
Continuamos nuestra travesía por los tebeos de “Daredevil: El Hombre sin Miedo de Frank Miller y Klaus Janson”, hoy con el segundo volumen, que abarcan los números de Daredevil del 159 hasta el 172, publicados entre 1979 y 1981. Estos cómics marcan un punto de inflexión en la historia del cómic y el género de superhéroes en general. La intervención de Frank Miller como escritor y dibujante, junto con Klaus Janson en las tintas, le dio una nueva vida Daredevil y definió el tono oscuro y realista que desde entonces ha sido sinónimo del Hombre sin Miedo. Además, debemos mencionar al resto de los creadores que aparecen en estos números entre los que están Michael Fleisher, David Michelinie, Steve Ditko (cocreador de Spiderman), Josef Rubinstein, Glynis Wein, Petra Goldberg, Bob Sharen y Dr. Martin.
Aunque Frank Miller es recordado como la figura principal que redefinió a Daredevil, la colaboración con Roger McKenzie fue crucial. McKenzie fue el escritor de los números 159-161 y 163-166 donde Miller también era dibujante. Juntos, establecieron una dinámica que permitió a Miller experimentar visualmente mientras McKenzie continuaba desarrollando la historia. Uno de los puntos más importantes de esta colaboración es que McKenzie ya estaba trazando el rumbo hacia historias más intensas y realistas, y Frank Miller, como artista, complementó perfectamente esta visión. Esta sinergia permitió que Miller se sintiera cómodo tomando más control creativo con el tiempo. Por ejemplo, en Daredevil 160, McKenzie presenta una historia en la que Bullseye secuestra a la Viuda Negra para atraer a Daredevil a una trampa. Esta historia no solo es significativa por la introducción de la violencia más brutal que definiría la cabecera en los años venideros, sino también porque comienza a definir el carácter peligroso y obsesivo de Bullseye, villano que se convertiría en una figura crucial en la mitología del Daredevil.

Ya con Miller a los mandos, introdujo una estética oscura que redefinió muchas de los estándares de los cómics de superhéroes desde entonces. Daredevil dejó de ser simplemente un luchador enmascarado y se convirtió en un vigilante que operaba en un mundo crudo y realista, lleno de corrupción, violencia y tragedias. La ciudad misma se convierte en un personaje más en las historias de Miller, con sus calles sucias, sus callejones oscuros y sus edificios decadentes. Es un entorno casi opresivo que refleja la lucha interna del diablo de Nueva York, y Miller aprovecha al máximo el ambiente urbano para contar historias que exploran la corrupción y la criminalidad, a menudo de manera muy visceral. En su visión, no era solo un héroe que luchaba contra el crimen, sino un hombre profundamente atormentado por sus responsabilidades y sus propios demonios internos.
Miller exploró la dualidad de Murdock como abogado de día y vigilante de noche, un hombre atrapado entre la ley y su deseo de impartir justicia por su cuenta. El sentido de culpa, una constante en la vida de Murdock debido a su educación católica, se volvió central en la narrativa de Miller. Este aspecto religioso no solo matizaba las motivaciones del personaje, sino que lo hacía más humano. Daredevil luchaba por equilibrar su moralidad con la violencia que era necesaria para sobrevivir en su guerra contra el crimen, lo que lo diferenciaba de otros héroes que operaban con un sentido más claro de lo que estaba bien o mal.

Por hablar de varios de los tebeos que aparecen en este tomo, algunos qué destacaría serían: los números 163, 164, 165 y como no el numero 168. Empezando por ese número 163, un relato notable porque Daredevil se enfrenta a nada menos que Hulk. La batalla entre ambos muestra la vulnerabilidad física del «cuernecitos» frente a un ser con fuerza sobrehumana como gigante esmeralda, y resalta la habilidad del personaje para seguir luchando a pesar de estar gravemente herido. Este número profundiza en la resistencia psicológica y física de Daredevil, mientras que visualmente, Miller utiliza ángulos dramáticos para enfatizar la disparidad de poder entre los dos personajes.
Continuamos con el 164, Uno de los números más emotivos de la serie hasta este punto. Aquí se explora el origen de Matt Murdock y su relación con su padre, el boxeador «Batallador Murdock«. Este número reitera la importancia de la moralidad en la vida de Matt y cómo la figura paterna desempeña un papel clave en la formación de su sentido de justicia. Este es uno de los primeros ejemplos claros del interés de Miller por los aspectos trágicos del personaje, un tema que continuaremos viendo a lo largo de muchos números.
Seguimos con el número 165, donde vemos la interacción con villanos de otros personajes. Daredevil se enfrenta al icónico villano de Spider-Man, Doctor Octopus. Aunque la historia en sí sigue una fórmula más tradicional de lucha entre héroe y villano, lo interesante aquí es cómo Daredevil es mostrado como un combatiente hábil y estratégico, que debe depender de su agilidad e inteligencia para derrotar a un enemigo físicamente superior. Miller empieza a experimentar más con el uso de las sombras y el espacio negativo en sus dibujos, lo que añade un elemento dinámico a las escenas de acción.
Para terminar y como no podía ser de otra manera, está el número 168 uno de los más importantes de la historia de Daredevil. Frank Miller asume aquí también el rol de guionista y presenta a uno de los personajes más icónicos y fundamentales en la vida de Daredevil: Elektra Natchios. Elektra es una asesina a sueldo que también es el antiguo amor de Matt Murdock, lo que introduce un elemento de tragedia y conflicto emocional profundo. La dinámica entre Elektra y Daredevil es tensa, y su relación se convierte en un pilar central de la narrativa de Miller. Visualmente, este número es una obra maestra en términos de coreografía de combate y uso del espacio negativo en las viñetas; y establece el tono trágico que definirá su relación cambiando a Matt Murdock para siempre.

En el aspecto gráfico, el lápiz creativo de Miller se apoyó en Klaus Janson, el entintador que realzó cada página. Janson aportó un estilo de entintado audaz y expresivo que encajaba perfectamente con la narrativa oscura y cruda de Miller. El trabajo de entintado de Janson es lo que realmente dio a Daredevil su atmósfera característica. Utilizaba sombras pesadas y contrastes fuertes entre la luz y la oscuridad, lo que daba a la serie una sensación más madura y seria. Su uso del claroscuro no solo creaba un ambiente visualmente dramático, sino que también añadía profundidad a las emociones y tensiones de las escenas. Janson también tenía un gran sentido para los detalles y la textura. Su entintado no solo reforzaba la línea de Miller, sino que a menudo añadía una sensación táctil a las imágenes. Esto es particularmente notable en la representación de las superficies, como los ladrillos sucios de los edificios o la textura de los trajes de los personajes. El entintado ayudaba a dar más peso a los personajes y al entorno, haciendo que el mundo de Daredevil se sintiera más real y tangible. Este enfoque detallado se veía en los trajes de los personajes, las expresiones faciales y los detalles del entorno urbano, como las paredes descascaradas o los callejones llenos de basura. La relación de trabajo entre Miller y Janson fue única, ya que Janson no solo entintaba las páginas de Miller, sino que también a veces corregía y mejoraba los lápices. Esto permitió que el proceso artístico fuera más fluido y colaborativo. El entintado a menudo tomaba los lápices sencillos de Miller y les daba una dimensión más rica, jugando con las sombras y los detalles para añadir mayor dramatismo. La sinergia entre Miller y Janson fue tal que, en algunos números, parecía que ambos estaban completamente alineados en términos de visión artística. Juntos, lograron crear una estética única que influiría en muchos cómics posteriores.
Mención aparte es la introducción en este integral del número 25 de «Bizarre Adventures«. Fue una serie que permitía explorar historias más maduras y complejas en un formato de revista en blanco y negro. Este número en particular se centra en la Viuda Negra, que en este caso recibe un trato mucho más adulto con un tono más dramático. Escrito por Ralph Macchio, conocido por su trabajo en el los números de Marvel Two-in-One, y con arte de Paul Gulacy, un artista que destaca por su estilo detallado y dinámico. El formato en blanco y negro permite a Gulacy jugar con contrastes y sombras de manera efectiva. El uso de sombras profundas y el juego entre luces y sombras añaden una atmósfera más intensa. Por eso este número que te lleva a ese mundo de espías de la Viuda Negra casa perfectamente con esas historias que se desarrollan en el mundo de Daredevil y las mujeres más letales del universo Marvel.

Todos estos tebeos se recogen en este segundo volumen del «Daredevil de Frank Miller y Klaus Janson», que edita Panini Comics de su línea de Obras Maestras Marvel, con traducción de Raúl Sastre, Gonzalo Quesada y Uriel López. Además de añadir un texto de introducción de Charles Soule y un epilogo de Frank Miller extraído de «Daredevil Visionaries: Frank Miller 1«. Como extras, muchas joyas como paginas originales en blanco y negro, ilustraciones de Miller y las reimpresiones de muchas imágenes del «Marvel Super-Heroes Megazine«. Un buen complemento para los cómics donde se comienzó a dar forma a la visión actual del Hombre Sin Miedo, presentando ese tono más oscuro, y el desarrollo de personajes icónicos como Elektra o Kingpin. Desde los primeros números, se puede ver cómo Matt Murdock evoluciona de un héroe tradicional a un vigilante atrapado entre su sentido de la justicia y los dilemas morales que lo atormentan. Cada número es un paso más; una pieza clave para entender cómo el abogado de la cocina del infierno se convirtió en el personaje complejo que conocemos hoy. Si solo pudieras elegir un tomo que recoja lo mejor de “Daredevil”, este sería una opción perfecta. Es un punto de partida ideal para cualquier aficionado y una obra esencial en las historias de «la Casa de las Ideas».
