Brutal: Confesiones de un detective de homicidios 2. Justicia Feroz

El segundo volumen de Brutal: Confesiones de un detective de homicidios (“Satsujin Kansatsukan No Kokuhaku”, ブルータル 殺人監察官の告白) sigue entregando una historia fascinante en la que la mente humana y su capacidad para racionalizar el mal son los temas centrales. En esta obra, continuamos la inmersión en la vida de nuestro protagonista, el inspector Hiroki Dan, un personaje cuyo sentido de la moralidad está constantemente en conflicto. En estas páginas vemos cómo la naturaleza de su trabajo comienza a erosionar aún más su psique, mientras se enfrenta a casos cada vez más complejos que lo llevan al borde de la desesperación. El manga sigue explorando la delgada línea entre el bien y el mal, manteniendo una atmósfera inquietante que se entrelaza con la psicología del crimen.

Este segundo volumen, al igual que el primero, está compuesto por dos historias que, aunque independientes, se complementan en su análisis de la moralidad y la justicia. La primera historia acompaña a Masaharu Onizuka, un periodista que, obsesionado por descubrir la «verdad» y vender más periódicos, acosa de manera constante a la madre de un adolescente que cometió múltiples asesinatos. Paralelamente, su hija Alice replica el comportamiento despiadado de su padre al acosar brutalmente a un profesor, lo que culmina en que este pierda su empleo injustamente. En la segunda historia, nos encontramos con Yudai Ogata, un empresario con una apariencia impecable que esconde un profundo odio hacia las mujeres. Su misoginia se manifiesta a través de pequeños actos de venganza que rozan lo escalofriante, como soltar el cinturón de seguridad de un bebé en un metro o empujar violentamente a mujeres en espacios públicos. Ambas historias presentan a personajes que, a los ojos de la ley, podrían no ser considerados culpables de crímenes que merezcan un castigo severo. No obstante, Dan Hiroki, con su sentido de justicia distorsionado, se convierte en juez, jurado y verdugo, entregándoles castigos que no solo son brutales, sino también profundamente personales.

A lo largo de ambas historias, la figura de Dan Hiroki permanece como una constante perturbadora. Su rol como «justiciero» plantea un dilema ético que el lector no puede ignorar. Aunque los crímenes que castiga son moralmente reprobables, la brutalidad con la que ejecuta su justicia nos obliga a cuestionar si sus acciones son realmente correctas. ¿Es posible que la violencia sea una respuesta válida cuando la ley falla? ¿O es Hiroki, en su intento de hacer justicia, simplemente otro criminal?Este dilema se intensifica en el segundo tomo, donde los crímenes caen en una zona moralmente ambigua. A diferencia del primer volumen, donde los culpables eran monstruos evidentes, aquí los «villanos» son personas que, aunque despreciables, no han cometido delitos que, a ojos de la ley, justifiquen la muerte. Este cambio en la narrativa obliga al lector a reflexionar sobre el concepto de justicia y castigo. ¿Es moralmente aceptable que Hiroki decida quién vive y quién muere, cuando el sistema legal no puede intervenir? El manga se convierte, así, en una exploración de la vigilancia personal y sus límites. Hiroki se presenta como un ángel vengador, pero su violencia extrema lo convierte en una figura temible. Brutal juega con esta ambigüedad, desafiando al lector a tomar una postura sobre si la justicia debe ser fría y calculada, o si hay espacio para la venganza cuando las víctimas no tienen voz.

El arte sigue siendo un elemento clave para transmitir la intensidad del guion. Las viñetas están cargadas de detalles, con un uso de sombras y contrastes que reflejan la tensión emocional y psicológica de los personajes. Las expresiones faciales de los antagonistas, en particular, están dibujadas con una precisión que comunica su decadencia moral y su insensibilidad hacia los demás. Las escenas de acción, aunque violentas, no son gratuitas; están diseñadas para enfatizar el impacto emocional y físico de la justicia que Hiroki imparte. El uso del espacio y el diseño de las escenas contribuyen de forma inequívoca a la atmósfera opresiva del manga, creando un ambiente en el que la violencia siempre está al borde de estallar.

El segundo volumen de Brutal editado por Kitsune Manga expande de forma efectiva el universo moralmente ambiguo que Ryo Izawa y Kei Koga han creado, llevándonos a un viaje a través de la oscuridad humana. No solo manteniendo el nivel de intensidad del primero, sino que lo eleva al introducir dilemas morales más profundos. Este manga sigue siendo una obra maestra del thriller psicológico, que no teme desafiar al lector y hacerle cuestionar sus propias ideas sobre el bien y el mal.

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