien estamos ante un relato que se lee de corrido, sin que se note en exceso la fragmentación serializada para la que fue concebido: un alegato antibelicista que no escatima esfuerzos en demostrar lo absurda y horrible que es la guerra.

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