
“Territorio” es mucho más que una historia de ciencia ficción sobre la guerra y la conquista intergaláctica; es una exploración profunda y conmovedora de las cicatrices que el dolor, el bullying y el trauma de la adolescencia pueden dejar en una persona. Escrita por el guionista David Muñoz(«Monstruo«) y dibujada por Miguel Robledo, la obra nos lleva a un futuro donde la humanidad ha ganado una guerra contra una civilización alienígena avanzada. Pero en el fondo, se trata de una guerra mucho más íntima y personal, una que se libra en la mente y el corazón de su protagonista, el capitán Noguera.
La premisa de este tebeo sitúa a los lectores en un futuro lejano donde la humanidad, tras una devastadora guerra, ha logrado imponerse sobre una civilización extraterrestre. Este planeta alienígena, una vez hogar de una especie avanzada, ha sido transformado en una colonia terrestre, un símbolo palpable del poderío humano y de la expansión imperialista hacia las estrellas. Pero más allá de la ciencia ficción y los paisajes alienígenas, la verdadera historia reside en las tensiones emocionales que se gestan en este entorno hostil y en el viaje personal de Noguera, quien se encuentra atrapado entre su deber militar y las sombras de su pasado. El capitán Noguera es un hombre marcado por las cicatrices invisibles que dejó su adolescencia. Aunque ahora es un líder militar respetado, su vida estuvo profundamente influenciada por el bullying que sufrió en el instituto, un tormento encabezado por un individuo que nunca pudo olvidar: Castro. Este pasado de dolor y humillación no solo moldeó su carácter, sino que también sembró en él una semilla de resentimiento que, con el tiempo, se ha transformado en un deseo de venganza. La llegada de Castro, ahora un soldado bajo su mando, reaviva todos esos sentimientos reprimidos, convirtiendo la misión en el planeta alienígena en algo mucho más personal.

Uno de los temas centrales del guion de Muñoz es el bullying, un fenómeno tristemente común que afecta a innumerables personas, sean adolescentes o adultos en todo el mundo. El acoso, como se muestra en esta obra, no es solo un acto de violencia física o verbal, sino una experiencia profundamente traumatizante que puede tener repercusiones duraderas en la vida de una persona. Noguera, como víctima de maltrato tanto físico como psicológico, es un ejemplo perfecto de cómo estos abusos pueden marcar a una persona para siempre. Durante su adolescencia, sufrió en manos de Castro y su grupo, quienes lo sometieron a un constante hostigamiento, humillación y vejaciones, erosionando su autoestima y dejando heridas emocionales que ni el tiempo ni la distancia parecen haber sanado. El dolor que Noguera siente no es solo un recuerdo amargo; es una herida abierta que sigue supurando, incluso décadas después. Esto es algo que Muñoz captura de manera excepcional en su guion, mostrando cómo el pasado puede perseguir a una persona y cómo, a pesar de los logros y el éxito en la vida adulta, los fantasmas del pasado nunca están realmente lejos. La llegada de Castro al planeta alienígena, bajo el mando de Noguera, es el detonante que abre la caja de Pandora, liberando todos los demonios que Noguera había intentado enterrar. Este tebeo no se detiene en la violencia física, sino que se sumerge en las implicaciones psicológicas de la venganza. Noguera se da cuenta de que, al destruir a Castro, también podría estar destruyendo la parte de sí mismo que aún tiene la capacidad de sentir compasión y humanidad. Este dilema interno es uno de los aspectos más fascinantes, ya que obliga al lector a reflexionar sobre la naturaleza de la venganza y el precio que puede exigir.
Ese juego que se utiliza con el planeta alienígena, con su geografía extraña y su atmósfera inexplorada, se convierte en un escenario perfecto para la confrontación final entre Noguera y Castro. Sin embargo, lo que podría haber sido una simple historia de venganza se convierte en algo mucho más complejo bajo la pluma de Muñoz. Noguera no es un villano en busca de represalias, sino un hombre que lucha con sus propios demonios internos, dividido entre el deseo de justicia y el miedo de convertirse en aquello que más odia. Castro, por otro lado, aunque alguna vez fue el líder de los maltratadores estudiantiles, también es un hombre con su propia historia y su propia evolución, lo que añade esa disyuntiva al lector para no saber con quién posicionarse. El planeta alienígena, aunque hostil y lleno de peligros, también sirve como un espejo para los personajes, reflejando la desolación interna que ambos sienten. Noguera, quien ahora tiene el poder y la autoridad que le faltaban en su juventud, se enfrenta a una elección: seguir adelante con su venganza y destruir a Castro, o encontrar una manera de dejar atrás el dolor y buscar una redención que lo libere de su pasado.

El estilo de Robledo es una fusión de realismo con elementos de ciencia ficción que permite a los lectores sumergirse completamente en el entorno alienígena. A través de su técnica, logra transmitir la vastedad y la extrañeza del planeta donde se desarrolla la historia. Este mundo, aunque ficticio, se siente tangible y real gracias a la habilidad del artista para crear texturas, sombras y detalles que añaden profundidad a cada viñeta. Robledo demuestra una habilidad excepcional para contar la historia a través de imágenes, a menudo permitiendo que las viñetas hablen por sí mismas sin necesidad de mucho diálogo. Guiando al lector a través de la historia con un ritmo que mantiene la tensión y el interés en todo momento. Utiliza la composición de las viñetas para dirigir la mirada del lector, enfocándose en detalles clave o en expresiones que revelan el verdadero estado emocional de los personajes. En las secuencias de acción, mantiene un equilibrio perfecto entre claridad y dinamismo. Cada movimiento, cada impacto, es capturado con precisión, pero sin perder el sentido del caos y la violencia que estas escenas y contexto requieren. Esto es particularmente evidente en los enfrentamientos entre Noguera y las fuerzas alienígenas, donde la intensidad de la batalla se transmite de manera visceral.
Por otro lado, este dibujante emplea una paleta de tonos oscuros y fríos para reflejar la naturaleza inhóspita del planeta. Los cielos sombríos, las montañas rocosas y las superficies irregulares del terreno alienígena están bañados en tonos de gris, azul y marrón, lo que contribuye a la sensación de aislamiento y peligro constante. Estos colores no solo establecen el tono de la historia, sino que también reflejan el estado emocional de los personajes, especialmente el capitán Noguera, cuyo conflicto interno se refleja en el entorno que lo rodea.

Las 136 páginas de este tebeo son un viaje intenso y deslumbrante que ofrece una experiencia inmersiva, gracias al cuidado puesto tanto en la edición como en la presentación de la obra. Astiberri, con su ya reconocida atención al detalle, se asegura de que “Territorio” no solo sea un cómic para ser leído, sino también para ser admirado. Al cerrar el libro, uno no puede evitar reflexionar sobre los temas universales que atraviesan la obra: la guerra, la humanidad y la eterna búsqueda de paz interior.
