El Rey de los Caracoles. Una mala invocación

Todo comienza en la pequeña y desolada ciudad de Amarillo, Texas, con el hallazgo de dos cadáveres en una gasolinera abandonada que marca el comienzo de una investigación que llevará a los detectives Gros y Cheto por un camino lleno de absurdos, horror y eventos sobrenaturales. El detalle grotesco de un cuerpo devorado por caracoles mientras participaba en un ritual satánico establece desde el principio unos detalles muy importantes para seguir y no perderse en este tebeo tan particular.

Esa es la premisa de partida de «El Rey de los Caracoles» (“El rei dels cargols”) de David Pamies y David Sánchez: un ambiente inquietante y un doble homicidio, ejecutado con la brutal participación de unos caracoles, marca el inicio de una trama policial que rápidamente se descontrola. Lo que parece ser una investigación convencional va a tomar un giro profundamente surrealista bajo la batuta de dos detectives marginados, quienes aportan su peculiar visión del mundo a este retorcido relato. Una trama que se adentra en los límites de lo absurdo y lo macabro, envolviendo al lector en un viaje de delirios que desafía las expectativas y empuja las fronteras de la ficción especulativa.

Los protagonistas no son los típicos héroes con los que uno podría identificar fácilmente en una historia de este tipo. Son figuras rotas, desplazadas en su propio departamento, cuyas carreras y vidas parecen ir a la deriva. Esto les da una perspectiva única sobre los eventos extraordinarios que se desarrollan. La marginación de los detectives permite que los autores jueguen con un tono a menudo cómico, impregnado de ironía. La mezcla de lo absurdo y lo sobrenatural, especialmente con la intervención de Asmodeus, el rey de los demonios, hace que los detectives se enfrenten entre la realidad y lo fantástico, algo difícil de creer para una historia de investigadores policiales. La aparición del «comandante de tres cabezas» no solo afecta la trama principal, sino que introduce a los detectives en una espiral de locura. Este ser demoníaco no es simplemente una figura que infunde miedo, sino un personaje que representa el caos y la desintegración de la realidad misma. Su influencia lleva a Gros y Cheto a perder el control de su investigación, y buscar tanto en el cielo como en el infierno un alma que quiere el demonio. Súmese al cóctel la implicación de Lucifer y un pequeño caracol demoniaco y ya tenemos una premisa tan loca como fresca.

Uno de los momentos más divertidos y psicodélicos del cómic es el viaje efímero de los protagonistas a las puertas del cielo y su prolongada inmersión en las profundidades del infierno. Este contraste entre los reinos espirituales no solo sirve para reforzar el elemento fantástico, sino también para cuestionar el papel de la moralidad y la justicia. El cielo, aunque momentáneo y distante, parece representar la fuga de la razón con unas leyes muy estrictas, mientras que el infierno se extiende como el espacio donde las reglas de la lógica se destruyen y la desesperación reina.

Otro elemento interesante de la obra es la introducción de la Doctora Leist, una reputada historiadora experta en mitología cuyo conocimiento se cruza con el mundo de lo oculto. La figura de Leist añade una complejidad intelectual al caos de la historia, sugiriendo que incluso la ciencia puede verse envuelta en los misterios de lo sobrenatural. Su papel es el de un enlace entre el mundo racional y el místico, lo que la convierte en un personaje enigmático y crucial para los detectives en su intento de desentrañar el misterio. Y por último, la inclusión de una banda de narcotraficantes en la trama introduce un elemento más terrenal, pero no menos caótico, en esta historia de rituales satánicos y demonios. Los narcotraficantes se convierten en una amenaza tangible en medio de la confusión sobrenatural, proporcionando un contraste fascinante entre el crimen organizado y la irracionalidad de los elementos más fantásticos. Este enfrentamiento entre lo mundano y lo esotérico refleja el caos que los detectives intentan desentrañar, reforzando la sensación de que no hay lugar seguro ni explicaciones sencillas en este universo desquiciado.

El guion de Pamies, cargado de absurdidad, no deja de sorprender a quien abre las páginas de este comic con un humor negro, rozando a menudo lo delirante. Este tebeo no se molesta en ofrecer respuestas claras o fáciles. En lugar de eso, se deleita en la creación de un mundo donde la lógica ha sido desplazada por la fantasía más desquiciada. La historia funciona en gran medida gracias a la atmósfera creada por el equipo creativo. La fusión entre lo policíaco y lo sobrenatural podría haber resultado incoherente en manos menos hábiles, pero aquí todo parece diseñado para mantener al lector en un estado de desconcierto constante que vale la pena recorrer.

En el aspecto gráfico, el tebeo destaca por su singular enfoque que combina lo minimalista con lo perturbador. El arte de David Sánchez es inmediatamente reconocible por su uso de líneas claras y definidas, que les confieren a sus trabajos un aire de simplicidad engañosa. A menudo, sus personajes presentan rasgos faciales simplificados y formas corporales estilizadas, despojadas de detalles superfluos. Esta elección estilística contribuye a una sensación de alienación y desapego emocional en sus personajes, lo que es coherente con las tramas perturbadoras y surrealistas que suele abordar en sus cómics. La falta de complejidad en los rostros, con expresiones reducidas al mínimo, puede hacer que los personajes parezcan fríos o indiferentes ante los horrores o situaciones absurdas que enfrentan. Pero a pesar de esta simplicidad, la expresividad no se pierde. Sánchez juega con pequeños detalles, como sutiles cambios en los ojos o la boca, para sugerir emociones profundas sin necesidad de exagerar los gestos. Esta capacidad para hacer tanto con tan poco es uno de los aspectos más impresionantes de su estilo. Y un punto fuerte de estas páginas.

Esta obra ganadora del Premi Finestres de Cómic en 2023, bajo el sello editorial Finestres. Ahora se edita en español por parte de Dolmen Editorial con traducción del mismo David Pamies. 108 páginas de horror y humor negro , donde espera una atmósfera que nos introduce en un mundo donde demonios, detectives y hadas forman parte de un paisaje tan extraño como seductor. Al final, «El rey de los caracoles» no solo juega con los géneros, sino que los subvierte con una extrañeza que deja al lector deseando más, incluso cuando todo se ha vuelto un delirio sin retorno.

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