
Tras “El Misterio del Espadón” y “El Misterio de la Gran Pirámide”, tanto Blake y Mortimer como su autor, Edgar P. Jacobs, ya eran unos de los pesos pesados de “Le Journal de Tintin”. Jacobs había conseguido con esas dos aventuras encontrar su lugar en la Bande Dessinée como uno de los autores con más personalidad de la línea clara, proporcionando aventuras compactas que encantaban a sus jóvenes lectores, pero también a cualquier persona más madura que se asomaba a sus viñetas. No era para menos la combinación entre ciencia, espionaje y buenas caracterizaciones que desprendían su pareja de aventureros, Francis Blake y Philip Mortimer, “Blake y Mortimer”; nombres que ya eran indisolubles a Jacobs.
No eran más que una vuelta de tuerca, en origen, a dos de los personajes principales de Flash Gordon de Alex Raymond, que el propio Jacobs tuvo que hacerse cargo en la revista «Bravo» para finalizar la serie durante el periodo en que Bélgica fue ocupada en la Segunda Guerra Mundial y que dieron paso a «El Rayo U«, donde las puso en práctica e hicieron del concepto algo especial: trastocó los roles siendo el perfil científico más intrépido e impulsivo que el del explorador (o aventurero). Algo que queda patente en los rasgos de carácter de Philip Angus Mortimer y Francis Percy Blake. Solo quedaba llevar esos conceptos a un contexto más real, el que otorgaba la Europa que nacía tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Así comenzó su andadura en “El Secreto del Espadón” y “El Misterio de la Gran Pirámide”, que se pueden disfrutar en la magnífica edición integral que los recoge compilados: «Blake y Mortimer. Integral 1”.

Sin embargo, lo mejor estaba por llegar. Y eso es lo que engloba el segundo integral del clásico de Jacobs que acaba de editar Norma: nada menos que “La Marca Amarilla” (“La Marque Jaune”), “El Enigma de la Atlántida” (“L’énigme de l’Atlantide”) y “S.O.S Meteoros” (“S.O.S. Metéores: Mortimer à Paris”). Tres relatos que consagraron al «barítono de la línea clara» como uno de los autores de cómic más importantes del siglo XX belga. Por lo que cuenta y como lo hace, por como queda plasmado en viñetas que siguen siendo, siete décadas después, una delicia.
Serializada en “Le Journal de Tintin” entre 1953 y 1954, “La Marca Amarilla” fue responsable de que apareciera el símbolo en muchas paredes de Bruselas de aquella época. Tal fue la conmoción que causó entre los lectores este relato que bebe del folletín con referencias literarias evidentes como el Arsène Lupin de Maurice Leblanc, el Fantômas de Marcel Allain y Pierre Souvestre; o el tono de muchas de las novelas de Agatha Christie. Influencias bien digeridas por Jacobs, que las llevó a su terreno, el del cómic, para dar con páginas donde se plasma un Londres con absoluta fidelidad (en esa época sin internet viajó a la capital inglesa para documentarse “in situ”) y una trama de intriga que sigue manteniendo su encanto y fuerza.

Tras el misterio, llegó otro enigma, el de la Atlántida que llevó a cabo Jacobs. Documentado fielmente en varias de las tesis que situaban al mítico continente de Platón en las Azores, sitúa la acción en la isla de San Miguel1 ( Ilha de São Miguel) del archipiélago portugués, en una aventura en la que el misterio deja paso enseguida a la ciencia ficción que bebe tanto de lo griego como de lo azteca, para revestirlo de tecnología futurista y momentos apocalípticos.
En corto, se podría definir “El Enigma de la Atlántida” como si el Doctor Zarkov y Flash Gordon protagonizasen una aventura con ecos de la fantasía de Julio Verne. Siendo más exhaustivos, “El Enigma de la Atlántida” supone un paso adelante de Jacobs en cuanto a su manejo de tramas que beben tanto de la ciencia ficción de los pulps americanos como de las aventuras de ciencia ficción europea previas. Con ella brindó, a mitad del siglo XX, otro clásico imperecedero del noveno arte.

Los tebeos de Jacobs son atemporales. Quizá su excesivo texto pueda quedar anacrónico a día de hoy, pero mantienen su fuerza gráfica inalterable, con ese sabor a aventura imperecedero. También los temas que se tocan. Algunos universales, como el cambio climático, una cuestión de la que parte la trama de “S.O.S Meteoros” (“S.O.S. Metéores: Mortimer à Paris”). En plena década de los ’50 se ponían de relieve en un cómic los cambios meteorológicos bruscos provocados por el impacto del ser humano.
Un tema que sigue de actualidad por las evidencias climáticas constantes que experimenta el planeta. Además de lo vigente de su guion, esta aventura desprende frescura por la estructura de la trama que diseñó Jacobs, en la que los protagonistas de la aventura, más que compartirla, la protagonizan como si fuera una carrera de relevos, pasando el testigo del foco de atención principal durante el desarrollo del relato.

Así que prepárense a disfrutar de tres de las cumbres de la carrera de Jacobs, en este jugoso “Blake y Mortimer. Integral 2”, que cuenta con traducción de Ramón de España y Traducciones imposibles. Antes de viajar con estas viñetas a Londres, San Miguel y París, conviene disfrutar de los textos de Álvaro Pons y Jorge García que prologan este volumen; donde se aporta contexto y dimensión al asunto que espera en páginas posteriores. Además, se acompañan de material gráfico nunca antes publicado en España relacionado con estas obras, haciendo de esta edición una de las más preciadas en castellano de Blake y Mortimer. Nada queda que añadir, más que disfrutar de estas aventuras y decir “All Right!” cuando quedemos prendados por muchas de las viñetas que aquí esperan. Hecho que ocurrirá en varias ocasiones, “by Jove!!!”
