Las personas de los apartamentos dorados: una guerra ideológica

Park Kun-Woong, ya considerado una leyenda de culto en su país natal, se adentra en esta obra en las profundidades del drama histórico y político, tomando como eje la Guerra de Corea y sus secuelas. Sin concesiones ni adornos, «Las personas de los apartamentos dorados» (“The Golden Apartment”) (“황금아파트 사람들” ) nos enfrenta a una historia cruda y conmovedora que combina eventos reales con personajes ficticios profundamente humanos. Un relato trasciende las fronteras del género, se consolida como una obra imprescindible del manhwa.

La historia comienza en los llamados en el edificio de apartamentos Hwanggeum, un complejo residencial donde los vecinos llevan vidas aparentemente ordinarias, pero cargadas de una inquietante falta de memoria: ninguno puede recordar nada anterior a 1995. Este fenómeno podría interpretarse como una forma de amnesia colectiva. Ahí comenzamos a ver el primer indicio de que algo mucho más profundo se oculta tras las paredes de estos apartamentos. El punto de inflexión se produce cuando el conserje anuncia la necesidad de realizar remodelaciones debido a la antigüedad del edificio. Este evento aparentemente banal se convierte en el detonante de una exploración hacia el pasado, revelando el oscuro legado de un pueblo marcado por la guerra, la traición y el olvido. A medida que las páginas avanzan, los lectores son llevados a un escenario de horror y resistencia: un asesinato masivo en una cueva, perpetrado durante la Guerra de Corea, y encubierto durante décadas. Este incidente no solo sirve como núcleo de la trama, sino que también simboliza las heridas abiertas de una nación que aún lucha por reconciliarse con su historia.

A través de los habitantes de los apartamentos, Park Kun-Woong da voz a esa gente que fue ejecutada, cuyo destino trágico se entrelaza con los conflictos ideológicos entre comunistas y anticomunistas. La historia explora cómo mucha gente fue perseguida, tanto durante como después de la guerra, y cómo las generaciones posteriores cargaron con el peso de estas injusticias. El autor teje un relato en el que los secretos largamente guardados salen a la luz, mostrando cómo las heridas intergeneracionales siguen afectando a los descendientes. Cada personaje, desde los vecinos hasta las familias que habitaron del edificio, representa un fragmento de esta memoria colectiva: las pérdidas, las luchas, y la búsqueda de justicia y redención.

Más allá de la política y la historia, este es un relato profundamente humano, donde Park nos invita a reflexionar sobre temas universales: la memoria, la identidad y el impacto de la guerra en las comunidades. El autor no solo busca documentar los horrores del pasado, sino también cuestionar los relatos oficiales que han distorsionado la verdad. Se plantean muchas preguntas en esta historia como: ¿quién tergiversó la historia?, ¿dónde están las pruebas de las atrocidades? entre otras muchas.

En el aspecto gráfico, el arte en blanco y negro de Park Kun-Woong no es solo un recurso estilístico, sino una herramienta que refuerza la atmósfera de desolación y aislamiento que permea la obra. Las sombras no solo dan profundidad a las ilustraciones, sino que también reflejan el peso emocional de los personajes. Que el trazo y la cara de la mayoría de los personajes consigue ese detalle sobre el olvido que nos recuerdan desde el principio. Además, parece cuidadosamente diseñado para transmitir el dolor, la incertidumbre y la esperanza de un pueblo que se resiste al olvido. Los apartamentos dorados, con su aspecto desgastado y melancólico, se convierten en un personaje más de la historia, simbolizando tanto refugio como prisión. Este contraste visual entre lo cotidiano y lo extraordinario subraya la dualidad de una vida atrapada entre el pasado y el presente. Uno de los logros más notables de Park Kun-Woong es su capacidad para conectar a los lectores occidentales con la idiosincrasia coreana. A través de sus viñetas, aprendemos sobre las costumbres, rutinas y valores de un pueblo cuya resiliencia frente a la adversidad resulta profundamente inspiradora. Aunque las particularidades culturales puedan parecer ajenas al principio, las páginas nos envuelven de tal manera que, al final, sentimos una profunda conexión con los personajes. Esta empatía, cultivada página a página, es prueba del poder transformador del arte y la literatura.

Originalmente publicado en Corea por Woorinabi Publishing Co, ahora disponemos de esta obra en España por Tengu Ediciones, con traducción de Alba Verea. Este volumen, imponente en tamaño y calidad, ofrece una experiencia única tanto en contenido como en formato: tapa dura, con un papel que realza las texturas gráficas, y un arte en blanco y negro que juega con sombras y contrastes, transportándonos a una Corea devastada por las cicatrices de su historia reciente. Por esto es mucho más que un tebeo histórico; es un testimonio de la fortaleza humana frente a la adversidad y un llamamiento a recordar lo que no debe olvidarse. En un mundo donde tantas historias permanecen enterradas, este libro no solo rescata una parte olvidada de la historia coreana, sino que también nos invita a reflexionar sobre nuestro propio papel en la preservación de la memoria. Y después de cerrar las 700 páginas de «Las personas de los apartamentos dorados« queda una pregunta en el aire: ¿Creías que un complejo de apartamentos sería solo eso? Piensa otra vez.

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