Brutal: Confesiones de un detective de homicidios 1. Memorias de un asesino

Brutal: Confesiones de un detective de homicidios”(“ Brutal: Satsujin Kansatsukan No Kokuhaku (ブルータル 殺人監察官の告白)”), el manga creado por Kei Koga y Ryo Izawa, ofrece una experiencia intensa y escalofriante que explora la delgada línea entre el deber y la perversidad, la justicia y el crimen. La historia sigue a Hiroki Dan, un joven detective de homicidios que es el mejor en su campo. Parece destinado a una carrera meteórica en la policía, gracias a su intelecto agudo, su instinto impecable para resolver casos y su linaje, siendo hijo del superintendente general del cuerpo. Sin embargo, Hiroki guarda un oscuro secreto: él mismo es un asesino en serie responsable de más de cien muertes, un criminal meticuloso que ha logrado escapar de la justicia a pesar de estar en el centro del sistema legal.

Desde el primer capítulo, se establece el contraste entre las dos caras del protagonista: el brillante detective que la sociedad ve y el despiadado asesino que realmente es. Este dualismo es la esencia misma del manga, y su desarrollo es manejado con una habilidad impresionante por parte de Koga e Izawa. El guion oscila entre su vida pública y privada, creando una tensión constante que mantiene al lector al borde de su asiento. Hiroki es presentado como un prodigio desde sus primeros días en la academia de policía, donde se gradúa con honores y rápidamente asciende en las filas policiales. Su carrera es tan prometedora que muchos lo ven como el próximo gran líder de la policía japonesa. Sin embargo, su verdadera naturaleza comienza a desvelarse lentamente a través de sus propios pensamientos y las acciones que lleva a cabo en la oscuridad, cuando nadie más está mirando. El detective no es simplemente un villano ni tampoco un héroe, sino una figura compleja cuyas motivaciones y psicología se exponen a fondo. A medida que avanza la trama, se revelan detalles sobre su «sistema de justicia» y como puede aplicarlo según sus criterios. Esta exploración no solo humaniza al personaje, sino que también plantea preguntas inquietantes sobre la naturaleza del mal: ¿Es Hiroki un producto de sus circunstancias o siempre fue un monstruo, esperando el momento adecuado para mostrar su verdadera cara?.

Este primer tomo no escatima en detalles a la hora de describir los crímenes, lo que añade esa capa de realismo inquietante a la historia. Los asesinatos o las violaciones no son simples actos de violencia, sino rituales cuidadosamente planeados que reflejan el deseo de control y poder. Cada víctima tiene «su justicia» de manera muy radical: Hiroki ejecuta a los culpables con una precisión quirúrgica que deja pocas pruebas o ninguna para que la policía lo rastree. El contraste entre la vida pública de Hiroki y su identidad secreta crea un conflicto interno que se intensifica a medida que la trama avanza. Por un lado, disfruta del respeto y la admiración de sus colegas y superiores, pero por otro, siente una satisfacción oscura al cometer sus crímenes. Esta dicotomía lo lleva a experimentar una especie de disonancia cognitiva, donde su identidad como detective y como asesino comienzan a mezclarse, poniendo en riesgo su fachada perfecta. A través de este peculiar policía, el manga plantea preguntas difíciles sobre lo que realmente significa ser justo. Aunque Hiroki se ve a sí mismo como un agente de justicia, sus acciones son claramente monstruosas. Esta contradicción invita al lector a reflexionar sobre los límites de la justicia y si es posible que alguien que comete actos atroces pueda justificarse en nombre de un bien mayor.

En el aspecto gráfico, el arte es un componente crucial para la atmósfera oscura y perturbadora que recrea el manga. Ryo Izawa utiliza un estilo gráfico simple pero detallado que complementa perfectamente la historia. Las escenas de crímenes están dibujadas con una precisión inquietante, capturando tanto la brutalidad de los actos como la frialdad de Hiroki. El uso de sombras y contrastes añade una sensación de claustrofobia y tensión que permea cada página. Los rostros de los personajes, especialmente el de Hiroki, están dibujados con una expresividad que transmite las emociones más profundas sin necesidad de palabras. Los ojos del protagonista, en particular, se convierten en una ventana a su alma, mostrando tanto su astucia como su necesidad imperiosa de «impartir justicia».

Con todos estos hilos se teje el manga, que edita Kitsune Manga en España, con traducción de Clara Altares, cuyo primer volumen consta de 185 páginas. Después de cerrar el tebeo, reconozco que no es una historia para los débiles de corazón, ya que su contenido gráfico y temático es intenso y, en ocasiones, perturbador. Sin embargo, para aquellos que buscan un relato que los mantenga en vilo, es una lectura de lo más interesante. Este primer volumen de “Brutal” no es solo la historia de un asesino en serie, sino un reflejo oscuro de la sociedad y de las sombras que todos llevamos dentro. Es un recordatorio de que el mal puede esconderse detrás de las máscaras más inocentes y que, a veces, aquellos que juraron protegernos pueden ser los más peligrosos de todos.

Deja un comentario