Torpe de Nacimiento: salir adelante de igual forma

La torpeza, esa cualidad que a menudo se asocia con tropiezos, accidentes menores y situaciones embarazosas, es un tema que ha fascinado a la humanidad durante siglos. Sin embargo, lejos de ser simplemente una fuente de risas o frustraciones, la torpeza puede ofrecer una ventana única a la experiencia humana y a la capacidad de superar desafíos. De ese pequeño detalle surge el manga de Yaro Abe llamado “Torpe de Nacimiento”(“ Umareta Toki Hetakuso”). Pero antes de adentrarnos en el análisis del manga, es importante comentar los estereotipos y prejuicios que a menudo la rodean a la torpeza. Esto no debe ser visto como una indicación de falta de habilidad o inteligencia. De hecho, muchas personas torpes pueden ser increíblemente talentosas en otras áreas de sus vidas. Dicho esto, comencemos a desgranar esta historia.  

Este manga comienza con un relato sobre el reflejo sobre la vida del Mangaka Yaro Abe (creador de la obra «La Cantina de Medianoche«). Recrea su tierna infancia desde los ojos de un muchacho llamado Makoto Abe. Desde temprana edad, Makoto se destacaba por su timidez y su naturaleza patosa y débil. Siempre parecía estar resfriado, con un pañuelo cerca y una sonrisa tímida en el rostro. Para él, cada día era un desafío para adaptarse y encontrar su lugar en un mundo que parecía moverse demasiado rápido para su gusto. Makoto era lo que podríamos llamar un «blandengue». Era incapaz de participar en los juegos rudos y las actividades deportivas que otros niños disfrutaban. Siempre terminaba enredado en sus propios pies o con un balón golpeándole en la cara. Su falta de habilidad física no pasaba desapercibida para los demás, especialmente para su padre, un hombre excéntrico y vacilón que no perdía la oportunidad de burlarse de su hijo de manera cariñosa pero directa. El padre de Makoto era todo lo contrario a él: un hombre robusto, con una risa ruidosa y un sentido del humor tan agudo como su mirada. Siempre estaba gastando bromas y trabajando incasablemente en su trabajo de constructor. No había quien no se riera con sus ocurrencias y comentarios sarcásticos. Para él, la vida era una fiesta eterna, y no había lugar para la timidez. A pesar de las bromas y los apodos cariñosos, siempre había una chispa de complicidad entre padre e hijo. Ambos compartían una cierta torpeza natural, una tendencia a liarla con algunas situaciones o a derramar la bebida en momentos inoportunos. Pero detrás de las bromas y las risas, Makoto sabía que su padre estaba orgulloso de él, de su capacidad para encontrar su propio camino en un mundo que no siempre entendía. A pesar de sus diferencias y sus momentos torpes, había un amor incondicional que los unía, una conexión especial que trascendía las palabras y las acciones.

Desde sus primeras páginas, la historia de Yaro Abe se distingue por su tono tranquilo y su enfoque en los personajes y sus emociones. A través de un dibujo sencillo pero expresivo, Abe logra transmitir la complejidad de las experiencias humanas, desde los momentos de alegría y camaradería hasta los desafíos y las dificultades que enfrentamos en el día a día. En esta serie autobiográfica, este enfoque se vuelve aún más pronunciado, ya que Abe nos invita a un viaje íntimo a través de su propia vida y las personas que la han moldeado. A medida que la serie avanza, se vuelve evidente que una de las principales motivaciones detrás de la obra de Abe es rendir homenaje a la figura de su padre. A través de una serie de recuerdos y anécdotas, Abe nos muestra la profunda influencia que su padre tuvo en su vida, desde sus primeros días como un niño tímido y patoso hasta su lucha por encontrar su lugar en el mundo. Aunque su padre puede haber sido excéntrico y vacilón, también era un hombre de gran corazón y compasión, cuyas acciones dejaron una marca indeleble en la vida de su hijo. Si bien gran parte de la serie se centra en la relación entre Abe y su padre, también hay un reconocimiento de la influencia materna y las complejas dinámicas familiares que lo rodean. A través de sus recuerdos, Abe nos ofrece una visión matizada de su madre, una figura que, si bien puede parecer más reservada en comparación con su padre, desempeña un papel crucial en la vida familiar.

Además de explorar su vida familiar, Abe también nos ofrece una visión de su vida escolar y las relaciones de la infancia. A través de una serie de encuentros con amigos y compañeros de clase, nos muestra la naturaleza efímera de las relaciones humanas, así como las complejidades de las competiciones y rivalidades que surgen en la niñez. Estos momentos ofrecen una ventana a la experiencia universal de crecer, con todas sus alegrías y desafíos. A medida que la serie llega a su conclusión, nos encontramos con un capítulo final titulado «Padre e Hijo«, que sirve como una culminación conmovedora de la obra. En este capítulo, Abe reflexiona sobre la naturaleza de su relación con su padre y llega a una comprensión más profunda de la influencia que ha tenido en su vida.

La edición original se publicó en Japón en dos volúmenes por parte de la editorial Shogakukan. En España lo tenemos gracias a la editorial Astiberri. Con traducción de Alberto Sakai en un formato integral que abarca los dos volúmenes en un total de 288 páginas. En el final de esas páginas de «Torpe de Nacimiento«, el lector se encuentra con un cierre que va más allá de la narrativa convencional y se convierte en un homenaje perfecto hacia el padre del protagonista. A través de una serie de recuerdos y anécdotas, el autor nos muestra la profunda influencia que su padre tuvo en su vida, desde su infancia hasta la edad adulta. Cada página está impregnada de amor y gratitud, y es evidente que este homenaje va más allá de las palabras.

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