
Vicente Miguel Carceller nació en 1890 en Valencia, una ciudad que, como otras en la España de la época, vivía cambios sociales, económicos y políticos importantes. En este contexto, Carceller desarrolló un interés por la prensa, y pronto se consolidó como editor y figura clave en el periodismo satírico. En 1911, se embarcó en una aventura que marcaría su vida: la dirección de La Traca. Esta revista, fundada originalmente en 1884, ya había tenido algunos roces con la censura debido a su tono mordaz y anticlerical. Sin embargo, bajo la batuta de Carceller, La Traca alcanzaría nuevas cotas de popularidad y controversia. La publicación se convirtió en un símbolo de la irreverencia y la crítica al poder, y su humor, a menudo vulgar, encajaba perfectamente en una época donde la tensión social y política iba en aumento. Esta persona entendió que el humor podía ser una poderosa herramienta para desafiar el statu quo. A través de las páginas de la publicación, se ridiculizaba no solo a la monarquía y la iglesia, sino también a figuras militares y políticas. Las caricaturas y artículos satíricos que publicaba eran un reflejo de las frustraciones populares, especialmente entre las clases trabajadoras, que veían en la revista un eco de sus propios sentimientos contra los poderes establecidos
De esa realidad, nace «Carceller: La sátira frente a la intolerancia«, de Fernando Larrauri y Juanfer Briones, como un testimonio de la vida y legado de Vicente Miguel Carceller. Estos dos autores se proponen dar vida a la figura de esta persona, un hombre que, armado únicamente con la palabra impresa y el humor corrosivo, desafió a las fuerzas opresivas de su tiempo hasta pagar el precio más alto por su osadía: la muerte a manos de las fuerzas franquistas en 1940.

tebeo se estructura ofreciendo un recorrido cronológico por la vida de Carceller, desde sus humildes orígenes hasta su ejecución. El guion de Larrauri no solo se concentra en los hechos biográficos, sino que también aprovecha la vida del editor como vehículo para explorar la sociedad valenciana y española de la época. La historia, presentada con un estilo que recuerda al periodismo de investigación, ofrece una mirada profunda a las tensiones sociales, culturales y políticas que marcaron la vida de Carceller y su entorno. Uno de los aspectos más destacados de la obra es el retrato del joven idealista, lleno de determinación y con una clara vocación editorial. Los autores construyen una imagen de un hombre que, a pesar de no contar con más educación que la primaria, se lanzó al mundo editorial con una pasión incansable. La sátira se convierte en el arma principal de Carceller. A través de sus publicaciones, logró hacer reír a una población que se encontraba oprimida, censurada y marginada. La risa, como herramienta de resistencia, es un tema recurrente en el cómic, y tanto Larrauri como Briones lo tratan con un respeto profundo, mostrando cómo el humor puede ser una forma poderosa de subversión ante las fuerzas represivas. En las páginas dedicadas a las primeras publicaciones, el lector puede sentir la efervescencia de una sociedad en cambio, donde figuras como Vicente Blasco Ibáñez, Carlos Gómez (conocido como Bluff) o Maximilano Thous (autor del himno de Valencia) también emergen como faros culturales.
El cómic comienza con una detallada presentación, pero rápidamente se adentra en la descripción de sus numerosas publicaciones. Además de La Traca, dirigió otras revistas, como El Piropo o El Clarín, en las que el tono satírico fue siempre el principal atractivo. Es interesante notar cómo Larrauri presenta a Carceller como un editor infatigable, cuya lucha por la libertad de expresión le llevó a publicar revistas que en más de una ocasión fueron clausuradas o requisadas por las autoridades. La censura se cebaba en él y en sus colaboradores, que sufrieron multas, persecuciones y, en el caso de nuestro protagonista, la condena más brutal: el fusilamiento. Sin embargo, a pesar de este panorama sombrío, la obra no cae en el dramatismo o el sentimentalismo, sino que opta por una exposición clara y directa de los hechos.

El trabajo artístico de Juanfer Briones es uno de los puntos fuertes del cómic. Con un estilo caricaturesco que recuerda a las viñetas que llenaban las páginas de La Traca y otras publicaciones satíricas de la época, Briones adapta el espíritu irreverente y desafiante de Carceller y su equipo de colaboradores. Las ilustraciones están llenas de detalles y referencias que los lectores más atentos podrán apreciar, especialmente en las portadas y caricaturas que aparecen replicadas a lo largo de la obra. Uno de los aspectos más interesantes del trabajo de Briones es su uso del color. El color en esta obra no es meramente decorativo, sino que actúa como un matiz descriptivo que ayuda a establecer el tono de cada escena. En los momentos más ligeros y humorísticos, los colores son vibrantes y brillantes, lo que enfatiza el carácter irreverente de la sátira. Sin embargo, cuando la historia se adentra en los momentos más oscuros de la represión y la censura, los colores se vuelven más apagados, lo que refleja el clima de tensión y miedo en el que vivía Carceller.
Este tebeo de 96 páginas publicado por Desfiladero Ediciones, en un formato de tapa blanda con solapas hace un cómic manejable y cómodo de leer. El papel mate del interior permite que los colores de las ilustraciones se vean nítidos y bien definidos. A nivel de presentación, es una edición que hace justicia a la obra y que permitirá a los lectores disfrutar de cada detalle visual. Así como el prólogo de Joan Carles Martí y los extras, como la guía de personajes escrita por Fernando Larrauri añaden un valor adicional al tebeo, ya que ofrecen una mayor comprensión de la figura del editor y sus allegados y de la importancia de su trabajo.

Más allá de los altibajos en la caracterización de los personajes o en la expresividad del dibujo, lo que hace a este cómic verdaderamente relevante es su capacidad para generar reflexión en torno al papel del humor y la crítica en una sociedad represiva. No se trata únicamente de la figura de Carceller como editor y humorista, sino de lo que él simboliza: una resistencia férrea frente a la intolerancia y la censura. Al final, «Carceller. La sátira frente a la intolerancia» no solo es un homenaje a un hombre que pagó el precio máximo por sus ideales, sino también una advertencia sobre los peligros de la censura y la intolerancia en cualquier época.
