
Imagínate despertar en un lugar que una vez brillaba con una saturación de colores: los verdes exuberantes de los campos, los azules profundos del cielo sin nubes, los rojos cálidos de los atardeceres ardientes. Sin embargo, de repente, estos colores parecen desvanecerse, como si la vida misma se retirara de ellos. Pues así comienza nuestra historia, con la pérdida de color. Una transformación física, y también emocional que afecta nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos. Con esta idea, el mangaka KENT nos da la obra «Colorless» (カラーレス). Donde ofrece una visión distópica de un mundo devastado por un evento cósmico que borra el color y transforma la vida tal como se conocía.
El mundo de Colorless ha sido devastado por un evento apocalíptico conocido como «La Impulsión de Mercy«, una gigantesca llamarada solar que eliminó todos los colores del planeta y causó mutaciones en la raza humana. Esta premisa proporciona la base para una narrativa distópica que, aunque profundamente arraigada en la ciencia ficción, también toca temas filosóficos sobre la percepción y la naturaleza de la realidad. En un mundo donde el color ya no existe, surge una lucha por recuperar lo que se ha perdido, no solo en términos de estética, sino como una fuente de energía potencialmente ilimitada. El protagonista, Avidya, es un personaje solitario que vive en este sombrío mundo sin color, realizando trabajos peligrosos y a menudo ilegales para sobrevivir. Su principal objetivo es desenmascarar a un culto religioso, que adora el color perdido como una deidad y busca restaurarlo por razones oscuras. A lo largo del primer volumen, se enfrenta a la posibilidad de que el color no sea solo un símbolo de belleza perdida, sino una fuerza con el poder de alterar el mundo de maneras más profundas de lo que inicialmente imaginaba.

La estructura de este manga tiene una fuerte influencia noir, con un protagonista solitario y cínico que se encuentra en medio de una conspiración de poder y culto. Avidya, con su personalidad dura y pragmática, encarna muchos de los tropos del protagonista clásico: es un «hombre» ( aunque todavía no está del todo claro) con un pasado oscuro, atrapado en un mundo que apenas puede controlar. Y TChié, un jovencita que no tiene ningún tipo de mutación y no recuerda nada del evento apocalíptico que arrasó la Tierra. Así como el uso de tecnología avanzada es crucial para la ambientación: los dispositivos futuristas, las mutaciones por la erupción solar y las máquinas de combate, se integran perfectamente en la narrativa, lo que subraya la intersección entre la humanidad, los mutantes y las máquinas en este mundo devastado.
En la esencia de este manga está la pérdida del color en el mundo, y es a través del dibujo de Kent que este concepto abstracto se convierte en una experiencia tangible para el lector. La elección de este creador de trabajar mayormente en blanco y negro, con sutiles y raras apariciones de color, no es sólo una cuestión estética, sino que refuerza el tono de el guion. A través de esta limitación cromática, enfatiza la sensación de pérdida y vacío en este mundo. El dibujo en blanco y negro no es una técnica inusual en el manga, ya que la mayoría de las obras de este formato se publican de esta manera. Sin embargo, Kent lo utiliza para algo más que las limitaciones tradicionales del medio; lo convierte en un componente central del mundo que ha creado. Las líneas nítidas y las sombras intensas contribuyen a la sensación de un mundo duro, fracturado, donde la falta de color es tanto literal como metafórica.

Por otro lado, los protagonistas y antagonistas son representados de manera única a través del uso de líneas claras y expresivas, que comunican tanto su estado físico como emocional. La protagonista femenina, por ejemplo, es dibujada con una elegancia que contrasta con la dureza del mundo que la rodea, lo que sugiere una especie de resistencia en su carácter. Kent juega con las proporciones del cuerpo, acentuando rasgos como los ojos, las manos y la postura para comunicar el carácter de cada individuo, desde la vulnerabilidad hasta la fuerza contenida. Además, los trajes y vestimentas de los personajes están intrincadamente detallados. En este mundo postapocalíptico, la ropa no solo tiene un propósito funcional, sino que también actúa como una extensión de la personalidad de los personajes. Los diseños son variados y cargados de textura, con materiales desgastados que reflejan la dureza de la vida en este mundo. El uso de sombras profundas en la indumentaria da una sensación de deterioro, lo que enfatiza la longevidad de la lucha por la supervivencia. Los detalles minuciosos que Kent inyecta en los fondos y entornos del manga, como las ruinas de ciudades que alguna vez fueron prósperas o los cielos perpetuamente apagados, refuerzan la naturaleza opresiva de este mundo.
En el primer volumen de la serie, que edita en castellano Kitsune Manga con traducción de Marta Sánchez Hidalgo, se establece un universo coherente y lleno de detalles, donde cada elemento, desde los edificios hasta la tecnología, tiene un propósito y una historia detrás. KENT no se apresura a explicar todos los aspectos de este mundo. En su lugar, permite que el lector lo descubra a través de las acciones y diálogos de los personajes. Al final, el enfoque de “Colorless” es eficaz para sumergir al lector en la historia sin abrumarlo con explicaciones innecesarias. Cuando el color emerge en la historia, es casi como si el lector también pudiera respirar de nuevo. Estos momentos son profundamente simbólicos, sugiriendo que, aunque el mundo ha perdido su vibración cromática, aún quedan rastros de lo que alguna vez fue.
