
«La madriguera» de Julia Inés Mamone, mas conocida como Jules Mamone o Femimutancia, es una obra que transita por el delicado filo entre lo onírico y lo cotidiano, llevando al lector a explorar la profundidad emocional de los vínculos humanos y los laberintos que forman nuestras elecciones. Este tebeo aborda preguntas esenciales con una sensibilidad que calan hondo: ¿Por qué no podemos ayudar a ciertas personas, aunque queramos? ¿Cómo hacerlo, especialmente cuando esa relación pone en juego nuestro propio equilibrio emocional? La historia de nuestra protagonista, no solo ofrece una respuesta, sino que nos sumerge en un viaje introspectivo que mezcla realidad y surrealismo.
Una mujer atrapada en una compleja relación con su madre, cuyo comportamiento autodestructivo la arrastra a un constante estado de preocupación, busca refugio en sus rutinarias salidas a correr o escuchando música mientras va en bicicleta. Es en uno de estos momentos de aparente tranquilidad cuando se cruza con un gato misterioso que la invita a entrar en su madriguera. Este encuentro, que podría parecer un simple desliz fantástico, desencadena un giro radical: Ella pierde el conocimiento y despierta en una supuesta realidad paralela que nos atrapa de manera inquietante con la pandemia del COVID vista de cerca.

La historia parece un fragmento arrancado de una vida, sin un inicio claro ni una conclusión que ofrezca consuelo. Esto puede resultar desconcertante para quienes buscan una línea narrativa convencional, pero es precisamente esta elección la que subraya la intención de Jules: presentar un espejo de la vida misma, donde las historias no siempre tienen moraleja y los finales no siempre son satisfactorios.
Este enfoque otorga a la obra un carácter profundamente personal, pero también universal. En la fragmentación y el caos de la trama, los lectores podemos encontrar ecos de nuestras propias experiencias y emociones, especialmente aquellas que emergieron durante la pandemia. Jules Mamone utiliza esta transición como un recurso narrativo poderoso. La madriguera no solo es un espacio físico, sino también un símbolo del aislamiento, la incertidumbre y el enfrentamiento personal con las propias limitaciones. Al introducir a la protagonista en una versión donde está la cuarentena, la autora pone en jaque las certezas de la protagonista, y con ello, las del lector. El conflicto central de la historia radica en la relación con su madre, una figura compleja cuya autodestrucción parece ser un desafío insalvable. La obra explora con una honestidad brutal la impotencia que surge al intentar ayudar a alguien que no puede o no quiere ser ayudado. Este tema se entrelaza con la experiencia de la protagonista en esta nueva realidad, donde se enfrenta a decisiones clave. ¿Aceptar el mundo en el que ha está o asumir que no podrá cambiarlo? Ambas opciones reflejan su conflicto interno. ¿Seguir intentando cambiar a su madre o aceptar su situación y encontrar formas de cuidar de sí misma? Jules Mamone aborda esta encrucijada con matices. No hay respuestas fáciles ni finales cerrados, lo que refuerza las situaciones tan duras que aparecen en estas páginas.

En el aspecto gráfico, el dibujo de Jules Mamone es otro de los puntos fuertes de la obra. Su estilo combina trazos delicados y detallados con una paleta de colores sobria que refleja la introspección y la melancolía del relato. Los demonios que aparecen en la mente de la protagonista están muy detallados y son muy perturbadores. Por otro lado, las escenas de la pandemia están impregnadas de una atmósfera opresiva, con líneas más rígidas y sombras que refuerzan la sensación de encierro. Este contraste visual subraya las dos realidades en las que la protagonista se encuentra atrapada, y al mismo tiempo, representa su lucha interna.
La edición de La madriguera, en manos de Liana Editorial, se convierte en una obra que no solo invita a reflexionar, sino que celebra lo diverso en las formas de contar historias. Es fácil catalogar este tebeo como una obra extraña, incluso incómoda. Su narrativa fragmentada, su ambigüedad y su atmósfera onírica pueden alienar a algunos lectores, pero también son las características que la convierten en una experiencia tan única. Jules Mamone no busca ofrecer respuestas fáciles ni un camino claro; en cambio, invita al lector a navegar por su propia confusión, a enfrentar sus propias sombras. El eje de la obra, al final, no es la pandemia ni la identidad de la protagonista, aunque ambos elementos sean innegablemente importantes. Lo que realmente destaca es la exploración de la humanidad rota, las relaciones frágiles y las emociones que nos definen en los momentos más oscuros. Es un espejo que refleja tanto lo individual como lo colectivo, una invitación a mirar dentro de nosotros mismos, aunque lo que encontremos no sea siempre reconfortante.
