
Prepárate para un viaje sin frenos a través del infierno radiactivo que es «La Tierra Maldita«(The Cursed Earth), esa saga maldita y sin pelos en la lengua que, Pat Mills, John Wagner, Chris Lowder, Mike McMahon y Brian Bolland nos ofrecieron en su máximo esplendor. Con una dosis extra de locura que ni los dioses de la burocracia se atrevieron a soñar. Aquí, en pleno año 2100, Mega-City Dos se ha convertido en un puto caos: un virus asesino ha transformado a la gente en auténticos zombis furiosos, dispuestos a morder, destrozar y, claro, acabar con sus propias vidas. Y para rematar el desastre, Juez Dredd, el intransigente paladín de la ley, tiene la misión imposible de llevar la vacuna de costa a costa a través de la baldía de Medio América, conocida vulgarmente como «La Tierra Maldita».
Ese virus asesino convierte a los ciudadanos en bestias rabiosas antes de mandarlos a criar malvas. Solo una cosa puede salvarlos: una vacuna que se encuentra en Mega-City Uno. ¿La solución? Mandar al tipo más duro, inflexible y armado hasta los dientes que existe: el Juez Dredd. ¿El problema? Entre él y su destino hay una franja de tierra devastada por la guerra nuclear. Un páramo infernal donde los McDonalds y los Burger Kings han pasado de las hamburguesas a la guerra, las ratas pueden acabar en un abrir y cerrar de ojos con cualquiera, y la aparición de tiranosaurios siempre es un punto a favor de cualquier tebeo. Dredd no va solo, claro. Se lleva a un grupo de compañeros, incluyendo a Spikes Harvey Rotten, un punk macarra con más chulería que neuronas, y un par de jueces que ayudan en lo que pueden porque, seamos sinceros, nadie más que Dredd está diseñado para sobrevivir a semejante viaje.

Lo que hace esta saga tan gamberra es que no se anda con chiquitas: además de la adrenalina pura y el desenfreno postapocalíptico, se nos regala la versión completa de los “capítulos prohibidos” que durante décadas quedaron enterrados por problemas legales. ¿La razón? Los guionistas se dieron el lujo de soltar puñetazos a personajes icónicos del marketing, sí hablamos de Ronald McDonald, Burger King, el Gigante Verde (personaje clásico de la publicidad sobre guisantes) o el muñequito de Michelin entre alguno más que se cuela en estas viñetas, demostrando que en este universo nada es sagrado. En cuanto a los artífices de este desmadre, Pat Mills, John Wagner y Chris Lowder no se guardaron nada en la manga y nos regalaron un guion tan retorcido como ingenioso. Es la mezcla perfecta de violencia sin censura, humor negro y crítica social que, con acento británico, te hace reír a carcajadas mientras te hiela la sangre. Cada episodio es una excusa para meter más caos, más violencia y más momentos de «¿pero qué demonios estoy leyendo?». Aquí hay de todo: corporaciones psicópatas con sus propias ciudades-estado y eslóganes asesinos, mutantes gobernados por jinetes del oeste (muy bestias) y sectas de comida rápida que te venden la hamburguesa con un AK-47 de regalo. Y es que este tebeo no es solo una historia de acción, es una patada en la boca a la cultura americana, su amor por las marcas, la violencia y el corporativismo llevado al extremo. Hay capítulos que no se pudieron publicar durante décadas porque los abogados de las grandes marcas como McDonald’s no tenían ningún sentido del humor.
Si la historia es un delirio, el dibujo es una locura con dos bestias al mando: Mike McMahon y Brian Bolland. McMahon es puro salvajismo. Sus trazos parecen haber sido esculpidos con un machete oxidado, y eso le queda de lujo al tono sucio, violento y desesperado de este comic. Su Dredd no es un hombre, es un tanque con piernas y mala hostia. Bolland, en cambio, es el cirujano preciso.: cada viñeta es un espectáculo de detalles enfermizos que elevan el surrealismo hasta lo grotesco. Y juntos consiguen que no te separes ni un milímetro de las páginas si no te quieres perder ningún detalle de lo que incluyen en las viñetas.

La edición publicada por Dolmen Editorial abarca los números 61 al 85 de 2000 AD, con traducción de Alberto Díaz, asegurando que la esencia y el tono de la historia se mantengan fieles al original. Este tomo en formato de lujo tiene unas dimensiones de 23×31 cm, con tapa dura y 280 páginas en blanco y negro y algunas a color, permite apreciar tanto las páginas originales como las ilustraciones remasterizadas en todo su esplendor. Además de la historia completa se incluyen las portadas originales de Mike McMahon y Brian Bolland, así como las icónicas portadas de los TPB realizadas por Bolland en 2016. Otro de los extras es el texto explicativo de Pedro Monje, que ofrece un recorrido por la historia y el impacto de esta saga dentro del universo de Juez Dredd. Asimismo, esta edición añade numerosas páginas originales de la revista 2000 AD, permitiendo a los aficionados apreciar el arte en su forma más pura y entender mejor el proceso creativo detrás de estas icónicas historias.
Aquí no hay discursos heroicos, ni dilemas morales, ni segundas oportunidades. La Ley no se replantea si el sistema es justo, la Ley dispara. Y eso es lo que hace a Dredd tan fascinante. No es un héroe, es un arma. No duda, no se cuestiona, no se compadece. Su trabajo implica mucha sangre y muchas explosiones, y él lo cumple con la eficiencia de un verdugo mecánico. «Juez Dredd: La Tierra Maldita» no es solo una de las mejores historias del personaje, es un espectáculo de acción sin frenos, un delirio postapocalíptico y una crítica brutal a la sociedad que sigue siendo igual de vigente que cuando se publicó. Ahora que tenemos la edición sin censura, por fin podemos leerla en toda su gloria desquiciada.
