Black Hammer: El Fin. Rotundo punto final

Si hay algo que Jeff Lemire ha demostrado a lo largo del tiempo que ha durado Black Hammer es que entiende el cómic de superhéroes en todas sus facetas: el drama, la acción, la nostalgia y, sobre todo, la humanidad de sus personajes. Estos tebeos siempre han sido una carta de amor al medio, una historia que recoge lo mejor de décadas de tradiciones superheroicas y las mezcla con un toque propio, creando un universo fascinante que nos ha atrapado a miles de lectores. Ahora, con «Black Hammer: El Fin» (Black Hammer: The End), Lemire y Malachi Ward, junto con Bryce Davidson, nos entregan la conclusión de la saga en un volumen que no solo cierra las tramas principales, sino que también funciona como una celebración de todo lo que la serie ha representado hasta ahora.

Desde el principio, Black Hammer ha girado en torno a la idea del legado, la familia y el sacrificio. Sus personajes, inspirados en arquetipos clásicos del cómic, siempre han estado marcados por el destino y por la necesidad de encontrar su lugar en un mundo que no siempre los acepta. Con cada volumen, Lemire ha expandido este universo, llevando a los protagonistas a distintos mundos, realidades alternativas y situaciones cada vez más complejas. Pero todo tiene un final, y este volumen llega como la conclusión definitiva a la saga. Aquí encontramos dos tramas principales que convergen en un clímax espectacular. Por un lado, tenemos la reunión de la familia Weber en la famosa granja, un regreso que recuerda a esos primeros números de la serie. Además de ver la evolución y lo lejos que han llegado esos personajes. Por otro, se desarrolla la gran batalla contra el Anti-Dios, la amenaza definitiva que pone en jaque a todos los héroes. Esta dualidad entre la calma y la tormenta es un reflejo perfecto del estilo de Lemire: una combinación de introspección emocional y espectáculo pirotécnico digno de los mejores eventos del cómic de superhéroes.

Ese conflicto contra Anti-Dios es un homenaje directo a las grandes historias del cómic mainstream, especialmente a la celebrada «Crisis en Tierras Infinitas» de DC Comics. Lemire y Ward construyen una historia donde las reglas del multiverso están en juego y donde el sacrificio se convierte en una necesidad. Aunque la acción es impactante, el alma sigue siendo la historia de la familia Weber. Lucy, su hija y el resto de los personajes encuentran en la granja un refugio, pero también un lugar donde deben enfrentar su pasado. Con todos estos hilos se teje esas relaciones en muchas de sus obras y aquí no es la excepción. La relación entre Lucy y su hija es especialmente conmovedora, mostrando cómo el legado de martillo negro afecta no solo a quienes portan el martillo, sino a quienes los rodean.

Si el guion de Lemire es una sobredosis de multiversos chocando en una autopista de realidades alternativas, el dibujo de Malachi Ward es la gasolina que prende fuego al caos. Ward no solo logra que cada página tenga la energía de un big bang comprimido en tinta, sino que además maneja los cambios de tono con la precisión de un cirujano del espacio-tiempo. Cuando toca momentos épicos, cada viñeta parece sacada de un mural intergaláctico pintado por dioses. Cuando toca terror cósmico, sus sombras parecen murmurar secretos prohibidos en un idioma que solo el coronel Weird podría entender. Pero lo mejor de todo es cómo maneja los personajes. Los héroes, los villanos y los «¿qué demonios es esa cosa?» se sienten vivos, expresivos, y llenos de personalidad, incluso cuando están atravesando realidades que colapsan como castillos de naipes en un tornado de antimateria. Junto con este espectacular trabajo se unen a la orquesta unos cuantos titanes del cómic como Tonči Zonjić, Tyler Crook, Caitlin Yarsky, David Rubín, Max Fiumara y Wilfredo Torres. Ofreciendo ilustraciones de cada capítulo donde veremos una mezcla de estilos tan diferente como si hubieran salido cada uno de una realidad alternativa.

«El Fin» supone un cierre redondo, como se puede comprobar en las 176 páginas de la edición en castellano de Astiberri. Si bien se intuye que Lemire no está completamente listo para dejar este universo atrás. Por todo esto, si has seguido a Martillo Negro desde el principio, este final te dejará con una mezcla de satisfacción y nostalgia. Si nunca has leído la serie, este es un buen momento para sumergirte en el mundo situado en Spiral City. Sin duda, «Black Hammer» se despide por todo lo alto, recordándonos por qué nos enamoramos de esta historia el primer día. Y aunque el guionista canadiense dice que esta es la conclusión, algo me dice que este universo aún tiene muchas historias por contar. Mientras tanto, disfrutemos de este final, que es, sin duda, un caramelo dentro del género de la fantasía y la ciencia ficción.

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