“…en La carretera había un universo sin vida, de paisajes apocalípticos, rotos, sucios, mugrientos incluso, y sobre todo muertos. Un escenario sin naturaleza, sin hojas, sin animales. Tuve miedo de no conseguir aguantar hasta el final porque toda esa frialdad me superaba. Por otro lado, hacer un álbum sin acción y con muy pocos diálogos es todo un reto. Cuando el autor de la novela describe un paisaje en un cuarto de página, yo a veces necesito tres o cuatro para transmitir la misma impresión. Es un libro lleno de silencios, y el dibujo debe de ser lo suficientemente interesante como para que el lector siga leyendo sin que necesariamente haya palabras que lo acompañen. Que los lectores lean mi dibujo como un texto es mi manera de ilustrar los silencios de la novela. No hay narrador, el dibujo narra. No hay diálogos, el dibujo habla. El grafismo y la estética deben retener al lector.»

Así se explica Manu Larcenet en la entrevista que acompaña a la nota de prensa de Norma Editorial en relación a “La carretera” (“La route”), el cómic donde ha realizado la adaptación de la novela del mismo título (“The Road”) de Cormac McCarthy (1933 – 2023), ganadora del Premio Pullitzer en 2007, y llevada al cine por John Hillcoat en 2009 en la película protagonizada por Viggo Mortensen y Kodi Smit-McPhee. Doble reto que el artista francés asumía: mantener la esencia de la novela y dotarla de identidad propia que la diferenciara de la versión en celuloide.

Larcenet (“Los combates cotidianos”, “Blast” o, entre otras, “Terapia de Grupo”) ya tenía experiencia en solventes adaptaciones, como hizo con “El informe de Brodeck” (“Le Rapport de Brodeck”) de Phillipe Claudel. En esta ocasión, el poliédrico autor ha optado por su estilo más oscuro y realista, con trazo clásico, para adaptar a McCarthy en un «tour de force» emocional en el que utilizó, según el mismo ha manifestado, catorce sombras diferentes de grises para dar mayor profundidad al relato.

Una profundidad que más que recorrerse se siente en estas páginas, que envuelve las sensaciones que se desprenden en su lectura. La casi total ausencia de colores da el tono de frialdad que precisa esta excursión por el abismo que es “La carretera”, donde no hay apenas acción, pero si sus consecuencias. Consiguiendo así un efecto desgarrador mientras las escenas se suceden.

Pausado. Ese es el ritmo que poseen estas viñetas. Por la disposición y lo contemplativo de las mismas, “La carretera” de Larcenet discurre certera por el infierno de la obra de McCarthy. Si el escritor estadounidense puso los quilates en la prosa, el artista francés los pone en el detalle de cada viñeta y en su secuenciación, componiendo páginas que transmiten y nos llevan a aquel lugar donde la desesperanza imperante no permite la humanidad entre semejantes.

Desasosiego y supervivencia. Con silencios contenidos; esos que quedan tras el horror. Donde lo dantesco está siempre presente. En ocasiones se muestra, en otras se sugiere; consiguiendo siempre el efecto de querer seguir leyendo el tebeo. Lo que trasmiten las páginas llevan al lector a un estado emocional que empatiza con los protagonistas, pudiendo vivir, a través de las viñetas, ese final de la civilización que ideó McCarthy en la novela. Fiel en esencia, el tebeo se revela único en sus páginas, por la maestría desplegada por Lacernet.

– ¿Y si los que vienen son los buenos?
– No hay buenos en la carretera

Publicado en francés por Dargaud, Norma Editorial lo acaba de estrenar en castellano y catalán en una titánica edición a la altura del contenido. 160 páginas en cartoné, con traducción de Eva Reyes de Uña, que no dejaran indiferente a quien las recorra . Un reto del que Manu Larcenet sale triunfante, pues no solo ha sabido captar la esencia de la novela de McCarthy y llevarla al cómic, sino que, en su plasmación, las soluciones adoptadas rebosan frescura, consiguiendo con ello que el tebeo trascienda la categoría de adaptación para devenir en un cómic por entidad propia. Y es que en «La Carretera» hay varios quilates.