
“Cuando los dioses lloran, los mortales deben echarse a temblar”
En ocasiones se puede tener la sensación de que todo está contado en los relatos de épica y fantasía. Una serie de constantes y elementos recurrentes son constantes en obras no exentas de oficio que, en términos netos, se limitan a recrear, aportando entretenimiento solvente pero que difícilmente resistan el paso del tiempo. No obstante, en ocasiones, aparecen obras que demuestran que no todo está contado ni plasmado, aportando eso tan fácil de reconocer como difícil de conseguir: personalidad propia. Y eso es lo que desprenden las páginas de “La Ciénaga” (“Marécage”), de Antonio Zurera e Hiroyuki Ooshima, recién editado por Norma en castellano.
Junto al color de Hiroyuki Ooshima, Antonio Zurera nos presenta, con su guion y dibujo, una trama que nos traslada a un universo propio de los escenarios de aventura y épica: el Reino de Palantia, donde las conspiraciones de palacio han servido para deshacerse de los miembros de la familia real molestos para quienes medran bajo su cobijo. Una lucha de intereses en las que el asesinato es un recurso más a aplicar. Todo el ansiado poder mientras el pueblo es ajeno a ello. Entre esos movimientos está el que da comienzo en este relato: el asesinato de la reina y el secuestro de su hija recién nacida, que será llevada a “La Ciénaga”, el lugar de Palantia donde se destierran a los malhechores y condenados.

De ahí parte “La Cíenaga”, si bien Zurera se revela como un hábil narrador y esa premisa solo es la punta del iceberg de algo mucho más ambicioso, sólido y rotundo. A través de las primeras páginas, y con unos hábiles giros argumentales, en un camino que a priori puede parecer ya transitado, atrapa la atención del lector para llevarlo a pastos más fértiles, creativamente más atractivos, enriqueciendo el relato a la par que va introduciendo los personajes que conformarán la obra.
Conforme se avanzan las páginas, “La Ciénaga” va creciendo, expandiendo su ambición argumental y conceptual. De forma orgánica, Zurera siembra elementos para componer un mosaico más complejo, que se enriquece conforme avanza la trama. A la par, el universo gráfico diseñado por el autor se va revelando en todo su esplendor, tan adictivo como el relato que muestra. Pues Zurera ha sabido maridar de forma precisa la solvencia de un relato que crece por múltiples razones. La primera es el oficio mostrado en lo argumental y conceptual. La segunda sería la habilidad para introducir al lector en una saga ambiciosa sin dejar que se pierda en ningún momento, aplicando elementos, personajes y recursos para que la senda de lo contado sea magistral. Junto a eso, una narrativa gráfica donde los tiempos narrativos, encuadres y composiciones seduzcan por completo a quien recorra estas páginas rotundas y certeras.

El color de Hiroyuki Ooshima dota de una mayor singularidad y consistencia al universo creado por Zurera, dando el componente emocional que refuerza cada pasaje y momento plasmado. Así, las sólidas caracterizaciones de Zurera se rebelan de una pieza por como se expresan e interactúan mientras la trama crece de forma orgánica. Esa “siembra” logra que el relato se vaya engrandeciendo, que el “dramatis personae” que lo compone gane altura, llegando al final del volumen con la sensación de haber leído algo muy grande.
Ese es el hallazgo que supone el debut de Antonio Zurera en el mundo del cómic. No es una sorpresa, pues Zurera ya ha dado muestras de su talento a lo largo de su carrera en el campo del cine de animación. Suyo es el guion de “Dragon Hill”, la película de Ángel Izquierdo que obtuvo en el 2002 el Goya a la Mejor Película de Animación. Con “La Ciénaga”, Zurera demuestra que su estreno en el noveno arte, más que un debut, es una obra de madurez. La de un creador que ha sabido aplicar todos sus recursos y habilidades al servicio de una historia ambiciosa, que parte de un ejercicio de estilo notable, conceptual y gráfico, para revelar a su autor como uno de los artistas a los que conviene no perder la pista de los tebeos que haga. Por eso, desde el cierre del volumen ya quedamos con ganas de saber más sobre “La Ciénaga” en próximas entregas que esperamos ya en el futuro. Lo que ha empezado en estas páginas es demasiado grande como para que no continúe.

Editados en Francia dos tomos por Dupuis (“Marécage Tome 1 – Sombra” y “Marécage Tome 2 – Prospero”), Norma ha optado por estrenarlos juntos en la edición en castellano que nos presenta, en formato cartoné de 240 páginas en un volumen que, además del relato hay un goloso dossier gráfico para disfrutar de las tintas y dibujos de Zurera. Tras el festín que supone el tebeo, el arriba firmante ya piensa en el futuro, en lo que queda por contar y ocurrir en Palantia. Señal de lo potente que es este tebeo. Puede que “las lágrimas de los dioses hagan temer a los mortales” pero las notables páginas que esperan aquí, dejaran prendados a quienes las recorran. Más que un hallazgo, “La Ciénaga” es un yacimiento de creatividad plástica sobre un solvente relato. Disfrútenlo.
