Dragonero/Conan El Barbaro: Lo salvaje se encuentra con lo cruel

Era inevitable que Conan el Bárbaro e Ian Aranill, alias Dragonero, dos colosos del cómic de fantasía, se encontraran algún día. La fusión de sus mundos, aunque improbable en términos narrativos, encuentra un terreno común en este crossover que aprovecha lo mejor de ambos personajes. «Dragonero/Conan El Bárbaro: La Sombra del Dragón» (“Dragonero/Conan: L’Ombra del Drago”) no solo es un homenaje a dos mitos del género, sino también un despliegue de acción desenfrenada y épica que resulta algo diferente para los aficionados de la espada y brujería.

La historia, escrita por los creadores de Dragonero, Luca Enoch y Stefano Vietti, es una aventura dividida en tres números y un relato de los orígenes de Ian Aranill.  Desde el principio, la trama opta por una estructura lineal y accesible, sin referencias explícitas a la continuidad de los personajes, algo habitual en este tipo de crossovers. Esto permite que tanto los lectores de Conan como los de Dragonero disfruten del relato sin preocuparse por contextos complicados o conocimientos previos. La premisa es directa pero efectiva: un misterioso dragón, dotado de una inteligencia superior, ha robado unas gemas mágicas capaces de alterar las realidades. Estas gemas, dispersas entre el mundo de Erondár y los reinos hiborios, representan una amenaza existencial para ambos universos. Conan, tras ver cómo sus compañeros de armas son masacrados por los Algenti, se cruza con Dragonero en su búsqueda del dragón. Lo que empieza como una relación tensa y desconfiada entre los dos héroes se convierte en una colaboración forzada para detener al dragón y recuperar las gemas. Ambos personajes encarnan el espíritu del héroe arquetípico: valientes, indomables y con un destino que los lleva a enfrentarse a fuerzas que trascienden lo humano. Sin embargo, su encuentro no es casual ni forzado; es una consecuencia natural del propósito de ambos personajes: proteger sus mundos de amenazas sobrenaturales.

El contraste entre los protagonistas es uno de los aspectos más fascinantes de este crossover. Conan, el bárbaro cimmerio, encarna la fuerza bruta, la supervivencia y un pragmatismo feroz. Su enfoque hacia los problemas suele ser directo: espada en mano y sin demasiadas preguntas. Por otro lado, Ian Aranill es un estratega, un explorador que combina sus habilidades marciales con un conocimiento profundo del mundo mágico que lo rodea. La dinámica entre ambos es un choque de filosofías. Conan desprecia las sutilezas de la magia, mientras que Ian entiende que no siempre se puede ganar con la fuerza. Aunque inicialmente sus interacciones están marcadas por la desconfianza y el choque de egos, la evolución de su relación aporta momentos de camaradería inesperada y, en algunos casos, hasta un leve toque de humor.

La trama se centra casi exclusivamente en la acción, dejando poco espacio para la introspección o las relaciones más profundas entre los protagonistas. Aunque esto es comprensible dada la naturaleza del crossover, algunos fans podrían echar en falta un mayor desarrollo de la relación entre Conan e Ian. Sus interacciones, aunque entretenidas, a menudo se limitan a discusiones estratégicas o intercambios de golpes verbales. Esto, sin embargo, no resta mérito al dinamismo de la narrativa. Las secuencias de acción están magistralmente coreografiadas, y cada enfrentamiento ofrece algo nuevo, desde batallas contra hordas de criaturas hasta duelos más personales con el dragón y sus secuaces.

Uno de los mayores logros de esta obra es cómo fusiona los mundos de ambos héroes. El Erondár de Dragonero, con sus dos lunas y su compleja red de reinos y culturas, se encuentra con los oscuros y peligrosos reinos hiborios de Conan. Esta mezcla permite a los autores jugar con los diferentes enfoques de la fantasía: mientras que el mundo de Ian es rico en intrigas políticas y reglas mágicas complejas, el universo de Conan se inclina hacia lo brutal, lo caótico y lo primigenio. La acción se despliega en ambos escenarios, lo que da lugar a encuentros memorables con criaturas icónicas. Desde wyverns salvajes hasta dragones sensibles, pasando por monstruos transformados por el poder de las gemas, los enfrentamientos son variados y visualmente impactantes. Sin embargo, cabe destacar que la historia da prioridad a los protagonistas, relegando a los habituales compañeros de aventuras de Dragonero y Conan a roles secundarios o cameos mínimos.

En lo gráfico, Lorenzo Nuti, encargado de los lápices, aporta un estilo que captura tanto la brutalidad del mundo de Conan como la riqueza visual de Erondár. Su representación del dragón es especialmente destacable: una criatura majestuosa y aterradora que parece fusionar lo mejor de ambas tradiciones mitológicas. Sin embargo, el uso del color, aunque competente, a veces desdibuja el impacto de los trazos de Nuti, restando fuerza a ciertas escenas clave. Por otro lado, Giuseppe Matteoni ilustra los orígenes de Dragonero, que sirve como explicación para los desconocedores de Ian Aranill y conocer el contexto del personaje. Su estilo, más detallado y con un enfoque clásico, contrasta con la línea más dinámica de Nuti, lo que da al volumen una variedad estilística que algunos lectores podrían encontrar desconcertante, pero que en última instancia enriquece la experiencia global.

La edición en tapa dura publicada por Panini Comics en España es, sin duda, un complemento perfecto para este crossover épico. Con sus 192 páginas, con traducción de Joan Josep Mussarra y la rotulación de Joseba Basalo, en un formato de 23×30 cm, la obra destaca por su presentación cuidada, que resalta tanto los vibrantes colores como los elaborados trazos de Lorenzo Nuti y Giuseppe Matteoni. Incluye además las tres portadas de la miniserie Dragonero/Conan dibujadas por Lorenzo Nuti y bastantes paginas de bocetos y bosquejos del mismo autor explicando su labor para la creación de la obra. Al final, Dragonero/Conan El Barbaro: La Sombra del Dragón es una oportunidad única para ver a dos titanes del género cruzar espadas en un encuentro que, como esta edición, quedará para el recuerdo.

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