
Los cambios de estatus en los cómics de superhéroes suelen ser algo saludable. Los lectores que cuentan con experiencia a sus espaldas ya son sabedores que será algo momentáneo y que todo, tarde o temprano volverá el estatus que define en esencia al superhéroe protagonista. Mientras tanto, se abre la posibilidad de abrir nuevas vías para explorar situaciones inexploradas o ahondar en ese momento actual de los personajes. Hechos que, si bien el tono “marca de la casa” no se abandonará, pueden proporcionar material muy disfrutable para los aficionados.
Ocurre esto en el primer arco del tercer volumen de “Batman y Robin«, (“Batman and Robin vol 3”),de Joshua Williamson Simone Di Meo, Mikel Janin, Nikola Čižmešija, por Jeromy Cox, Romulo Fajardo Jr y Rex Lokus, estrenado en castellano al comienzo del verano por ECC. En él, tras los últimos cambios que afectan a la vida de Bruce, va a volver a convivir con su hijo Damian. También patrullarán juntos las calles de Gotham y se enfrentarán, como la pareja icónica que son de guardianes de la noche, a diferentes amenazas, mientras la relación paterno filial se construye en ese momento tan difícil y tan especial que es la adolescencia. Un hecho definitivo para cualquier ser humano, solo que en este caso quien la pasa es Damian, el hijo de Bruce y Talia, nieto de Ra’s al Ghul que fue adiestrado en su más tierna infancia por lo mejorcito de la Liga de los asesinos.

Con esos mimbres ya basta para tener ganas de ver a Damian en el instituto. Y no va a defraudar lo que se vea en las seis primeras entregas de la serie, comprendidas en este tomo. Sin duda, el hijo de Batman, que crearon en 2006 Grant Morrison y Andy Kubert, sigue siendo un diamante por pulir. Y Joshua Williamson, guionista del comienzo de la serie, lo aprovecha de forma brillante, incluso dándole un mayor protagonismo que a su padre. Hecho que redunda de forma positiva en el primer arco, donde comienzan de forma eficaz los parámetros argumentales que van a desarrollarse en la cabecera.
En lo gráfico, el arco argumental se reparte entre artistas notables que saben exprimir las posibilidades de un relato de estas características. Simone Di Meo, que además de las portadas principales asume las tres primeras entregas, brinda eficaces y espectaculares páginas que meten de lleno al lector en la aventura que comienza, consiguiendo un tono gráfico que potencia el recorrido argumental. Mikel Janin recoge el testigo en la cuarta grapa para mantener el nivel, mientras que Nikola Čižmešija se encarga de las dos últimas entregas del volumen. Tres estilos dispares, ciertamente, pero que aprovechan igualmente las posibilidades del guion que dibujan para ofrecer, cada uno a su manera, páginas de entretenimiento superheroico de calidad, donde el sentido de la maravilla, la aventura, el peligro y lo fascinante se perfila en cada trazo.

Cierto es que cualquiera de los tres podría haber realizado el arco completo con resultados más que solventes, y quizá el global sería más contundente. No ha sido así, pues las fechas de entrega y el ritmo de publicación en Estados Unidos ya sabemos que son implacables. Dada la coyuntura editorial, el resultado que brinda cada uno, con su personalidad propia bien definida, es más que notable y, en todo caso, hacen que el relato funcione de forma global. En el mismo sentido se encuentran los colores aplicados por Jeromy Cox, Romulo Fajardo Jr, Rex Lokus y el propio Di Meo apuntan cromáticamente en el mismo sentido, ampliando las sensaciones de aventura que desprenden estas páginas.
Un relato, dicho sea de paso, un poco más ligero que el tono general de muchas de las cabeceras de la Bat-franquicia, pero que este tono le sienta especialmente bien por su fresco desarrollo. Así la aventura y el misterio va a convivir con una relación paterno filial que se retoma, con Alfred como el gran ausente que sigue estando presente. Un recurso que Willianson sabe aprovechar no abusando de él, sino utilizándolo cuando es preciso para aumentar el interés de lo contado. En segundo plano, pero siempre presente, por lo menos en este arco. Del mismo modo, el pasado de Damian aparece para enriquecer personaje y trama, dando mayor profundidad a lo que vivirá junto a su padre en estas páginas.

Editado en formato rústica por ECC, el primer número de «Batman y Robin”, traducido por Felip Tobar Pastor, recoge en su interior el efectivo comienzo de la cabecera con sus seis primeras grapas, junto a las reproducciones a página completa de todas las covers de la edición estadounidense en grapa, las principales a cargo de Simone Di Meo y las variantes realizadas por Kael Ngu, Glen Melnikov, Nikola Čižmešija y Yasmine Putri. En global nos espera aquí un tebeo realizado con oficio. Que se disfruta con gozo, por el acertado enfoque argumental y gráfico. Ligero, pero certero. De los que conviene no perderse. Sin duda, con cabeceras como esta, “El amanecer de DC” se está realizando de forma efectivamente brillante.
