Asalto al tren de Glasgow. Un robo de más de dos millones y medio de libras.

El Reino Unido de principios de los años 60 estaba experimentando un cambio cultural y social muy importante. La escena política estaba dominada por el gobierno conservador de Harold Macmillan, la música y la moda estaban en pleno auge y sin embargo, en el ámbito criminal, un grupo de hombres estaba a punto de llevar a cabo un acto que capturaría la atención mundial. El grupo, liderado por el audaz criminal Ronnie Biggs, había planeado meticulosamente “El asalto al tren de Glasgow” durante meses. Biggs, junto con Buster Edwards y otros miembros del grupo, habían estudiado los horarios y rutas del tren, identificando la ruta ideal para el robo. El tren de Glasgow a Londres transportaba grandes cantidades de dinero en efectivo proveniente de los bancos escoceses, lo que lo convertía en un objetivo tentador para delincuentes bien organizados. Con todos esos mimbres tejen este tebeo Abel Alves y Miguel Carmona que recrea la historia real de este magnífico robo.

El 8 de agosto de 1963, el grupo llevó a cabo su plan. Utilizando información detallada sobre los procedimientos ferroviarios y armados con palancas y máscaras de gas para ocultar sus identidades, abordaron el tren cerca de la localidad de Cheddington en Buckinghamshire. La operación fue rápida y precisa: después de detener el tren con señales rojas colocadas en la vía, los criminales ingresaron al vehículo de correo y neutralizaron a los empleados. Posteriormente, procedieron a cargar los sacos llenos de dinero en un vehículo de fuga preparado. El robo fue un éxito rotundo en términos de la cantidad de dinero robado, aunque las estimaciones exactas varían. Se estima que se llevaron consigo cerca de £2.6 millones en efectivo, una suma astronómica para la época que equivaldría a decenas de millones en la actualidad. La audacia y la precisión con las que se llevó a cabo el asalto sorprendieron tanto a las autoridades como a la sociedad británica, marcando un hito en la historia del crimen organizado. A pesar del éxito inicial del robo, la carrera criminal de los perpetradores pronto se vería socavada por una serie de arrestos. La policía británica, bajo una intensa presión pública para capturar a los responsables, lanzó una de las mayores operaciones de búsqueda en la historia del país. Sin embargo, la habilidad para esconderse de los miembros del grupo dificultó su captura inmediata. Uno de los aspectos más destacados de la historia del asalto al tren de Glasgow fue la fuga de Ronnie Biggs, quien eventualmente se estableció en Brasil después de evadir la captura durante varios años. Su fuga y vida en el extranjero se convirtieron en parte de la leyenda del robo, atrayendo la atención internacional y prolongando la notoriedad del asalto durante décadas.

“El asalto al tren de Glasgow” no solo fue un punto de inflexión en la historia del crimen británico, sino también en la forma en que se combatían estos delitos: la policía metropolitana y Scotland Yard intensificaron sus esfuerzos para combatir el crimen organizado, implementando nuevas estrategias y tecnologías para prevenir robos similares en el futuro. Además, el caso llevó a cambios significativos en la seguridad de transporte y en los procedimientos bancarios, con el fin de proteger mejor el transporte de valores y reducir las oportunidades para los delincuentes.

Hasta aquí llegan los hechos con los que se construye este cómic. Teniendo en cuenta el desafió que supone esta adaptación gráfica de una historia real, podemos afirmar que Abel Alves y Miguel Carmona la han llevado a buen puerto. No solo han plasmado los hechos con fidelidad, sino también han capturado la atmósfera y contexto que lo envuelve. Del mismo modo, las emociones y los conflictos internos de los personajes involucrados, tal y como están expuestan, son más que plausibles, dando un mayor capa de veracidad al relato. Así nos encontramos inmersos en la historia desde la primera página, atrapados por la tensión creciente que culmina en el clímax del asalto.

Uno de los aspectos más destacados del guion es su capacidad para equilibrar la precisión histórica con la dramatización necesaria para una narrativa atractiva. Alves no solo narra los eventos tal como sucedieron, sino que también profundiza en las motivaciones y dilemas morales de los personajes, ofreciendo una perspectiva que va más allá de la simple recreación de los hechos. Este enfoque permite a los lectores empatizar con los personajes, comprendiendo sus acciones en un contexto más amplio y complejo.

Si hablamos del dibujo, Miguel Carmona tiene su propio encanto. Su arte, aunque no hiperrealista, logra capturar la esencia de los eventos y los personajes de una manera que complementa perfectamente el tono del guion. Carmona opta por un estilo que, si bien mantiene una cierta estilización, no sacrifica la claridad ni la expresividad. Esto es particularmente evidente en las escenas de acción, donde su habilidad para crear dinamismo y movimiento es notable. Cada página está diseñada para guiar al lector a través de la historia sin perder detalle, manteniendo un equilibrio entre lo visualmente atractivo y lo narrativamente funcional. Los fondos y escenarios, aunque no están llenos de detalles minuciosos, son suficientes para situar al lector en el contexto adecuado. Carmona sabe cuándo enfocar los detalles y cuándo dejarlos en segundo plano, lo que contribuye a una experiencia de lectura más fluida y menos abrumadora.

Al final, las 87 páginas de “El asalto al tren de Glasgow”, editado por Serendipia Editorial, destaca no solo por su fidelidad a los hechos históricos, sino también por la capacidad de sus autores para transformar estos eventos en una relato divertido e históricamente interesante.

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