Little Monsters volumen 2: Secretos revelados

El final de la serie «Little Monsters» marca un cierre magistral para una historia que ya nos sedujo en su primer volumen. Jeff Lemire y Dustin Nguyen, en esta segunda entrega, concluyen brillantemente los hilos narrativos que dejaron pendientes, tanto del presente como del pasado, brindando una lectura gratificante para los aficionados. Aunque el efecto sorpresa ya no está presente, la serie sigue siendo una de las propuestas más frescas y ambiciosas del género vampírico en mucho tiempo.

Desde su planteamiento inicial, «Little Monsters» ha destacado por su capacidad para explorar la violencia en múltiples dimensiones. Este segundo volumen no es la excepción. La violencia, lejos de ser solo gráfica, sirve como herramienta para definir a los personajes y el entorno en el que se desenvuelven, recordándonos que, en última instancia, la historia es una lucha por la supervivencia. Así se desenvuelve este segundo y último volumen, entrelazado con la melancolía que impregna cada página, creando un efecto de cariño hacia todos los personajes.

Sobrevivir en un entorno hostil. Para estos personajes es una tarea difícil. Por ello, las reglas se convierten en un elemento crucial para mantener el orden y la cohesión social. Estas rigen la vida de los niños protagonistas, dictando y condicionando sus acciones y decisiones en todo momento. La manera en que los niños interactúan de acuerdo a estas reglas, desafiándolas o aceptándolas, ofrece una visión fascinante de su desarrollo y crecimiento a lo largo del relato. Por otro lado, se ven envueltos en una lucha constante entre el bien y el mal. Entre encrucijadas complicadas y situaciones moralmente ambiguas, los «pequeños monstruos» se ven obligados a cuestionar sus propias convicciones y valores. Esta lucha interna de cada uno de los personajes es mostrada por Lemire y Nguyen con profundidad y sensibilidad, ofreciendo una visión matizada de la moralidad y la ética en un mundo complicado. Con elecciones que tienen consecuencias, siempre.

A pesar de las circunstancias adversas, los niños mantienen una inocencia inherentemente humana que los hace vulnerables a las fuerzas externas. Un rasgo que unido a la resistencia ante la adversidad añade un resolutivo contraste entre la infancia y lo relacionado con los «no-muertos». Conforme la trama avanza, cada vez se hace más patente el concepto que sobrevuela toda la serie: la soledad. No es una emoción pasajera que se manifieste de forma puntual en el relato, Al contrario: es una fuerza omnipresente que permea cada página y cada viñeta. En este mundo sombrío y despiadado, poblado por vampiros y humanos, la soledad se manifiesta de varias maneras para los personajes del cómic.

Ejemplo de ello son los pequeños protagonistas, enfrentándose al desamparo en todas sus formas. Como huérfanos en un mundo peligroso y hostil, están físicamente solos, sin la protección o el apoyo de adultos responsables. Pero su soledad va mucho más allá de la falta de compañía; también experimentan la sensación de no tener a nadie con quien compartir alegrías, miedos y esperanzas. A medida que luchan por sobrevivir en un entorno implacable, ese aislamiento se convierte en el compañero constante, moldeando sus personalidades y determinando sus acciones. Aislados por su condición vampírica y separados de la humanidad que una vez conocieron, los vampiros viven en un estado perpetuo de separación y alienación. A pesar de su poder y longevidad, son criaturas solitarias, condenadas a vagar por la eternidad sin una verdadera conexión con los demás. Y sobre ese concepto Lemire hace pivotar la totalidad de «Little Monsters».

En este segundo volumen el arte de Dustin Nguyen sigue siendo una pieza esencial. Su uso del blanco y negro, junto con toques de rojo para resaltar la sangre, crea una atmósfera desoladora y terrorífica que complementa a la perfección la narrativa. Además, la diversidad en la representación de los personajes infantiles evita la monotonía, otorgándoles una personalidad distintiva a cada uno. Ejemplo de ello es la caracterización gráfica del personaje del niño mudo, consiguiendo Nguyen una expresividad gráfica característica con él, despertando lo entrañable en el lector.

Así concluye «Little Monsters» con su segundo volumen en castellano, que incluye los números 7 al 13 publicados originalmente por Image Comics en Estados Unidos. Un volumen de 152 páginas en el que Astiberri ha contado con Santiago García para la traducción. Donde se incluyen las portadas alternativas de Dustin Nguyen, Rafael Albuquerque, Patricia Martín, David Rubín, Agnes Garbowski, Jason Shawn Alexander y Steve Wands. Tras su lectura, quedan elementos para la reflexión en el aire, como la superación y la necesidad de madurar en condiciones adversas. También el descubrimiento que, trabajando en comunidad, se puede sobrevivir en mejores condiciones que en soledad. Aún siendo vampiros.

Deja un comentario