La doble vida de Max Fridman: Rapsodia Húngara – La puerta de Oriente. Tebeos siempre vigentes

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1938. Un año tumultuoso. El ambiente político europeo es una olla a presión donde se está cociendo lo que ocurrirá la década posterior. Es el tiempo del rumbo a la tragedia que supondrá la Segunda Guerra Mundial. Mientras tanto, España está inmersa en la Guerra Civil. Un hecho que va alimentando las posiciones en el tablero del resto de naciones y, de forma soterrada, en los servicios de inteligencia de muchos de los estados del viejo continente. En medio de todo esto, un pequeño empresario de Ginebra, comerciante de tabaco, se verá envuelto en tramas de espionaje surgidas de la partida de ajedrez de la geopolítica de la época.

Él es Max Fridman: antiguo agente de “La firma”, la agencia de espionaje francesa que oportunamente requiere de sus servicios. Porque, aunque uno se haya retirado del “oficio”, nunca se puede jubilar del todo de esta profesión. Así que Fridman, un hombre en esencia corriente, sin ningún rasgo físico propio del arquetipo de héroe, se va a ver envuelto en tramas de espionaje de primer nivel en ese 1938, entre Budapest y Estambul.

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Eso espera en las dos primeras aventuras del ya clásico personaje creado por Vittorio Giardino: “Rapsodia Húngara” y “La puerta de Oriente”, que Norma editorial las acaba de reeditar en un jugoso volumen doble, “La doble vida de Max Fridman: Rapsodia Húngara – La puerta de Oriente” (“La doppia vita di Max Fridman: Rapsodia ungherese-La porta d’Oriente”), acompañado de jugosos extras como son un excelente dossier de imágenes usadas por Giardino para documentarse, junto a una gran muestra de ilustraciones y bocetos y una entrevista realizada por Gabriele Ferraresi.

Toda una buena noticia, pues Max Fridman, desde que apareció por primera vez en las páginas del magacine italiano “Orient-Express” con su “Rapsodia Húngara” (“Rapsodia Ungherese”) serializada, ya demostró cualidades para ser un personaje que alcanzaría la categoría de clásico. Por lo bien trazado de su definición, el ritmo de genero de espionaje que imprimió Giardino, tan plausible como excelentemente documentado a nivel histórico y contextual, Max Fridman llegó para quedarse. Y no solo en Italia, pues su encanto conquistó varios mercados de lectores. Entre ellos el español, trayéndolo Norma en aquella década de los ´80 a las páginas de “Cairo” , para luego “vestirse de largo” en formato álbum, en su ya legendaria “Cimoc Extra Color”.

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Han pasado más de cuatro décadas desde que Giardino entonara por primera vez la “Rapsodia Húngara” y nos llevara años después, a Budapest con “La puerta de Oriente” (”La Porta d’Oriente”), pero su fuerza permanece. Sobre todo en la aventura de debut, un osado relato de noventa páginas donde Giardino exhibe sus mejores cualidades como narrador gráfico. Por tempo y tono. Por los ambientes que captura en las viñetas. Por el acierto de crear, en definitiva, un héroe alejado de arquetipos, pero envuelto en certeras tramas de espionaje.

Todo eso espera en las 232 páginas que conforman “La doble vida de Max Fridman”, con traducción de Ignacio Vidal y Narcís Fradera Bosch. Una cuidada edición, ideal para reencontrarse con Max Fridman o para descubrirlo. Porque este personaje y estas aventuras pertenecen a esa categoría que siempre está vigente. La de los solventes relatos de una pieza.

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