El nirvana está aquí: la ciudad multicultural

“El despertar de la primavera llega delicado, liviano, sin una gota de polvo mundano. Tres veces, como una ola, repica el eco de una campana. En charcos mohínos se refleja el cielo del revés. El vasto mar del amor nunca se vacía. Y las fuentes de la gracia fluyen sin esfuerzo por todas partes. ¿Dónde está el nirvana? El Nirvana está aquí. Nueve de cada diez veces”.

En «El nirvana está aquí» (“Der Verkehrte Himmel”), Mikael Ross nos transporta a un Berlín abrasado por el verano, al distrito multicultural de Lichtenberg, donde los días de Tâm Eguyen y su hermano Dennis transcurren apacibles entre el colegio, los amigos y paseos en patines. Pero todo cambia cuando se cruzan con Hoa Binh, una chica misteriosa con la mano ensangrentada, huyendo de un peligro del que no puede hablar. Su decisión impulsiva de ayudarla desata una cadena de acontecimientos que transforma sus vidas y su forma de ver el mundo de manera muy diferente.

La historia avanza con la fuerza de un thriller cargado de adrenalina. A medida que los hermanos se involucran más profundamente en el drama de Hoa Binh, la tensión aumenta, intercalada con momentos de humanidad y humor que aportan un equilibrio conmovedor. Dennis, un metalero carismático con un corazón más blando de lo que deja entrever, y Tâm, cuya curiosidad y empatía son el motor de la trama, se convierten en protagonistas memorables. La inclusión de Alex, un amigo del colegio, añade una dimensión adicional a la trama, especialmente cuando se exploran las complejas relaciones entre los personajes. Las interacciones entre ellos, sus disputas y complicidades, contribuyen a que el lector se sienta emocionalmente conectado a su lucha por proteger a Hoa Binh, quien, a pesar de su vulnerabilidad inicial, evoluciona como un personaje fuerte y decida a solucionar sus problemas.

El tebeo, publicado por Astiberri con traducción de Itziar Hernández Rodilla, destaca por la capacidad para capturar la atmósfera de Berlín, especialmente el crisol de culturas que define barrios como Lichtenberg. Con un guion que realza los contrastes de la ciudad, Ross logra dotar a los edificios prefabricados y las calles transitadas de un carácter casi cinematográfico, como en las mejores películas de cine negro. Las imágenes nos conducen a los rincones oscuros donde coexisten la normalidad cotidiana y las sombras de un crimen tan devastador como el tráfico de personas. A través de las vivencias de Tâm y Dennis, el cómic refleja cómo las dinámicas de la inmigración vietnamita (y de la inmigración en general) en Alemania, los conflictos generacionales y el racismo cotidiano moldean sus vidas.

El estilo visual de Mikael Ross, inspirado por la estética manga, da una frescura inusitada a la obra. Sus trazos dinámicos capturan tanto la acción frenética de las persecuciones como los momentos de introspección de los personajes. La expresividad de los rostros y los gestos refuerzan la conexión emocional entre los lectores y los protagonistas. Ese uso del blanco y negro, antes mencionado, no solo resalta la estética noir del cómic, sino que también intensifica la atmósfera asfixiante del relato. Las viñetas que retratan Berlín adquieren una cualidad melancólica y evocadora, mostrando cómo la ciudad misma se convierte en un personaje más, testigo de los dramas humanos que la atraviesan.

Más allá de su trama de thriller, esta obra reflexiona sobre la lucha contra la adversidad y la búsqueda de esperanza en las situaciones más sombrías. El título, tomado de un poema vietnamita de Hồ Xuân Hương, no es casual. En uno de los momentos más tiernos y a la vez interesantes, el hermano de Tâm recita este poema (a petición de su hermana que todavía no sabe vietnamita), recordando a los personajes (y a los lectores) que incluso en medio del sufrimiento, es posible encontrar fragmentos de luz. Por eso esta obra no rehúye las complejidades del tráfico de personas, presentándolo como una forma contemporánea de esclavitud que opera en las sombras de una sociedad aparentemente funcional. Ross aborda este tema con sensibilidad, equilibrando el horror de las circunstancias con destellos de humanidad y solidaridad que impiden que la historia se torne insosteniblemente oscura.

En consecuencia, «El nirvana está aquí» es, a la vez, emocionante, desgarrador y esperanzador. Las escenas de acción se entrelazan con momentos de ternura y humor, mientras que las relaciones entre los personajes se desarrollan con una autenticidad que conmueve profundamente. Estas 344 páginas no componen solamente un tebeo aditivo o un retrato certero de las tensiones sociales (y de muchas situaciones de países tercermundistas); alberga una obra que encuentra belleza incluso en las sombras más densas. Al cerrar el tomo, queda la sensación de haber presenciado algo único: un viaje a través de la desesperación y la esperanza, del miedo y la valentía, con una ciudad, una cultura y unas vidas tan reales que parecen saltar de las viñetas. Más que una lectura, «El nirvana está aquí» es una experiencia que, como el nirvana prometido en su título, parece estar aquí, al alcance de la mano, pero siempre dejando un eco que invita a reflexionar.

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