Sherlock Holmes y el misterio del Tíbet: pulp elemental

En la biografía de Sherlock Holmes destacan tanto los periodos escritos por su autor, Sir Arthur Conan Doyle (Edimburgo, Escocia, 22 de mayo de 1859 – Crowborough, Inglaterra, 7 de julio de 1930), como los años de “silencio” que dejó al personaje. Es lo que se conoce como “El gran hiato” dentro del canon “Holmesiano”. Datado por el propio autor entre 1891 y 1894,  comienza cuando el célebre detective muere aparentemente en “El problema final” (1891) en el combate con su archienemigo Moriarty. Un clímax agridulce para muchos de los aficionados  que leían con avidez las aventuras del investigador privado de la calle Baker Street, hecho que provocó su retorno ocho años después con “La casa vacía (“El regreso de Sherlock Holmes)”.

Sin embargo, Doyle mantuvo un periodo oscuro en la biografía de Holmes. El que va de 1891 a 1894, estableciendo que, durante esos años, en soledad, se dio por muerto al detective,. Un periodo en el que, sin la compañía de su inseparable Watson, Holmes viajaría y se mantendría al margen de los focos. Una etapa que queda, pues, en nebulosa y puede permitir, con las dosis de creatividad necesarias, poner al detective en nuevas tesituras enriqueciendo su biografía.

Eso es lo que hicieron Sergio Colomino y Jordi Palomé en “Sherlock Holmes y la conspiración de Barcelona” y “Sherlock Holmes y el legado de Moriarty”. Dos comics situados en ese periodo en el que un Holmes de incognito vivía nuevas aventuras situadas en “El gran hiato”. Mezclando elementos detectivescos con otros más propios de relatos de espionaje, estos dos tebeos fueron un soplo de aire fresco para los fans del detective de Baker Street. A ellos se suma ahora esta tercera aventura: “Sherlock Holmes y el misterio del Tíbet”, recién publicada por Norma Editorial.

Un tebeo que sitúa la acción tras lo acaecido en “el legado de Moriarty”, con Holmes en el Tíbet alojado en un monasterio budista. Allí será testigo de un misterio atroz que ha provocado la carnicería de un pueblo e irá a investigar. Pero en esta ocasión no presenciaremos una investigación detectivesca al uso, sino una sucesión de peripecias en la mejor tradición pulp. Pues Colomino va a introducir en el guion varios guiños a la ficción literaria de finales del siglo XIX. También hay algún que otro homenaje a la obra de Hergé.  Así se encuentran elementos propios de Arthur Conan Doyle, Rudyard Kipling o, entre otros, H. G. Wells junto a otro mito popular del Himalaya.  “El Misterio del Tibet” los acoge en un relato contextualizado con oficio, tanto en lo histórico como en su localización. Conformando así una aventura con sabor a clásico en la que las sorpresas, que no desvelaremos, están bien sembradas y servidas, dejando un buen sabor tras su lectura.

El sobrio trazo de Jordi Colomé, reforzado por el color de Romina Molist,  plasma este recorrido con efectiva fluidez a lo largo de páginas que nos sumergen en la aventura, que nos envuelven en la ambientación. Con el ritmo preciso en cuanto a secuenciación, van metiendo de lleno en la historia a quien lo lee, dejando en el ambiente un conseguido aroma a eterna aventura clásica.

Así es “Sherlock Holmes y el misterio del Tíbet”, recién editado por Norma en un volumen en cartoné de 160 páginas. Un tebeo muy disfrutable no solo para los fans de la creación de Sir Arthur Conan Doyle, o para quien tenga querencia por la literatura de aventuras y de ciencia ficción de finales del siglo XIX. Este es un cómic que puede seducir a cualquiera que guste de aventuras clásicas, bien armadas en concepto y desarrolladas con sencilla fluidez. Con sabor a buen pulp en su acepción más elemental.

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