
“Lo primero que quisiera decirte es que tengo miedo de que me consideres un intruso en tu cuerpo”.
Lubin Maréchal acaba de descubrir que solo recuerda un día de cada dos que vive, desconociendo por completo qué ha ocurrido la jornada anterior. Sin ningún tipo de conocimiento, cada vez que recobra la consciencia queda la incógnita de esa ausencia. Una ausencia en la que “el otro” ocupa su vida, su cuerpo, y se relaciona con los demás. Así transcurren “Esos días que desaparecen” (“Ces jours qui disparaissen”), la joya con la que Timothé Le Boucher deslumbró al mercado franco belga en el 2017 y que Nuevo Nueve trae de nuevo al mercado español en una cuidada edición en cartoné.
A estas alturas es sobradamente conocido el talento e ingenio de Le Boucher (“El paciente” o “47 cuerdas”). Un autor con voz propia cuyas propuestas navegan entre lo existencial y lo inquietante para plantear relatos que van más allá de la evasión. En esos parámetros se gesta “Esos días que desaparecen”: una fábula sobre la identidad y la memoria, sobre el consciente e inconsciente. Estableciendo preguntas tan esenciales como inquietantes sobre ¿quién es el individuo? ¿La persona que tiene consciencia sobre lo que ha hecho o vivido? ¿O es lo que los demás tienen constancia de él?

Todo esto está en las 192 páginas de esta obra, donde el juego que plantea Le Boucher va mucho más lejos que una revisitación intimista de la dualidad de un Jekyll y un Hyde posmodernos. Aquí no hay violencia y los elementos de fantasía son los estrictamente necesarios. Y no es necesario nada más para que el relato funcione como un preciso mecanismo de relojería en esas fantásticas piezas que son las viñetas de este cómic: autenticas golosinas pop por composición y color. Totalmente adictivas cuando las contemplas.
Pero no solo por lo estético brilla y perdura en este cómic. La historia contada, la forma en que se desarrolla y los elementos para la reflexión son los tres ejes sobre los que Le Boucher construye una de sus obras más personales. Discurriendo entre la ternura y lo siniestro. Ese el camino que propone esta lucha de personalidades que habitan en el cuerpo de Lubin, el protagonista. Un recorrido que se nos mostrará solo desde uno de los dos puntos de vista del relato. Una premisa que bien puede interpretarse como un trastorno de personalidad; bien como una metáfora sobre la madurez. En ambos casos el tebeo funciona y ahí esta la genialidad de esta propuesta.

“Adonde va el mundo sin mí.”
Por todo ello, no es de extrañar que Nuevo Nueve haya recuperado para el mercado en castellano la obra de Glénat en una nueva edición en castellano, traducida por Fernando Ballesteros. 208 páginas en formato cartoné, ideales para sumergirse en esta fábula de ciencia ficción sobre la identidad. Para recibir, tras su lectura, varios elementos para la reflexión entre lo filosófico y lo metafísico, además de deleitarse con las páginas de este tebeo de una pieza. De los que no deja indiferente. Por todo eso, “Esos días que desaparecen” forma parte de los relatos que permanecen. Bienvenida sea esta nueva edición en castellano.
