No hay mejor camino para conocer a un artista que bucear en su obra, empaparse de ella y descubrir las motivaciones y recursos empleados para materializarlas. Esa es la propuesta que ha llevado a cabo en viñetas David Marto con “El Mapa de Chillida”, editado en castellano y euskera por Norma Editorial en colaboración con el museo Chillida Leku y la Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce.

Con la escultura como camino, el tebeo nos va a proponer acompañar a Marta, la protagonista, por una buena colección de la obra pública del célebre escultor y grabador Eduardo Chillida Juantegui (San Sebastián, 10 de enero de 1924 – San Sebastián, 19 de agosto de 2002). Uno de los máximos exponentes de la vanguardia de la escultura del siglo XX español, por lo mucho que avanzó, tanto en forma como en fondo, a lo largo de su vida, consiguiendo un sello estético y conceptual propio con esas formas tan abstractas como sugerentes, donde es tan importante la materia que ocupan como el espacio, el que habitan y el que contienen.

Sus obras públicas, más de 40 repartidas por el mundo, forman ya parte del paisaje urbano donde se ubicaron. Hecho que Chillida tenía en cuenta al diseñar y crear sus obras, con una voluntad de que se adaptaran de forma orgánica en los espacios que fueran a ocupar. Muestras de ello son, por citar solo unas cuantas, Lugar de Encuentros II, Monumento a la Tolerancia, Elogio del Agua, Elogio del Horizonte y El Peine del viento XV. Todas ya integradas en Madrid, Sevilla, Barcelona, Gijón y Donosti que forman parte indisoluble del ADN de cada ciudad. Como espacios estéticos que además aportan espacios de reflexión a través de las formas que dibujan y el vacío que contienen.

En definitiva, en una escultura de Chillida, como en una canción, cuenta tanto la materia (la música) como el vacío o espacio (silencio). La combinación de ambos da el tono y sensaciones que transmite la obra. En ese sentido, las páginas de David Marto cumplen idéntica función: seduciendo con un estilo marcado por líneas rectas y ángulos definidos, en un blanco y negro bañado de azul, consiguiendo su efectivo cometido de dar volumen a las viñetas, objetos, personajes y lugares.

Son esas las armas para un viaje desde Madrid al Chillida Leku de Hernani, pasando por Valladolid, Sevilla, Barcelona, Gijón y Donosti. El que emprenderá el lector junto a Marta, la protagonista del tebeo. Esa es la hoja de ruta, que permitirá conocer mejor la obra de Chillida, acercándola a cualquiera que se asome al cómic. Con independencia de la edad de quien lo lea, lo contado aquí es digno de ser recorrido. Por la didáctica con que se muestran muchos de los conceptos y poética que esconden las obras del escultor, con un implícito mensaje de tolerancia, apertura y espiritualidad.

Prologado por Álvaro Martínez Bueno, el volumen, en formato cartoné, cuenta además con un amplio dosier para ahondar más en la biografía y obra de Chillida. También hay espacio para mostrar el proceso de elaboración del cómic, donde podemos explorar el trabajo creativo realizado por David Marto. En total, 96 páginas bañadas de ese azul donde queda expuesto ese equilibrio con el que Chillida dotaba a muchas de sus formas asimétricas, contenidas entre lo lleno y lo vacío. Conceptos que, lejos de exponerse de forma sofisticada, se muestran de forma tan accesible como rigurosa. Todo ensamblado en un relato disfrutable para cualquiera que se acerque al cómic.

De eso se trata: que el tebeo funcione a varios niveles de público. Que sirva para dar a conocer la figura de Eduardo Chillida. Pero también que sea de gustoso recorrido para quien conozca su figura, obra y trayectoria. En ambos casos, “El Mapa de Chillida” (“Chillidaren Mapa” en esukera) es un perfecto “lugar de encuentro” en viñetas para descubrir y/o recrearse con la obra de uno de nuestros más grandes escultores del Siglo XX.