En cualquier medio de expresión es difícil lograr un sello distintivo que identifique al autor de forma inequívoca, más allá de las coyunturas estéticas que fluyan en cada momento. Pocos lo logran. Ya conseguir tener dos sellos gráficos diferenciados está reservado solo para los más grandes. Es el caso de Jean Giraud, Moebius (Nogent-sur-Marne, Val-de-Marne; 8 de mayo de 1938-París, 10 de marzo de 2012), uno de los artistas más grandes que ha dado el mundo del noveno arte. No solo triunfó con su primer seudónimo, Gir, a lomos de Blueberry, con un estilo clásico (que bebía del maestro Jijé, del que fue su aprendiz) dando empaque a los magníficos guiones de Jean-Michel Charlier; también supo reinventarse en un momento en el que otros, alcanzado el éxito comercial, se hubieran relajado.

Esa reinvención surgió de una necesidad de expresión, de experimentación. De ensanchar los límites de lo que se podría abordar en una página. Tanto conceptual como plásticamente. Reinventarse en definitiva, usando otra personalidad gráfica. La que firmaba las obras con el pseudónimo que le hizo, no ya reconocido, sino universal: Moebius. Eso es lo que comprende “Moebius. Obra Hérmentica” (“Moebius. L’oeuvre hermétique”) que hoy nos ocupa, recién editada en castellano por Reservoir Books.
A lo largo de sus 480 páginas, esta “Obra Hermética” aglutina todo ese camino de experimentación del autor entre 1975 y 1987, con el añadido de “El hombre del Cigurí” ( L’homme du Ciguri») de 1991, que continúa a “El Garaje Hermético” («Le Garage Hermétique»), también incluido en el volumen. Más que hermético, este integral es muy elocuente, pues muestra esa senda de creatividad donde Jean Giraud forjó la arrolladora personalidad gráfica con la que alcanzó las mayores cimas del noveno arte.

Aquí están todas sus historias realizadas para “Métal Hurlant”, todo el material más potente donde no solo Giraud se redefinió, sino que revolucionó el género. Demostrando que, en un cómic no hay más límites que los de la propia imaginación y talento. Y de ambos Moebius iba bien servido.
Este volumen muestra toda la obra del artista en su periodo de mayor ebullición y búsqueda creativa, con la excepción de “El Incal”, permitiendo con ello seguir su evolución, cada paso. Experimentando con diversas técnicas y estilos gráficos y argumentales, probando la escritura y dibujo automático mientras se cuelan en las viñetas desde lo absurdo a lo existencial, todo bañado de una ciencia ficción superlativa, en ocasiones onírica.

No todos los experimentos fueron redondos, pero si necesarios. Fueron los pasos previos para forjar al Moebius de “Arzach” o “El garaje hermético de Jerry Cornelius”, “The Long Tomorrow” (con guion de Dan O´Bannon), entre otras obras. También al de esos relatos breves donde, en la viñeta menos pensada, brilla su genialidad. Esa es la senda creativa que muestra el volumen. Todos los pasos, los experimentales y los geniales, mostrando no solo la punta del iceberg creativo, sino todo el torrente de ideas que vertió Giraud en viñetas mientras se convertía en Moebius. El camino a recorrer es el que fue, sin coloreados adicionales, con fidelidad. Las páginas a color son exclusivamente las que, en su momento, pintaron el propio Moebius o Nikita Mandryka.

Más que una época de madurez, el periodo en el que Jean Giraud se reinventó como Moebius fue una época de revelación. Una epifanía en toda regla, tanto para los lectores como para el propio autor. Por todo lo que abarcó. También por llevar, en cierta medida, lo más experimental y underground del noveno arte al centro de la industria. Por revitalizar un medio, haciéndolo crecer, expandiéndolo.
Todo eso está en estas 480 páginas. editadas en formato cartoné por Reservoir Books con traducción de Carlos Mayor Ortega, con una presentación formal que está a la altura del material que contiene. Uno de muchos quilates. Ni más ni menos que el camino gráfico y conceptual donde Moebius se creó a sí mismo. Más que un integral, «Moebius. Obra Hermética» es un tesoro.
