Canary: Prodigiosos juegos con cartas marcadas

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“- Resulta gracioso, Marshall. En las novelas no es tan cabrón.
– Por eso las llaman ficciones, Sheriff”


Estas líneas de diálogo definen perfectamente como se relaciona con su entorno Azrael William Holt, el marshall que protagoniza “Canary”, de Scott Snyder y Dan Panosian, recién editado en castellano por Norma. Un personaje que sigue el canon de esas caracterizaciones “de una pieza” tan propias del género de frontera. Un personaje sin dobleces y con un pasado tras de sí, de los que despliega su atractivo cada vez que aparece en una viñeta.

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Sobre él se cierne un misterio que puede resolver muchas de las incógnitas del caso más conocido que tuvo que afrontar. Aquel que lo llevó a la popularidad, llevándose (con muchas licencias) lo ocurrido a una novela que se ha hecho popular en la Utah de finales del siglo XIX. Sin embargo, la realidad fue mucho más sangrienta, trayendo consecuencias contundentes. Y eso pesa en la memoria de Holt, que sigue cubriéndose con un distintivo pañuelo su rostro cuando desenfunda.

Unas consecuencias y misterios del pasado, como hemos comentado, que van a encontrar respuestas en el nuevo caso que le asignan. Una tarea que le obligará a volver a Canary, el pueblo donde todo ocurrió. Y donde todo ocurrirá…

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Esta es la premisa donde crece esta suerte de Weird Western en el que Snyder maneja los elementos propios del subgénero con oficio. Tanto los propios del género de frontera como los fantásticos y sobrenaturales, todos sazonados con un efectivo empleo del tempo y tono a lo largo del relato, dividido en seis “formas” o entregas.

Como viene siendo habitual en los trabajos más personales de Snyder, el guionista elige con olfato a su socio gráfico en función del tipo de historia que quiere contar. Revelándose decisiones más que acertadas. Ya se ha comprobado este hecho en “Clear” con el arte de Francis Manapul, “Tenemos Demonios” con Greg Capullo o “La Noche del Gul” con Francesco Francavilla. En “Canary” vuelve a acertar al dejar el apartado gráfico en manos de Dan Panosian pletórico, que se releva en estas páginas como elemento indispensable e indisoluble a la profundidad gráfica que presenta el tebeo.

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Una solidez tanto en lo estructural en términos narrativos como en la profundidad de cada página, de cada trazo y color aplicado. Panosian sabe capturar lo árido del western y lo sobrenatural de lo fantástico sin que chirríe, combinando ambos elementos con solvente sobriedad. Oscuro cuando el relato lo precisa, sus tintas dan el empaque necesario a este relato que va atrapando conforme indagamos en el misterio por desvelar.

Mención aparte son los colores delegados por Panosian, que fortalecen lo narrado. Con unos cielos donde el rojo y el naranja se alternan, los colores son un elemento narrativo más, emocional en ocasiones. Efectivo a cada página, el artista nos mete de lleno en el relato, haciéndonos partícipes de lo sobrenatural con la iluminación y color plasmados en cada viñeta.

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Eso espera en “Canary”: un Weird Western de manual plagado de oficio en lo literario, que no defraudará a ningún amante del género, que se hace único por lo vertido en cada página, donde la composición, trazo, fuerza narrativa y color exhibidos le dan mayor empaque singularizándolo, haciendo de este cómic una golosina gráfica que va más allá del subgénero que desarrolla en su relato.

Quizá las cartas que manejen Snyder y Panosian sean marcadas, por los terrenos que discurre y se circunscribe el relato, pero los autores demuestran que son, no solo ya hábiles, sino excelentes jugadores para jugar, para crear un relato con “savoir faire” que, en definitiva, deje buen gusto tras su lectura.

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Editado en inglés bajo el sello Best Jacket Press, las seis grapas que componen “Canary” tuvieron vida digital, con Comixology, y física con Dark Horse. Norma lo presenta en castellano directamente compilado, con la solvente traducción de Hernán Migoya, en formato cartoné de 168 páginas donde, además de la obra completa, podemos disfrutar de todas las portadas de la edición estadounidense en grapa. Las “covers” principales, a cargo de Panosian, vienen intercaladas separando cada capítulo de la trama. Hecho que refuerza la poderosa identidad de la obra. Las “variants” a cargo de Emma Ríos, Jill Thompson, Cliff Chiang, Dave Johnson y Francesco Francavilla , se encuentran al final del volumen en una galería de ilustraciones que complementan, a la vez que son fieles, a la identidad gráfica de la obra. Una obra que, como digo, no solo va a ser disfrutable por los amantes del subgénero más bizarro nacido del western. Si tienen querencia por los buenos tebeos con solvencia narrativa y frescura gráfica, visiten “Canary”.

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