La conquista del espacio ha sido uno de los mayores hitos en la historia de la humanidad. Una odisea que ha desafiado los límites de la ciencia, la tecnología y la exploración. Sin embargo, antes de que los seres humanos se aventuraran más allá de nuestra atmósfera, hubo pioneros silenciosos, compañeros de cuatro patas y alados que ayudaron a abrir el camino hacia las estrellas: los animales. En los programas espaciales tanto de Estados Unidos como de la Unión Soviética, los viajes espaciales con animales como pilotos de las naves desempeñaron un papel fundamental en la preparación y comprensión de los desafíos del vuelo espacial. A través de la historia de estos valientes seres, se revela un capítulo fascinante y a menudo conmovedor en la exploración del cosmos. Esta es una de las premisas que utiliza el equipo creativo formado por Jeff Lemire, Andrea Sorrentino y Dave Stewart en su tebeo “Primordial”.

La trama nos sitúa en el 28 de mayo de 1959 marcó un momento crucial en la historia de la exploración espacial de Estados Unidos. En este día, el último cohete estadounidense despegó hacia el firmamento, llevando a bordo a dos valientes pasajeros: un macaco llamado Able y una saimiri llamada Baker. Su misión, aparentemente, era contribuir al avance de la ciencia y la tecnología espacial, pero lo que realmente les esperaba en el inabarcable vacío del cosmos estaba envuelto en sombras de misterio y engaño. Menos de dos años antes, el 3 de noviembre de 1957, la Unión Soviética había lanzado al mundo el lanzamiento del Sputnik 2. A bordo de esta nave histórica viajaba Laika, una perra valiente destinada a convertirse en el primer ser vivo en orbitar la Tierra. Sin embargo, los informes oficiales soviéticos afirmaron que Laika no había llegado a la órbita terrestre, dejando un velo de incertidumbre sobre su destino. La verdad sobre los destinos de estos héroes de cuatro patas parecía perdida en el laberinto de la historia, hasta ahora. Las revelaciones recientes han sacudido los cimientos de lo que creíamos saber sobre la exploración espacial. Se rumorea que, lejos de perecer en el inhóspito vacío del espacio, los animales fueron objeto de un destino aún más extraño y desconcertante: fueron llevados, no muertos, sino vivos, a un destino desconocido. ¿Qué oscuros secretos albergaban los corazones de las potencias mundiales que compitieron ferozmente por la supremacía en el espacio? ¿Qué misterios aguardan en los confines del universo, más allá de nuestra comprensión humana? Estas preguntas, y más, se plantean en las páginas de «Primordial», un cómic que desentraña los enigmas de la exploración espacial y los límites de la verdad y la realidad.

Por otra parte, también me gustaría exponer otro de los aspectos más destacados de este relato, que no es otro que el “maltrato animal” por parte de las instituciones o los países. Desde los primeros días de la exploración espacial, las potencias mundiales, como Estados Unidos y la Unión Soviética, utilizaron una variedad de animales, incluidos perros, chimpancés, ratones, conejos y tortugas, en sus programas espaciales. Estos animales, destinados a convertirse en los primeros seres vivos en orbitar la Tierra, soportaron condiciones extremas y experimentos científicos que a menudo resultaron en su sufrimiento y muerte. Las condiciones a las que se sometían a estos animales eran a menudo inhumanas e inimaginables. Durante los vuelos espaciales, los animales enfrentaban condiciones extremas de estrés, falta de oxígeno, vibraciones intensas y cambios repentinos de temperatura. Además, los confinaban en espacios reducidos y claustrofóbicos durante largos períodos, lo que generaba un gran malestar físico y psicológico. Los animales también eran sometidos a experimentos científicos intrusivos que buscaban comprender los efectos del espacio en el cuerpo humano. Se les implantaban electrodos, se les exponía a niveles peligrosos de radiación cósmica y se les sometía a pruebas invasivas para evaluar su respuesta fisiológica a las condiciones del espacio. Estos procedimientos a menudo resultaban en lesiones graves, enfermedades y, en última instancia, la muerte de los animales. Este tema esta muy bien tratado por los creadores de la obra donde vemos el sufrimiento y la esperanza de estos tan valientes protagonistas.
En «Primordial», Lemire demuestra una vez más su habilidad para tejer una trama compleja que combina elementos de ciencia ficción, misterio y drama humano. A través de los protagonistas tanto humanos como animales de la historia, explora temas profundos como la identidad, la pérdida y la búsqueda del significado en un universo aparentemente indiferente. En lo gráfico, tenemos a Sorrentino haciendo gala de su habilidad para plasmar las emociones (personalmente las imágenes de los animales se quedan grabadas en la retina). Su uso del espacio negativo, la composición dinámica y la perspectiva única crea una sensación de inquietud y asombro que complementa perfectamente la narrativa de Lemire. Por otra parte, la guinda del pastel la pone el colorista Dave Steward, usando una sinfonía de tonos oscuros y ricos, salpicados con destellos de luz y color que iluminan las páginas con una intensidad alucinante.

La edición original se publicó en el mercado americano bajo el sello de Image Comics en un total de seis números en formato grapa. En España disponemos de esta obra gracias a Astiberri. Un formato en tapa dura con 144 páginas, con la traducción de Santiago García y la rotulación de Ana González de la Peña. Y de extras tenemos la galería de portadas realizadas por: Christian Ward, Dustin N´Guyen, Yuko Shimizu, Jeff Lemire, Gabriel Hernández Walta, Emi Lenox, Michael Allred, Francesco Francavilla y Brian Bendis. Al final de tomo aparecen una zona “clasificada” con una galería de varias viñetas en blanco y negro que aparecen en el tebeo.
Puede que “Primordial» sea una obra verdaderamente conmovedora. Es un profundo mensaje sobre el amor hacia los animales que son utilizados en misiones espaciales. Aunque la trama inicialmente parece centrarse en espionaje, descubrimientos y conspiraciones cósmicas, en su núcleo late un corazón cálido y compasivo hacia estas criaturas valientes y exploradoras. En un mundo lleno de secretos y misterios extraterrestres, este tebeo nos invita a reflexionar sobre la importancia del amor y la empatía hacia todas las formas de vida, incluso en los confines más remotos del espacio. Como alguien que respeta mucho a los animales, me quedo con esta frase en concreto: “¡Lo conseguimos: nos han oído!”
