
“Ni sortijas ni secretos permanecen olvidados.”
Hay mitos que acompañan a la humanidad a lo largo de la historia, permeando a través de siglos y épocas la cultura y folclore popular. Sirviendo como legado de la tradición, entre la creencia y lo literario, pero también como inspiración que retroalimenta el relato original, aportando visiones y matices que lo mutan a lo largo de las eras, manteniendo partes de la esencia.
Es el caso de “la Dama del Lago”. Un mito celta pagano que fue asimilado en la Materia de Bretaña de forma orgánica, siendo una pieza clave del ciclo artúrico. Pues es esta dama quien custodia “Excalibur”, la espada del Rey Arturo; también la que llevará al Rey a descansar a Avalon tras la batalla final. En algunas versiones, además, es ella quien da la espada al Rey. También es ella quien logra anular a Merlín.

Es pues un personaje esencial, cuyo rastro nos lleva a Coventina, diosa celta de las aguas y quien potencia la fecundidad y la abundancia, venerada en los territorios romanos de Bretaña, Galia y noreste de Iberia. Personaje cuyo potencial fue disminuyendo, dentro del ciclo artúrico, quedando trasladados sus caracteres a Viviana y Nimue. Ellas, junto a Morgana, representan la conexión de la Materia de Bretaña con su pasado celta pagano, dando lugar, según el relato que se descubra, a multiples facetas que atesora el mito.
Entre las muchas visiones de la Dama del Lago, está la que acaba de materializar Aldara Prado en “Nimue”, recién editada por Norma. Una mirada que nos lleva a la esencia celta del personaje para revestirla de varias capas de significación. Una en femenino, que entronca con la naturaleza del personaje, situando la acción en esa era indeterminada que es la Alta Edad Media, donde se fueron asimilando los mitos celtas al cristianismo. Todo narrado bajo un prisma actual, lo que aporta un mayor valor a lo contado, pero cuidando a su vez el legado al que pertenece “La Dama del Lago”.

Así surge de las aguas este cómic, con una potencia gráfica singular, pues Aldara Prado ha cuidado los encuadres, colores y ritmo gráfico para sumergir al lector en una grata experiencia cuando bucee en sus páginas. Diseñadas para no ser abandonadas hasta el fin del relato, pues este no solo atrapa, sino que despliega un magnetismo gráfico y literario totalmente efectivo en su recorrido. El que le otorga la voz propia que se advierte tras sus páginas. La de su autora.
Recién editado por Norma en cartoné, las 128 páginas de “Nimue” conforman mucho más que un tebeo solvente. Son la constatación de que los mitos clásicos, en buenas manos, pueden seguir dando de si y protagonizar obras rotundamente certeras. Y eso es lo que le ha ocurrido a “La Dama del lago” en las manos de Aldara Prado, que le ha dado vida y fuerza con su mirada literaria y visión gráfica. Una visión tan celta como femenina, consiguiendo que resulte universal y acorde al folclore que envuelve al personaje y, a la vez, poderosamente fresca.
