
En el segundo volumen del tebeo «Cosacos» (“Cosaques- Dans la gueule de loup”), de Vincent Brugeas, Ronan Toulhoat y Yoann Guillo, nos sumergen en un escenario de agitación histórica y conflicto personal, situando la trama en 1634 en Ucrania, un período tumultuoso marcado por luchas por la libertad y la identidad nacional. Karlis, un joven húsar polaco, se ve profundamente desilusionado tras participar en una batalla sangrienta. Su descontento lo lleva a desertar del ejército, buscando un refugio de las injusticias y las crueldades de la guerra. Encuentra este refugio en un pueblo peculiar de guerreros conocidos como los cosacos, quienes se caracterizan por su sed insaciable de libertad y su resistencia frente a la opresión. Inmediatamente Karlis se ve atraído por la comunidad cosaca y decide unirse a ellos, dejando atrás su pasado y buscando una nueva vida entre estos guerreros indómitos. Sin embargo, su integración en la “sich”, la base militar de los cosacos, no es tan sencilla como esperaba. Enfrenta la resistencia de algunos miembros de la comunidad, quienes cuestionan su lealtad y su derecho a formar parte de sus filas. A lo largo del segundo volumen, Karlis se verá inmerso en intrigas, conflictos internos y desafíos personales mientras lucha por encontrar su lugar en este mundo de luchadores por la libertad.
La transformación de individuos comunes en cosacos no solo implicaba un proceso de reclutamiento y entrenamiento militar, sino que también representaba una adhesión a un estilo de vida, una cultura y un sentido de identidad compartidos. A lo largo de la historia, los cosacos han sido un símbolo de valentía, independencia y resistencia en las regiones fronterizas de Europa del Este, especialmente en Ucrania y Rusia. Explorar cómo la gente se convertía en cosacos implica adentrarse en la complejidad de su historia y tradiciones.

Los cosacos surgieron en los márgenes del Imperio Ruso y de la Mancomunidad Polaco-lituana en los siglos XV y XVI como comunidades de frontera, inicialmente dedicadas a la defensa de sus territorios contra invasiones y a la expansión hacia territorios fronterizos. Con el tiempo, evolucionaron hasta convertirse en una fuerza militar formidable y en una parte integral de la historia y la cultura de la región. El proceso de transformación de individuos en cosacos estaba marcado por varios aspectos fundamentales que definían su identidad y su papel en la sociedad. Los cosacos reclutaban a sus miembros principalmente entre campesinos libres, fugitivos de la servidumbre, exiliados y poblaciones desplazadas en busca de libertad y oportunidades en las vastas tierras de la frontera. Este reclutamiento se basaba en la voluntariedad y la disposición de los individuos para comprometerse con la vida cosaca y sus ideales de libertad e independencia. La transformación en cosaco implicaba prestar un juramento de lealtad a la comunidad cosaca y a sus líderes. Este juramento simbolizaba un compromiso inquebrantable con los valores y las tradiciones cosacas, así como la disposición para defender la comunidad y sus intereses frente a cualquier amenaza externa. Una vez aceptados en la comunidad cosaca, los nuevos reclutas se sometían a un riguroso entrenamiento militar. Este incluía el aprendizaje del manejo de armas, tácticas de combate, habilidades ecuestres y técnicas de supervivencia en la frontera. La disciplina militar era una parte fundamental de la vida cosaca; y se esperaba que todos los miembros siguieran un código de conducta estricto. Convertirse en cosaco significaba adoptar una identidad cultural única y participar en las tradiciones y costumbres de la comunidad. Los cosacos se identificaban por su vestimenta distintiva, su música folclórica, sus bailes tradicionales y su rica tradición oral, que celebraba hazañas heroicas, gestas militares y valores cosacos como el coraje, la camaradería y la libertad.
El guion de Vincent Brugeas es rico en detalles históricos y ofrece una visión fascinante de la vida y las luchas de los cosacos en esa época, como también se vio en el primer volumen de “Cosacos”. La profundidad de los personajes y las complejas relaciones entre ellos agregan esos detalles que te enganchan a un relato. Por otro lado, el dibujo de Ronan Toulhoat es impresionante en cuanto a su ejecución y detalle. Su estilo artístico captura vívidamente la atmósfera y la ambientación del mundo cosaco, desde los vastos paisajes hasta los intrincados detalles de la vestimenta y la arquitectura.

Editado en 2022 en Francia por Éditions Du Lombard, es Tengu Ediciones quien se ha encargado de editarlo en castellano por estos lares, con un formato de 64 páginas en cartoné y respetando el tamaño original. Cabe destacar la traducción de Gabriel Álvarez Martínez y la rotulación de Celia González Bandera, que facilitan mucho la lectura de este tomo.
Un volumen en el que, además de la excelente documentación anida una historia bien construida con «el perdón» como elemento esencial. Deja así el segundo volumen de «Cosacos» tras su lectura una valiosa reflexión: el perdón no es solo un regalo para los demás, sino también para nosotros mismos. Es el acto que nos libera del peso del resentimiento y nos permite avanzar hacia un futuro de paz y reconciliación. En este sentido, la historia de los cosacos nos enseña una lección atemporal sobre el poder transformador del perdón en un mundo marcado por la pasión y el conflicto.
