Coronel Weird y el pequeño Andrómeda: De lo infantil a lo onírico

Coronel Weird y el pequeño AndrómedaColonel Weird and Little Andromeda«) es una de las historias más inusuales dentro del ya de por sí peculiar universo de Black Hammer. Este relato, escrito por Tate Brombal, actúa como una precuela que profundiza en los eventos y personajes clave del universo creado por Jeff Lemire y Dean Ormston, pero lo hace desde una perspectiva innovadora, usando estructuras narrativas poco convencionales. A pesar de la naturaleza episódica y fragmentada del relato, logra mantener una cohesión central que le otorga una sensación de grandeza y ensueño, inspirada claramente por obras clásicas como Little Nemo in Slumberland y El Principito.

La historia se sitúa en un momento clave dentro del universo de Black Hammer, justo después del evento de 1986 que dejó a los héroes de Spiral City atrapados en el limbo de Rockwood. Esta precuela está ambientada antes de los eventos de la serie principal, comenzando justo al día siguiente de esta tragedia. El protagonista, el coronel Weird, todavía tiene la esperanza de poder cambiar el futuro. En su intento, trata de disuadir a un joven Jimmy Robinson de adentrarse en la exploración del cosmos, ya que este interés llevará inevitablemente a Jimmy a descubrir la Para-Zona, el evento que catalizará el resto de los sucesos que conocemos en la historia principal.

Uno de los aspectos más distintivos de esta obra es su estructura episódica. El relato de coronel Weird y el pequeño Andrómeda se presenta como una serie de viñetas en las que los personajes se mueven de un escenario a otro, navegando a través de pequeñas historias que actúan como pilares sobre los cuales se construye la trama general. Aunque este formato puede recordar a una antología, existe una línea argumental clara que conecta cada viñeta, proporcionando una sensación de continuidad onírica. Esto, sin duda, es un tributo intencionado a las influencias mencionadas antes de las obras de Winsor McCay y Antoine de Saint-Exupéry. Dos obras que también juegan con la idea de viajes a través de mundos irreales, donde cada segmento tiene su propio peso, pero todos forman parte de un todo mayor.

La naturaleza onírica de este guion, con sus saltos de un escenario a otro y la ambigüedad que rodea a los eventos, refuerza la sensación de que nos estamos moviendo a través de la mente fragmentada y compleja del coronel Weird. Esta atmósfera es un reflejo perfecto del estado mental del protagonista, que está atrapado entre el pasado, el presente y un futuro que no puede cambiar, lo que añade una capa de melancolía y fatalismo a su viaje. El uso de una estructura fragmentada y episódica no es casual. Al igual que en «Little Nemo», los dos protagonistas a través de una serie de escenarios cambiantes, cada uno de los cuales parece tener su propio conjunto de reglas y lógica interna. O como en «El Principito»: cada capítulo presenta un nuevo personaje o situación que ofrece una reflexión filosófica, y esa misma estructura es evidente aquí, donde cada viñeta no solo avanza la trama, sino que también ofrece una reflexión sobre el destino, el tiempo y el sacrificio. Este tipo de estructura, que desafía las convenciones más tradicionales, funciona a la perfección en el universo de Black Hammer, un mundo que ya está profundamente arraigado en la metanarrativa y el cuestionamiento de los formatos del género de superhéroes.

En el aspecto gráfico, Ray Fawkes es el principal responsable de dar vida a la historia, encargándose de los momentos clave del relato, como los segmentos iniciales, el primer episodio y una viñeta crucial en el centro del cómic. Su arte establece el tono del resto de la obra, y lo hace de una manera que se siente casi líquida, con un enfoque amorfo que se adapta perfectamente tanto al carácter del coronel como al resto de la historia en sí misma. El resto del equipo gráfico, Ariela Kristantina, Andrea Sorrentino, Marguerite Sauvage, Yuko Shimizu, Dani, Tyler Bence, Nick Robles, Jordie Bellaire o Bill Crabtree, logran captar esta misma cualidad mutable, aunque ninguno de ellos lo lleva tan lejos como Fawkes. El hecho de que más de una media docena de artistas diferentes hayan participado podría haber fragmentado el tebeo, pero dadas las condiciones conceptuales del relato en realidad fortalece su naturaleza onírica de forma fluida. Cada viñeta adquiere su propio estilo visual distintivo, pero todas están unidas por el hilo conductor de la historia de Weird y Jimmy Robinson.

Lo que nos ofrecen estas 136 páginas editadas por Astiberri es un ejemplo perfecto del Hammerverso en su máximo esplendor. A través de este enfoque no convencional, el guion fragmentado y onírico, y la integración de múltiples estilos artísticos, la obra nos demuestra que este universo tiene la capacidad de reinventarse constantemente sin perder de vista sus raíces. Y al hacerlo, nos invita a imaginar todas las posibilidades que aún quedan por explorar. No se trata solo de una precuela o una historia alternativa dentro de este universo; es una muestra de lo que se puede lograr cuando se abrazan nuevas formas de contar historias. En definitiva, no estamos solo ante una historia más dentro de la mitología creada por Lemire; es una demostración de lo que este universo puede lograr cuando se le da la libertad de romper las normas y jugar con las posibilidades narrativas. Nos muestra que cuando una serie se libera de las restricciones de un formato específico, puede alcanzar nuevas alturas, y eso es lo que hace que esta obra sea tan interesante. Quizá al asentarse definitivamente, el universo Black Hammer haya perdido esa capacidad de sorpresa que tuvo cuando irrumpió por primera vez, pero sigue ofreciendo seductoras propuestas que mantienen un nivel notable, como este «Coronel Weird y el pequeño Andrómeda«.

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