Desde 1980 hasta nuestros días, “Thorgal”, el vikingo de las estrellas creado por Jean Van Hamme y Grzegorz Rosinski, es uno de los personajes icónicos del cómic europeo, con relatos de una pieza que son puntos esenciales para entender lo que puede dar de sí la épica en viñetas. Un personaje que ya es atemporal, trascendiendo época, lugar y a sus propios autores, expandiéndose más allá de la serie principal con certeras ramificaciones, como son “Los mundos de Thorgal” o “Thorgal Saga”. Ésta última cabecera da cobijo a una suerte de “Leyendas de Thorgal”, historias autoconclusivas donde diversos autores realizan aventuras independientes, dentro del canon, pero permitiéndoles a su vez aportar su grano de arena a este ya mito de la fantasía heroica de Bande Dessinée.

De todas ellas, la más joven es “Thorgal Saga”, que se inauguró con “Adiós, Aaricia” de Robin Recht y cuyo testigo lo recogen Fred Duval, Corentin Rouge y Walter en “Wendigo” («Thorgal Saga Tome 2 – Wendigo«), recién editado en castellano por Norma Editorial, en una trama donde van a confluir elementos mitológicos nórdicos y de América del Norte, todo con una sobriedad notable que, lejos de minimizar, aumenta la épica de lo que nos cuentan en este volumen.

“Thorgal Saga. Wendigo” se sitúa después de los hechos contados en el ya clásico “Entre tierra y luz” (“Entre terre et lumière«), mientras Thorgal, Aaricia y su familia regresan del país Qâ. El viaje tendrá una escala, que es la que nos cuentan Duval y Rouge. Una provocada por un conflicto entre manitúes (“espíritus”) adorados por dos tribus indias vecinas y rivales. Estas tribus toman partido por las deidades que veneran y la Tribu del Agua recurrirá al “Vikingo de las Estrellas” en el conflicto.

Así Thorgal se verá envuelto en una guerra en la que los rivales, “La Tribu de los Árboles”, cuentan con un aliado que puede hacerles ganadores. Éste no es otro que el “Wendigo”. De este modo se introduce este elemento mitológico propio de los indios algonquinos en el imaginario de Thorgal. Duval lo hace de forma orgánica, presentando el conflicto desde un primer momento y situando en contexto a lector, metiéndolo de lleno en el relato y, lo más importante, haciendo que la presencia de Thorgal y familia sea creíble dentro de lo fantástico de la trama.

A partir de ahí, la aventura fluye. En unos cánones atemporales que funicionan al milímetro. Hecho que permite a Corentin Rouge desplegar con maestría sus habilidades en viñetas y páginas totalmente adictivas. Con un trazo fresco y natural, que capta la atención y no baja el nivel hasta acabar el relato. El color, realizado por el propio Rouge y Walter, da el equilibrio justo cromático entre la épica y agreste y salvaje naturaleza que envuelve la aventura, maximizando lo que se plasma en cada viñeta.

De este modo se desenvuelve esta nueva aventura de Thorgal, que posiblemente no invente nada nuevo, pero deja un excelente sabor tras su lectura. El de las buenas aventuras, las que te llevan a contemplar en su plenitud el sentido de la épica, el peligro y la maravilla. Conseguir eso con un personaje que tiene décadas de existencia no es poco.

Publicado originalmente en el mercado franco belga por Le Lombard a comienzos de este año, Norma lo acaba de estrenar en castellano en una edición en cartoné traducida por Diego de los Santos en la que contiene, dentro de sus 136 páginas, el cuaderno extra de material gráfico que solo se incluyó en la edición especial en francés y que supone un excelente broche a la lectura del relato. Tan funcional como certero, “Thorgal Saga. Wendigo”, sin alejarse del canon, aviva la llama del personaje aportando material para nuevas leyendas. Esas que posiblemente se contarían los vikingos ante el fuego bajo las gélidas noches.