
El tebeo «Los Evaporados«(“Les évaporés”), donde Isao Moutte adapta la novela de Thomas B. Reverdy, es una obra que toca un tema fascinante y poco conocido fuera de Japón: el fenómeno de los Johatsu, personas que deciden desaparecer de la sociedad de forma voluntaria, esfumándose sin dejar rastro. Este thriller sociológico, presentado en sobrio blanco y negro, destaca por su emociones y su intrincado retrato de la cultura japonesa contemporánea, donde la vergüenza, el honor y el deber tienen un peso central.
En Japón, cuando alguien desaparece voluntariamente, el término utilizado es «evaporarse«. Se trata de un fenómeno social en el que decenas de miles de personas, deciden dejar atrás sus vidas, cortar sus lazos familiares y, a menudo, desaparecer en las sombras de las grandes ciudades o en pequeñas comunidades donde nadie conoce su pasado. No se trata de una desaparición en el sentido delictivo; por eso, la policía generalmente no se involucra. Estas personas optan por dejar atrás su identidad debido a la vergüenza, la presión social o el deseo de empezar de nuevo sin las ataduras del pasado. Este fenómeno es profundamente revelador de las dinámicas sociales de Japón, un país donde el honor y la reputación personal tienen una importancia central. En una sociedad altamente estructurada, donde la conformidad con las normas es vital, el fracaso (sea personal, financiero o profesional), se percibe como una mancha en la dignidad de la persona. Muchas personas optan por «evaporarse» para evitar la vergüenza de enfrentar su realidad ante los demás, especialmente sus familiares. El tebeo de Moutte hace un uso impecable de este fenómeno como núcleo temático, explorando las razones detrás de la desaparición de personas aparentemente ordinarias, como el personaje de Kaze, un oficinista que, en un momento de crisis, decide evaporarse de su vida sin dejar ningún tipo de explicación.

La trama sigue a Kaze, un hombre cercano a la jubilación que trabaja como oficinista en Tokio. Kaze es el arquetipo que cumple con su rol social: trabajador diligente, esposo leal y padre responsable. Sin embargo, una noche, sin previo aviso ni explicaciones, decide desaparecer. Este acto de evaporación no es impulsivo; es un paso cuidadosamente planificado, un escape silencioso de la presión de su vida cotidiana. Kaze deja atrás a su familia, incluidos su esposa y su hija, quien reside en Francia. La desaparición no solo sorprende a su familia, sino que los deja completamente desconcertados. Sin embargo, fieles a las normas culturales japonesas, ni la esposa ni las autoridades locales se embarcan en una búsqueda activa. La desaparición voluntaria de un miembro de la familia se percibe como un acto deshonroso, y perseguir a la persona podría generar aún más vergüenza. Aquí es donde entra en juego la hija de Kaze, que vive en Francia y tiene una perspectiva cultural diferente. Al enterarse de la desaparición de su padre, toma un vuelo a Tokio con el objetivo de encontrarlo, incapaz de aceptar la idea de que su progenitor simplemente se haya desvanecido sin una razón clara.
El viaje de la hija de Kaze es una travesía no solo física, sino también emocional y cultural. A través de su búsqueda, el tebeo explora las diferencias entre la mentalidad occidental, donde el individualismo y la autoexpresión son más aceptados, y la mentalidad japonesa, que está profundamente influenciada por el concepto de la comunidad y el sacrificio personal por el bien de la familia o la sociedad. La hija representa una voz de resistencia frente a la resignación que a menudo rodea a las desapariciones voluntarias en Japón. Su búsqueda implacable se convierte en el motor emocional de la narrativa, una mezcla de amor filial, confusión y deseo de comprensión.

Un aspecto crucial es el contexto histórico en el que se sitúa la historia. La catástrofe nuclear de Fukushima, ocurrida en 2011, sirve como telón de fondo omnipresente en la historia. Aunque la trama principal se centra en la desaparición de Kaze y la búsqueda de su hija, la devastación provocada por el desastre nuclear añade un elemento de cataclismo más amplio que resuena con el acto personal de evaporación. La tragedia de Fukushima no solo afectó a las personas que vivían cerca de la planta nuclear; tuvo un impacto profundo en la psique de todo el país. Moutte utiliza esta catástrofe para resaltar la fragilidad de la vida cotidiana en Japón, un país que, aunque tecnológicamente avanzado, se enfrenta amenazas constantes, ya sean desastres naturales o la presión autoimpuesta de cumplir con las expectativas sociales. El desastre de Fukushima también simboliza la idea de una pérdida irreparable. De la misma manera que Kaze desaparece de la vida de su familia, los supervivientes de Fukushima enfrentaron la desaparición de sus hogares, sus comunidades y, en muchos casos, su sentido de seguridad y estabilidad. La analogía entre estos dos tipos de desapariciones, una voluntaria y otra forzada por la naturaleza, refuerza la idea de que la pérdida, ya sea física o emocional, es un tema central en la obra.
La adaptación gráfica de Isao Moutte juega un papel esencial en cómo esta historia se presenta al lector. Si bien el guion sigue fielmente la obra de Thomas B. Reverdy, su paso a un comic añade un nivel completamente nuevo de profundidad emocional y estética. La ausencia de color refuerza la sensación de desolación y vacío que impregna la vida de los personajes. Moutte combina elementos del comic occidental con técnicas propias del manga de autor, creando una fusión visual que refleja el carácter híbrido de la historia, situada entre dos culturas: la francesa y la japonesa. Las viñetas están cargadas de detalles que ofrecen una ventana íntima a la vida cotidiana en Japón, desde las abarrotadas calles de Tokio hasta los espacios más solitarios donde las personas encuentran esos lugares donde nadie busca. A menudo, las páginas están llenas de escenas sin diálogos, donde los gestos y las expresiones faciales cuentan más que las palabras. Estas escenas refuerzan el tema central de la novela: la desconexión emocional y la presión social que empuja a las personas a marcharse.

Más allá de la historia personal de Kaze y su hija, este tebeo que edita Astiberri ofrece una reflexión más amplia sobre el fenómeno de los Johatsu en Japón. Cada año, más de 80,000 personas desaparecen voluntariamente en el país, y la mayoría de ellas lo hacen para escapar de la vergüenza asociada con el fracaso. Los individuos sienten una presión constante para cumplir con sus deberes hacia la familia, el trabajo y la comunidad, y cualquier falla en estos aspectos puede llevar a un sentimiento abrumador de desgracia. “Los Evaporados“ nos enseña que la vida da muchas vueltas y no siempre sale como planeamos en un principio y siempre podemos acabar en sitios donde nadie pensaría que pudiésemos estar.
