Giallo #8: catálogo de escalofríos en viñetas

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“Giallo nació con aquella sintonía de cine de terror italiano, queriendo homenajear a toda aquella fantasía del horror, mezclando todos los géneros posibles, que tanto juego da.”


Así se expresaba Daniel Custer, editor de la división en castellano de Leviathan Labs, en la entrevista que mantuvimos recientemente con él. Y hoy tenemos el octavo número de la edición española de la revista que sigue esta estela. Un rastro donde está presente, en primer lugar y como punto de partida, el género de terror netamente italiano expandido por el mundo gracias a ese cine sin complejos que llenó muchas salas de proyección en los años 70 del siglo pasado. Un género donde las gotas de gore se combinaban con el escalofrío y el thriller, dejando huella en la cultura popular por derecho propio.

El «amarillo» (“giallo” en italiano) es ese color que ocupa el tercer lugar en el espectro luminoso. Para referirse a el se suele mencionar al oro. El «Giallo» (“amarillo” en castellano”) es el género antes citado, donde el crimen, el misterio y lo sobrenatural se encuentran. Si bien en un primer momento “giallo” viene de la colección de novelas “Il Giallo Mondadori” donde a partir de 1929 se publicaban a traducidas al italiano obras de Agatha Christie, Ellery Queen, Edgar Wallace, Ed McBain, Rex Stout y Raymond Chandler, pronto el nombre se extendió a cualquier novela de misterio y se empezó a producir material propio. El género se singularizó y aquel “misterio no resuelto” que era para los italianos el Giallo en un primer momento pasó a ser condimentado con horror y gore, para quedar transformado en lo que hoy evoca este color si lo citamos en italiano.

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Un género que desde Leviathan Labs cultivan con esta revista (y alguna que otra publicación), sazonando la propuesta con elementos folclóricos propios de su país (otros también reconocibles en el resto del Mediterráneo europeo) , lo que dota de mayor profundidad a su propuesta y da juego al lector en cada entrega publicada. Ejemplo de ello son los cuatro relatos que esperan en la octava entrega. A continuación, bisturí en mano, pasaremos a diseccionarlos. Sin anestesia, pero también sin spoilers.

La primera parada es, sin duda, la efectiva portada de Manuel Espinosa, que nos prepara para lo que espera en el interior. Una vez abierta la entrega, “La Amarga nevada”, de Giacomo Pitzalis y Luigi Porceddu, la inaugura con un relato efectivo donde el protagonista vuelve a su pasado en su gélida tierra. Será el momento de encontrarse con antiguos amores y también antiguos terrores. Todo en un acertado ejercicio de síntesis en cuanto a estructura y desarrollo, de los que consiguen meter de lleno al lector en el relato en muy pocas páginas. Señal de su buena construcción.

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Le sigue, sin abandonar el clima frio, “Sangre gélida”, donde Christoff Rdgz y David Escobar nos llevan a encontrarnos con esa mitología popular tan propia que señala a los monstruos y criaturas que albergan en parajes montañosos y agrestes. Con el frio envolviendo, de forma contextual, el relato, “Sangre gélida” calienta por su efectividad narrativa y los recursos del género empleados en su recorrido.

Antes de continuar, el artículo de Daniel Custer, “El infierno en la tierra”, sirve de interludio haciendo un recorrido sobre varios de los “diablos” que han poblado el noveno arte. Tras eso, viene el plato fuerte de la entrega: “El martirio”, de Vicenzo Mirra y Emanuelle Tomarelli. Una pequeña historia, si la juzgamos por su extensión (pues aquí todos son relatos breves) pero, a tenor de las sensaciones que despierta, es una narración colosal por el efecto que consigue, dejando una eficaz huella tras su lectura.

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Acaba el volumen con la conclusión de “Una serpiente de mármol negro”, donde Davide Aicardi y Tommaso Catone cierran los hilos de la trama con solvente oficio y ecos al género que hace referencia el título de la revista. Si bien, con sabor netamente actual, pues ese es uno de los puntos fuertes de la revista dirigida por Massimo Rosi: ese justo equilibrio entre el legado fantástico y terrorífico que hace referencia y la sensación de presente gráfico que tienen sus páginas, llevando la tradición a dar un paso más. Un paso dado en nuestros días, mirando al futuro. Sin más pretensión que proporcionar una buena dosis de terror de género a quien lo lea, «Giallo» sigue logrando su cometido en cada entrega.

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