Caído el Imperio Romano, comenzó la Baja Edad Media, un periodo comprendido entre el 476 y el siglo X. Tiempos oscuros, en comparación con los anteriores, en los que el saber quedó recluido en monasterios y al alcance de muy pocos. Tiempos de fe también, pues del legado de Roma surgió un cristianismo más fuerte que antaño, que se expandió por Europa de la mano del Feudalismo, que legitimaba teológicamente su existencia. Como en todo proceso histórico, nada fue instantáneo, y el cristianismo convivió durante años con las religiones paganas de cada zona. En algunos casos asimilando algunas de sus costumbres para ganar adeptos, en otros directamente combatiéndolos.

Así en zonas lugares convivían las creencias ancestrales con la Fe de Roma, que no tardó en ser un instrumento de control político, alimentado de supersticiones varias. Aun con eso, quedaba gente viviendo en los márgenes, recogiendo la sabiduría natural de sus mayores. Gente como Brunhilde, una encantadora de perros que vaga por los caminos de aldea en aldea, siempre en contacto con la naturaleza.

Cuando Brunhilde llega a la zona del Suoreste de Francia están ocurriendo extraños sucesos. A menudo desaparecen personas, fundamentalmente niños, para luego ser encontrados desgarrados. El miedo entre las gentes comienza a extenderse: ¿se trata de una bestia que asola a los seres humanos? Brunhilde, conocedora de varios animales, duda al respecto. Pero las muertes se suceden y el miedo, junto a la superstición, entrará en juego en el devenir de los acontecimientos…

Bajo esa premisa, Thomas Gilbert (“Mujeres de Salem”) parte para alumbrar “La voz de las bestias, el ansia de los hombres” (“La voix des bêtes, la faim des hommes”), recién estrenado en castellano por Nuevo Nueve. En este cómic Gilbert vuelve plasmar uno de sus temas fetiche: la violencia e injusticia con los más débiles. En esta ocasión ahonda en la cuestión reflejando la dicotomía entre el equilibrio de la naturaleza y la destructiva violencia inherentemente humana.

En medio de esa dualidad se halla Brunhilde. Misántropa por motivos propios, es conocedora del equilibro del mundo animal. También de “las leyes de los hombres”, de las que procura mantenerse al margen. Hecho imposible, pues al final se verá involucrada en “los crímenes de las bestias”, mientras los temores supersticiosos se desatan y son aprovechados tanto por el poder político como el religioso.

Todo esto está en esta aventura, donde Gilbert nos mete acertadamente de lleno en la Baja Edad Media. Una época más agreste, llena de miedos y anterior al pensamiento racional. Caldo de cultivo perfecto para delirios y temores de personajes que pueden ser manipulados al antojo de un líder, ya sea feudal o religioso. Mientras el saber ancestral propio se mantiene en los márgenes. Siempre perseguido, pero nunca eliminado.

Con esos mimbres Gilbert ha construido un relato de una pieza, donde es capaz de llevarnos gráficamente a ese pensamiento mágico que tenían los hombres corrientes de finales del siglo IX. Donde el Apocalipsis se esperaba y terreno perfecto para comprobar los horrores que puede provocar las distorsiones de las creencias religiosas. Al frente, el ser humano, capaz de cometer las mayores atrocidades en aras de un bien mayor. Pero también apto para racionalizar frente al miedo y la histeria. Todo se escucha en “La voz de las bestias, el ansia de los hombres” en una cuidada edición en cartoné de 208 páginas que ha llevado a cabo Nuevo Nueve, contando con la traducción de Fernando Ballesteros y la rotulación y maquetación de El Torres. Un tebeo que conviene dedicarle su tiempo para disfrutarlo mejor, deleitarse con las claves gráfico-culturales que ha dejado en sus viñetas Gilbert y reflexionar sobre el tema de fondo, tan antiguo como el ser humano, pero todavía vigente.