Parte Meteorológico
“Los mercados financieros se han mostrado volátiles durante las últimas semanas, el Euribor, pudoroso y titubeante como una joven doncella en baile de máscaras se mantuvo a duras penas en el 3,8% cotizable, el índice Nasdaq soplará fuerte y racheado con intervalos huracanados, golpeando en las próximas horas las valorizaciones peor ancladas, el Dow Jones, cual animal que se agazapa en la entrañas de la tierra para aproximarse más aún a la densidad de la materia, amenaza con fuertes precipitaciones sobre el ingenuo papel del pagaré a 30 dias. Feliz tarde, feliz fin de semana y feliz vida…”

Así comenzamos este relato sobre la pasta, fortuna, tela, guita, parné, cuartos, plata, perras, panoja, contante y bastantes más expresiones. Llámalo como quieras, pero el billete (y la moneda) manda, ordena, domestica, nos hace bailar como un perrito faldero y, en el proceso, nos aboca alegremente a la destrucción. El dinero es el gran motor del mundo moderno, la gasolina que mueve la maquinaria del consumo desenfrenado y el engranaje principal de un sistema que nos ha enseñado que la felicidad se mide en objetos adquiridos y en cifras de cuenta bancaria. Pero, ¿y si todo este espejismo es solo eso, un espejismo? Miguel Brieva nos coloca frente a ese interrogante en «Dinero«, una obra que es a la vez una patada en el estómago y una carcajada incómoda, una sátira despiadada y un espejo donde podemos vernos reflejados, deformados por la lógica absurda del capitalismo.
Imagínate que estás paseando por cualquier ciudad del mundo a finales de los años 90 y encuentras un anuncio de detergente con una familia sonriente o una promoción de coches de los años 60 donde un caballero con sombrero promete «potencia y seguridad» y un panfleto con recetas en las que la margarina es el epítome del progreso. Ahora piensa que alguien coge todo eso, lo mezcla con una mirada afilada, unas gotitas de humor corrosivo y la mala leche de un punk cabreado con el sistema, y lo convierte en un manifiesto dibujado en viñetas sobre el consumismo y el delirio capitalista. Ese alguien es Miguel Brieva, y el resultado fue Dinero, una revista satírica que en a principios de los 2000 se autoeditó e hizo que a muchos les explotara la cabeza.

Reeditado por Astiberri ahora en un volumen completo y ampliado, sigue siendo tan demoledoramente actual que asusta. Con su estilo de ilustración retro, inspirada en los anuncios de la década de 1950 y 1960, Brieva nos invita a un parque temático de la ironía donde la «sociedad del bienestar» es en realidad un espejismo montado sobre un trono de tarjetas de crédito. A través de viñetas diseñadas con una perfección milimétrica, el autor desarma el espejismo publicitario y nos muestra la trastienda del sueño capitalista: consumimos, nos endeudamos, seguimos consumiendo, nos hundimos un poquito más en el fango de la deshumanización, y, mientras tanto, una voz en off nos dice que todo está bien, que compremos ese nuevo televisor 8K que nos hará felices.
Por todos estos detalles, este autor sevillano se adelantó a su tiempo al poner en evidencia las contradicciones del modelo de progreso. Hoy, en pleno siglo XXI, con el planeta al borde del colapso ecológico, la inteligencia artificial en su máximo esplendor y las redes sociales convirtiéndonos en adictos a la validación instantánea, hace de este tebeo algo más interesante que nunca. Hay un regusto amargo en su humor: nos reímos, sí, pero con una mueca de terror porque sabemos que Brieva no exagera, solo pone en palabras y dibujos lo que intuimos, pero no queremos admitir. En el mundo de creado por el autor de «Se busca un futuro posible en el que desear vivir» , las empresas multinacionales venden felicidad envasada, los gobiernos nos hipnotizan con eslóganes vacíos y el individuo medio es un engranaje más de la máquina que todo lo devora. Su estilo gráfico varia respecto de la página donde abramos el libro A veces usa colores pastel y tipografías amables, como si estuviéramos viendo un cómic educativo, y a la siguiente paginas nos da un mazazo de realidad.

La obra se nutre de esa contradicción permanente: el pasado idealizado de la publicidad antigua se convierte en un campo de batalla para cuestionar el presente. La ironía de sus dibujos reside en cómo cada sonrisa publicitaria esconde un mensaje demoledor. Un ejemplo claro son sus anuncios ficticios, donde productos y estilos de vida nos son vendidos con eslóganes que destrozan sus propias premisas: «Consuma sin miedo, el planeta ya está arruinado» o «Sea feliz: compre, compre y compre«. Esa disonancia entre forma y contenido es lo que hace que el resultado funcione tan bien, porque apela a un imaginario que todos reconocemos y lo subvierte con una crudeza que desarma. Además, hay algo casi profético en la obra de Brieva. Cuando en los primeros años del siglo XXI advertía del peligro de un capitalismo desbocado, todavía estábamos en una era de bonanza donde se nos vendía la idea de un crecimiento sin fin. Hoy, con crisis climáticas, recesiones económicas y una desigualdad cada vez mayor, es una pieza de análisis que parece haber previsto con escalofriante precisión el mundo en el que vivimos.
Es imposible leer este volumen y no preguntarse qué pasará después. «Dinero» no solo critica, sino que obliga a replantearnos si hay salida. Este libro no solo es una recopilación de páginas afiladas y mordaces, sino una invitación a despertar, a cuestionar la realidad que nos venden y a recordar que, aunque los billetes hagan girar el mundo, también puede aplastarnos sin que nos demos cuenta. Porque, como se deduce de estas 360 páginas, no se trata solo de consumir, sino de saber qué nos está consumiendo a nosotros.
