
Parte del éxito de Hellboy, aparte del acertado diseño gráfico y conceptual del personaje, es esa amalgama que tejió Mike Mignola entre lo sobrenatural y el folclore popular, con sus monstruos y demonios. Pura serie B construidas, con un pie en lo Pulp y otro en esos investigadores victorianos del siglo XIX. Todo expuesto, sin ningún tipo de excesos en la combinación, en la justa medida para construir viñetas donde Mignola cautivó con su economía de trazo, tan resolutiva como espectacular, y esos claroscuros que potencian cada viñeta han hecho que Anung Un Rama sea uno de los últimos personajes icónicos del cómic estadounidense, de esos que vienen para quedarse. Y con él todo su universo.
Un universo que Mignola expandió sabiamente, dando rienda suelta a todo el potencial conceptual que desprendía la AIDP (BPRD). A partir de ahí, el “Mignolaverso” fue creciendo y expandiéndose, dando en muchas ocasiones, más relevancia a algunas de las influencias que están en el origen de Hellboy como concepto. Una, muy evidente, es lo pulp. Y en Bogavante Johnson (“Lobster Johnson”) Mignola encontró el vehículo para desarrollarla de forma solvente en unos relatos deliciosos, con un justiciero más propio de los relatos de las revistas de pulpa que del siglo XXI, pero con un magnetismo sin igual, el que desplega desde los cómics que protagoniza.

Algunos de ellos están en el volumen que hoy nos ocupa: “Bogavante Johnson Integral” (“Lobster Johnson Omnibus”), el primero de dos que va a aglutinar todas las aventuras de este personaje del que hasta Hellboy es fan. Un tomo que aglutina varios momentos álgidos del justiciero de la pinza y demuestra el buen olfato de Mignola para dejar sus creaciones en buenas manos.
Baste comprobar la nómina de autores que llevan a cabo estas historias: John Arcudi, Tonci Zonjic, Joe Querio, Kevin Nowlan, Sebastián Fiumara, Wilfredo Torres y Dave Stewart. Destacando, en el caso de Bogavante, Arcudi y Zonjic, por ser los que desarrollaron de forma definitiva concepto y tono. Arcudi en lo argumental, dando con unos guiones precisos en los que los personajes secundarios habituales tomaron cuerpo de forma solvente y tridimensional, aportando mayor cohesión a las aventuras de Bogavante. Lo mismo se puede decir de los villanos recurrentes del justiciero de la pinza, que, relato tras relato, se hacen más y más sólidos.

En lo gráfico, sin duda, Tonci Zonjic dio con el justo equilibrio entre el clasicismo de la época y tono que tenía que perfilar en sus viñetas. Tanto en el diseño, asimilando el de Mignola a su trazo para hacer un Bogavante que se come cada página en la que aparece. Y todo de forma que puede parecer sencilla pero, que sin duda, funciona de forma milimétrica, sirviendo a la aventura en todo momento, engrandeciéndola a cada paso., Baste, como ejemplo, unas viñetas reproducidas aquí, en la que un cruce de miradas entre dos secundarios lo dice todo.
Lo fantástico y sobrenatural junto a lo criminal y mafioso se encuentran en este Nueva York de la Gran Depresión y los últimos coletazos de la Ley Seca. Un periodo de entre gerras en el que los felices años veinte han dejado paso a la década previa a la Segunda Guerra Mundial, con el nazismo creciendo al otro lado del Atlántico. Bajo ese paisaje se desenvuelve Bogavante Johnson con elegancia, como un crustáceo bajo el agua.

Así se puede comprobar en las aventuras que esperan en este integral. Ordenadas, a buen criterio, a modo de cronología del personaje (que no del modo en el que aparecieron en el mercado). Además, un pequeño relato a cargo de Zonjic, estrenado para la ocasión, “La silla vacía” (“The Empty Chair”) sirve de prólogo perfecto para el festín pulp que supone recorrer, en un mismo volumen “La mano ardiente” (“The Burning Hand”) y“¡A por el Bogavante!” (“Get the Lobster”), de Mike Mignola, John Arcudi, Tonci Zonjic y Dave Stewart; junto a la colección de one-shots que aglutina “Satán se huele el pastel” (“Satan Smells a Rat”), donde Arcudi, Mignola y Stewart se encuentran con el dibujo de Tonci Zonjic, Kevin Nowlan, Joe Querio, Sebastián Fiumara y Wilfredo Torres.

No pueden faltar en este volumen las gloriosas covers de las ediciones en grapa de estos cómics, a cargo de Dave Johnson, el propio Tonci Zonjic Kevin Nowlan y Mike Mignola, junto a los sketchbooks correspondientes a cada serie. En total, 448 páginas de gozoso entretenimiento que acaba de estrena Norma Editorial en una cuidada edición en cartoné con traducción de Héctor Lorda y prólogo de Mike Mignola. Es, en consecuencia, “Bogavante Johnson Integral” puro sentido de la aventura, donde en las calles de Nueva York lo mágico y lo criminal se escapan de la ley, pero no de la justicia. La que imparte Bogavante Johnson. No nos extraña en absoluto que Hellboy, cuando era niño, fuera fan suyo. Así que… ¡Sentid la pinza!
