A Vicious Circle: carrusel de repetición

Mattson Tomlin y Lee Bermejo nos lanzan un reto existencial en forma de cómic: «A Vicious Circle«. Un título que promete un ciclo interminable, pero lo que nos ofrece es una montaña rusa de emociones, estilos artísticos y viajes temporales sin freno. ¿Quién necesita una brújula narrativa cuando tienes un asesino saltando entre la era Cretácica y un Japón cyberpunk? Spoiler: nadie. A lo largo de sus tres volúmenes, los autores construyen una trama cargada de emociones y artísticamente asombrosa, que atrapa al lector desde la primera página hasta el desenlace más inesperado.

El primer volumen de A Vicious Circle es una introducción que mezcla filosofía, acción y una carga visual impresionante. Aquí conocemos a los dos protagonistas: Shawn Thacker y su némesis, atrapados en un bucle temporal que los obliga a saltar de época en época tras cada asesinato. La trama comienza en la Norteamérica de la segregación racial, un entorno cargado de opresión y violencia implícita. Desde el primer vistazo, es evidente que Bermejo viene aquí a lucirse. Este no es solo un cómic, es un desfile de gala en el que cada página grita: «¡Mira lo que puedo hacer!» ¿Realismo desgarrador? Presente. ¿Colores deslavados que te transportan a la era de la segregación racial? Ahí están. ¿Explosión cromática para un futuro digno de Blade Runner? Claro que sí. Es como si Bermejo se despertara cada día y dijera: «Hoy voy a dominar otro estilo artístico porque puedo».

Por otro lado, Mattson Tomlin toma su pluma (o teclado, más probablemente) y decide meter a dos personajes —un protagonista negro enfrentando el racismo más brutal y su némesis blanco, un villano sin moral aparente— en una trampa de relojería que los empuja a matarse y a seguir saltando por épocas como si fueran turistas con una máquina del tiempo defectuosa. El resultado es una historia que mezcla reflexión filosófica con acción vertiginosa y, seamos sinceros, un buen toque de «¿qué demonios está pasando aquí?«.

El segundo volumen de A Vicious Circle lleva el argumento a un nuevo nivel. Aquí es donde la trama empieza a adentrarse en el trasfondo de los personajes, centrándose en el protagonista principal, explorando sus motivaciones, demonios internos y la desesperación de estar atrapado en un ciclo que parece interminable. En esta ocasión el salto espacio-temporal nos lleva a un Japón futurista lleno de luces de neón, tecnología avanzada y un diseño visual que parece salido directamente de un sueño cyberpunk. Aquí, Bermejo se permite experimentar con colores más vivos y líneas más limpias, alejándose del realismo opresivo del primer volumen. Cada página es un espectáculo, donde cada detalle está cuidado con precisión quirúrgica. Tomlin comienza a explorar las implicaciones éticas y emocionales del bucle. ¿Qué significa tener libre albedrío cuando todo parece predestinado? A la par, se profundiza en la relación entre los dos antagonistas, comenzando a desdibujar las líneas entre el héroe y el villano. La tensión moral crece, y el lector empieza a cuestionar quién tiene realmente el control en este juego del gato y el ratón. A pesar de su riqueza visual y narrativa, este volumen también sufre el mal de ser la pieza intermedia. Responde algunas preguntas planteadas en el primer libro, pero abre nuevas incógnitas que no serán resueltas hasta el final.

En el cierre del tercer volumen, queda una conclusión tan intensa como devastadora, que pone punto final a la épica y filosófica lucha entre los dos rivales. Shawn Thacker ya se percibe como un hombre marcado por su pasado y definido por su dolor. Desde el inicio de esta trilogía, lo hemos visto como un asesino atrapado en un ciclo de violencia y viajes temporales involuntarios, que lo llevan a épocas radicalmente distintas a cada asesinato que comete.

Aquí, Tomlin profundiza en la paradoja de la existencia misma: el fin siempre regresa al principio, y la búsqueda de justicia puede convertirse fácilmente en un ciclo interminable de destrucción. El volumen nos transporta por épocas tan dispares como una sociedad distópica dominada por inteligencia artificial, la brutalidad de una Edad de Piedra salvaje, y una visión futura de la Tierra donde la humanidad lucha por sobrevivir en un planeta que se apaga lentamente. En cada era, Thacker y su enemigo trazan una tregua inestable que parece más un respiro antes de la próxima tormenta que una verdadera paz.

Publicado originalmente por Boom! Studios, Panini Comics nos presenta esta curiosa trilogía circular en castellano, con traducción de Alberto Díaz y Raúl Sastre, Una obra tan compacta como profunda, que hacen un majestuoso ejercicio de síntesis en cada uno de sus tres volúmenes, mostrando en apenas 56 páginas de cada volumen, una basta complejidad emocional y conceptual.

La edición española respeta el formato prestige del original estadounidense, haciendo justicia al arte monumental de Bermejo. El tamaño grande permite apreciar cada detalle, mientras que la calidad del papel resalta los colores y texturas. Ademñas, en cada uno de los tomos podemos disfrutar de las portadas alternativas realizadas por André Lima Araújo, Chris O´Halloran, Inhyuk Lee, Dan Panosian, Sean Gordon Murphy, Simon Gough, Andrea Sorrentino, Alex Garner, Jae Lee, Tula Lotay, Helena Masellis y Lewis Larosa con Matheus Lopes.

La conclusión de esta historia no es una resolución limpia, y esa es su mayor fortaleza. Tomlin opta por un desenlace abierto, casi provocador, que deja al lector reflexionando sobre la naturaleza cíclica de la vida, el tiempo y la violencia. El fin se encuentra con el principio, pero nunca se cierra del todo. El lector queda atrapado así en el mismo bucle que Thacker, incapaz de encontrar una respuesta definitiva. No será pues un cierre culminante, sobre todo para quienes busquen un final más tradicional, pero si es un cierre valiente y original, que se alinea perfectamente con los temas filosóficos explorados a lo largo de la serie. El círculo puede ser eterno, pero en ese eterno retorno también hay belleza.

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