
No puede ser real. Tiene que ser un sueño. Ingrid sabe que lo que experimenta pertenece al terreno de lo onírico. Esas visitas de un extraño ser que acelera su pulso, que hacen estremecer su piel… Poco sabe de ello su marido, Roland, el alguacil del pueblo, el cual es experto en detectar brujas. Tras la noche llega, el frio del alba. Y con el día, la quema de una bruja «detectada» en el pueblo. Es la época que vive Ingrid, llena de superstición y represión. Donde una mujer, más que sentir, se ha de “comportar” de acuerdo a los cánones de la moral puritana.

Ingrid es la protagonista “Somna”, escrito y dibujado por Becky Cloonan y Tula Lotay. Un potente y solvente thriller que se desarrolla entre lo sobrenatural y lo erótico y que, por lo compacto que se presenta, no dejará indiferente a nadie. Con influencias del terror cinematográfico de “El general Witchfinder” y, por extensión, de todo el cine donde se ha tratado el tema de la brujería en contextos puritanos, “Somna” se yergue como un relato de una pieza. De los que asimila de forma orgánica las raíces del género y las complementa con nuevas capas de lectura y significado, ahondando en las cuestiones íntimas y oníricas tanto como en las sobrenaturales y aterradoras.

Íntimas en el sentido de que no renuncia a mostrar el deseo femenino con un prisma de naturalidad que lo baña de esa verdad literaria que solidifica los buenos relatos. Oníricas, porque la mitad de la trama transcurre en los terrenos de la ensoñación, que son los que Tula Lotay se ha encargado de bañar con su mágico arte, seduciendo en cada viñeta, entre lo sensual y lo sobrenatural.

De los momentos terrenales se encarga el lápiz y tinta de Becky Cloonan, aportando esa frescura y fuerza tan característica de ella. La que aplica para llevarnos con efectivad a los momentos de vigilia de Ingrid, retratando en toda su crudeza la sociedad del siglo XVII, entre lo puritano y lo tenebroso. Plagadas de una fuerza narrativa notable, maximizada por encuadres y composiciones tan sobrias como rotundas, con un rumbo certero que guía con precisión al ojo de quien lea esas páginas.

Unas en las que lo sobrenatural queda, a priori, en la parte que asume Tula Lotay con solvente encanto y en las que parte del terror está presente. El otro, el que más miedo da, es el que está en el terreno de lo real, como en los buenos thrillers. Del color, maximizando las sensaciones que produce el relato, se encargan Lee Loughridge, Dee Cunniffe y la propia Tula Lotay, dando los tonos emocionales que precisa una historia de este calibre. Acertadamente ambigua y sensitiva, en el sentido más carnal del termino. Pues lo que aquí espera deambula entre el deseo y la represión, entre el miedo y la superstición, entre la rigidez y el anhelo. Manifestándose tanto de forma onírica como terrenal… como cualquier apetencia íntima.

Ese es el viaje que propone “Somna” a lo largo de las 200 páginas que componen el cuidado volumen que presenta Norma en castellano con traducción de Gema Moraleda. En formato cartoné, a la altura del contenido que contiene. Además del solvente relato editado originalmente en Estados Unidos por DSTLRY, el volumen se acompaña de jugosos extras gráficos como bocetos y páginas preliminares de Lotay y Cloonan, así como de las reproducciones de las portadas, principales y algunas variantes, de la edición norteamericana, a cargo de Joëlle Jones, Junko Mizuno, E.M. Carroll, Julián Totino Tedesco, Emma Ríos, Anwita Citriya y las propias Cloonan y Lotay. Toda una guinda gráfica para este viaje onírico y sobrenatural, carnal y sensual, terrorífico y metafórico. De los que conviene recorrer por la brillantez que Clonan y Tolay han desplegado en sus páginas.
