
“Cuatro torres negras, la más alta de las cuales se divisa a diez jornadas de marcha…”
Ya desde origen era una tarea titánica. Un delirio hecho viñeta. Y muy ambicioso. Desde sus primeros pasos , allá por 1998, Joann Sfar y Lewis Trondheim alumbraron “La Mazmorra” («Donjon«) con altas pretensiones. Las cuales, conforme se editaron sus sucesivas entregas corroboraron que la apuesta de Sfarr y Trondheim, junto a los compañeros de viaje que se sumaron (Christophe Blain, Killoffer, Andreas, Blutch, Alfred, Panaccione, Boulet…), iba cubierta por excelentes ideas hechas tebeo.
Todo comenzó con “Corazón de Pato” (“Coeur de canard”), el primer volumen editado en 1998 y con el que comenzaba el ciclo del “Zenit” (“Zénith”) de esta original serie. En ella conoceríamos “La Mazmorra” de Jacinto de Cavaliere. El cual es su guardian y la gestiona con criterios empresariales particulares. Entre sus “empleados” se encuentra Herbert, un pato antropomorfo hijo del Duque de Vaucason y, por puro azar destinado a convertirse en un héroe (o antihéroe) “sui generis”. Junto a él, Marvin, el dragón vegetariano y mejor soldado de las huestes de La Mazmorra de Cavaliere, a los que se irán sumando una serie de secundarios tan potentes como significativos. Todos ellos esperan aquí…

“Una puerta de plomo oculta en lo hondo de los infectos pantanos…”
Son los primeros paso de esta singular epopeya, en un escenario que supone una amalgama entre los cánones de la fantasía heroica y el saludable ingenio con que lo ensamblan sus autores. Elementos propios de la Tierra Media o la la edad Hiboria se confrontan aquí con el estilo cartoon de Trondheim, mientras que el guion a cuatro manos realizado homenajea a todo un género con la misma intensidad que se le da una ácida vuelta de tuerca. Así comenzaba una saga que, más que una sátira sobre este género fantástico, supone una creativa exploración y revisitación ingeniosa sobre todo lo que abarca la fantasía heroica para llevarla a nuevos terrenos, fértiles y vírgenes.
Una apuesta fresca y, como ya hemos dicho, muy ambiciosa. Pues tras “Corazón de pato” y “El rey de la pelea” (“Le Roi de la bagarre”), La Mazmorra inauguraba dos ciclos más: “Amanecer” (“Potron-Minet”), que contaría el pasado antes del “Zenit”, y “Crepúsculo” (“Crepúscule«), que nos llevaría al futuro. Cada ciclo, en origen, iba a constar de cien entregas. Objetivo que la realidad se encargó en disminuir, estando la serie todavía abierta. Si bien, lo producido hasta la fecha marcó un antes y un después. Por la acertada combinación de recursos y elementos que se sintetizan estas páginas, a modo de resultado práctico de haber degustado todo un género para, tras su análisis, ensanchar su horizonte con una propuesta tan irreverente como paradójicamente respetuosa con el legado que asumen, deconstruyen y maximizan.

“Kilómetros de pasillos, tapizados de musgo y salitre…”
Terry Pratchett, J. R. R. Tolkien, Robert E. Howard y Fritz Leiber fueron, entre otros, los gigantes a los que se subieron a la espalda Sfarr y Trondheim para conformar estos tebeos ya considerados clásicos modernos de la Bande Dessinée. Referencias y conceptos que estan aquí para llevarnos a lugares fertilmente creativos. Ese es el universo que no paró de crecer y a la que habría que sumarle “Monstruos” (“Monsters”, donde se cuentan aventuras individuales de personajes secundarios) y “Festival” (“Parade”, con abundantes aventuras de Herbert y Marvin situadas cronológicamente entre los dos primeros tomos de “Zenit”). Junto a ello, “Donjon Bonus” aportó ediciones especiales y hasta un juego de rol, como no podía ser de otra manera. A todo ello hay que añadir dos nuevos ciclos, “Antipodes –“ y “Antipodes +”, que nos sitúan 10.000 años antes y después, respectivamente, de la época del Zenit.

Así se expandió, y se expande, de forma exponencial este universo, y cuyas series siguen abiertas. Muchos de estos volúmenes Norma ya apostó por ellos nada más editarse en Francia en su “Cimoc extra color”. Otros quedaron inéditos. Hasta 2019, cuando Norma retoma “La Mazmorra” para brindarnos la edición definitiva de esta notable saga. La edición integral, que consta de seis volúmenes hasta la fecha y compila, por el momento, toda la etapa seminal de la serie, ordenada por sus autores para un mejor disfrute de la misma. Una edición cuya primera entrega vio la luz a finales de octubre de 2019, habiendo estrenado el sexto volumen este mismo año. Seis volúmenes que nos llevan por los cinco ciclos “clásicos” de la mazmorra de forma acertada y ordenada, para sumergirnos de forma precisa en esta Terra Amata de culto.
“Escalas, montacargas, escaleras hasta las montañas de la tierra…”
Y que mejor manera de adentrarse en este universo que las seis primeras entregas del ciclo con el que empezó todo: “Zenit”. Ese es el material que espera en el primer integral, prologado con savoir faire por Álvaro Pons y traducido por Enrique Sánchez Abulí. Un volumen que supone una excelente presentación de las posibilidades que brinda “La Mazmorra” cuando te adentras en sus viñetas y recovecos. Junto a “Corazón de pato” y “El rey de la pelea”, ambos de 1998, nos espera “La Princesa de los bárbaros” (“La Princesse des barbares”, 2000), “Sortilegios e infortunios” (“Sortilège et avatar”, 2002), «Un matrimonio separado» (“Un mariage à part”, 2006) y “Regreso a bombo y platillo” (“Retour en fanfare”, 2007).

Las seis primeras entregas de “Zenit” hacen honor a su nombre. Pues estamos ante una de las cumbres de la Bande Dessinée de cambio de siglo. Seis álbumes que aun son más grandes si su lectura se presenta continuada. Donde el ingenio de Sfar y Trondheim brindó una saga de culto, para el recuerdo. Donde el dibujo de Trondheim sentó las bases de este universo ya icónico y personal, y Boulet hizo suyo de forma soberbia asumiendo el arte en la quinta y sexta parte. Del mismo modo, el acertado color supone un acertado nexo de unión en las seis entregas, unos parámetros que todos los que colorearon estos seis volúmenes acertadamente respetaron en sus trabajos respectivos: los propios Trondheim y Boulet, Walter, Brigitte Findakly y Lucie Albon.

“Es la Mazmorra.
Mi Mazmorra.”
Eso espera en las 316 páginas que consta “La Mazmorra Integral 1”, editado en cartoné con sobrecubierta por Norma, en un formato destinado a trascender, como lo que contiene: una obra que, después de recorrerla, el lector hace suya, por lo mucho y bueno que porta en sus viñetas.
