
El último trabajo de José Domingo, “Tu Piel es la Galaxia”, fue más allá de lo musical. Los nueve cortes magnéticamente psicodélicos que componen el disco son el eje sobre el que se vertebra una obra más ambiciosa y poliédrica, que se bifurca en dos manifestaciones artísticas que ensanchan y complementan esas canciones que navegan entre el mediterráneo y lo interestelar. Como un caleidoscopio de múltiples posibilidades en origen, de las cuales dos se han materializado en narrativas visuales.
Una es el sugerente cortometraje del mismo título dirigido por el propio José Domingo y producido por Kimera Films, que ilustra el sensorial mundo poético y lisérgico de las composiciones, fijando, más que un significado (o varios según el espectador que lo visione), un océano de sensaciones.

En el mismo sentido, la otra posibilidad materializada: una fotonovela que parte de (casi) las mismas imágenes y construye, como antaño, una propuesta que complementa, amplía y redimensiona el conjunto. Una fotonovela editada por Autsaider con la que hemos podido ahondar más en lo que implica conceptualmente “Tu Piel es la galaxia”, donde las fotografías de José Domingo, Veru Iché y Rubén Casas se ordenan y secuencian conformando una propuesta que recrea el concepto en el sentido más amplio del término. Una fotonovela que ha contado con la rotulación de Adrián Bago y la participación de Mar Serra, Ana Espina, Joan Pau Bujosa, Mané Capilla, José Miguel Puigserver, Laurel y Eduardo Bravo.
Aquí se disponen las imágenes de forma secuencial, para situarnos antes de lo mostrado en el corto, expandiendo los significados con los que puede revestirse la propuesta en su conjunto. Mientras los textos de apoyo nos llevan a una confesión íntima, la sucesión de imágenes opta por lo onírico y fantástico, en una amalgama emocional que no deja indiferente.

Ese es el paseo propuesto de esta fotonovela, al que hay que ir sin juicios previos y con la voluntad de dejarse sorprender. Pudiendo acceder a ella antes (o después) de haber escuchado el disco o visionado el corto. El orden es indiferente, pues cada obra funciona plenamente por separado, si bien, al complementarlas, las lisérgicas experiencias que suponen en solitario se amplifican, catalizándose unas a otras de forma exponencial.
De lo íntimo a lo espacial. De lo mundano a lo ficcional. Todo cabe en las canciones de “Tu Piel es la galaxia”, con sus melodías hipnóticas de elegancia sinuosa. Pensado para sentir, como el magnético cortometraje. También en los atractivos encuadres de las imágenes de las 68 páginas de la fotonovela editada por Autsaider Cómics en rústica. Psicodélico y sugestivo. Un hallazgo que, al completar su recorrido en los tres medios que se ha expresado, se siente con plenitud. Con o sin significados, pues estos los ha de dotar el receptor. Pues esto es un recorrido plenamente sensorial, entre lo musical, lo visual y lo narrativo. Benditas sean pues las interacciones interdisciplinares que se hayan en “Tu Piel es la Galaxia”.
